En su discurso de investidura, Gorka Urtaran ya avanzó que, además de restablecer con firmeza y seguridad la convivencia rota durante los últimos meses en la ciudad, a raíz del discurso antiinmigrantes de Maroto, no le va a temblar el pulso a la hora de defender el bienestar de todos los gasteiztarras, sin excepción. Un bienestar que pasa por hacer políticas destinadas a las personas, recuperando la vertiente social cuasi enterrada la pasada legislatura. Urtaran dijo que quiere ser el alcalde de los acuerdos y de los pactos, y no le va a quedar otra si pretende sacar adelante con éxito sus proyectos, ya que gobierna en minoría -a pesar de que el PSE se ha comprometido a arrimar el hombro y dar estabilidad al Ayuntamiento-. Aun así, tiene claras sus prioridades, como detalló en campaña electoral, con políticas destinadas a actuar en tres ámbitos, fundamentalmente: ciudadanos, economía y ciudad (obras). Apartados todos ellos en los que gozará de excelentes oportunidades para llevar sus compromisos a buen puerto, pero también tendrá que salvar graves amenazas ya conocidas -amén de las que lleguen- para no encallar.
Para atender el bienestar de los vitorianos, el PNV plantea dar un espaldarazo a los servicios sociales municipales, avanzar en el modelo de ventanilla única para reducir la burocracia, y prestar especial atención a las personas mayores, dado que Gasteiz es una ciudad que envejece a ritmo rápido. En este sentido, la prioridad va a pasar por implantar programas de atención a los ancianos en sus casas para que puedan ser lo más autónomos posible dentro de su entorno y mantener los 50 euros de ayudas que implantó el PP para los pensionistas que no tienen ni para pagar la calefacción.
Además de la vertiente social, especial relevancia cobra esta legislatura que ahora arranca el apartado económico. Urtaran fía la promoción de empleo, dentro de las pocas competencias que tienen los municipios, a la recuperación de la histórica cultura industrial de la ciudad. Plantea medidas como crear una mesa por la industria con todos los agentes implicados sin olvidarse del menospreciado sector primario, pese a su importancia en la economía del territorio; del pequeño comercio, como motor para mantener una ciudad viva; y del incipiente sector turístico, ligado a la cultura y el patrimonio. Sin embargo, capear la crisis, generar empleo digno y reactivar la delicada economía de Vitoria, con más de 20.000 personas sin trabajo, es la cara de una moneda con una gran cruz a cuestas, la del paulatino empobrecimiento que ha empujado hasta los comedores sociales a muchas familias, antes de clase media. De ahí que el plan de reactivación económica que se espera del nuevo gobierno vaya dirigido, tanto a empresas, como a comercios, al sector primario y a la construcción, con iniciativas atractivas para la implantación de negocios en la ciudad y la formación de jóvenes sin estudios abocados al paro o desempleados de larga duración a los que ya nadie contrata. Pendiente queda la recuperación de áreas industriales degradadas, caso de Oreitiasolo, Ansoleta, Betoño o Gamarra.
En el apartado de infraestructuras, sin duda, el proyecto al que el PNV va a intentar agarrarse esta legislatura es la ampliación del tranvía hacia Salburua en cuanto cierre la financiación con el Gobierno Vasco para costear una obra que se puede completar con la conexión con el tren en una terminal complementaria a Dato en Las Trianas. Esta mejora del transporte irá acompañada de la compra de más autobuses urbanos -la flota actual es vieja- y en cartera está la implantación de los denominados buses rápidos como alternativa para barrios como Zabalgana a los que no llega el tranvía. La transformación física de Gasteiz podrá empezar a vislumbrarse igualmente en la modernización de los viejos barrios, con la rehabilitación de viviendas y la creación de espacios públicos y parques. Una actuación que arrancará por Coronación, siempre que se cumplan los planes del Gobierno Vasco, para extenderla después a Adurza, Ariznabarra, Zaramaga, Aranbizkarra o Abetxuko. La intervención física en la ciudad pasa igualmente por dotar a los nuevos barrios de servicios e infraestructuras pendientes de pasadas legislaturas, sobre todo, la finalización del centro cívico de Zabalgana.
Sin embargo, todas estas previsiones se van a topar enfrente con mil y una dificultades. Las principales, la deuda que arrastra el Ayuntamiento, con sociedades como Ensanche 21 y Tuvisa en números rojos y las millonarias indemnizaciones a pagar, por sentencia judicial, como consecuencia de expropiaciones de terrenos mal hechas a lo largo de las últimas décadas. El PNV no ha aclarado todavía si va a subir los impuestos -únicamente que va a reducir el IAE que Maroto incrementó a las empresas-, pero ya ha advertido de que no se podrán bajar, porque urge recaudar si el gobierno no quiere embarcarse en otra legislatura de recortes.
La mano del primer alcalde euskaldun de la ciudad se dejará ver también en el fomento del uso normalizado del euskera, la recuperación de programas perdidos como el de ocio juvenil Gauekoak o el apoyo económico a la cooperación al desarrollo y los colectivos sociales. Y en el apartado cultural se espera un aumento de la inversión, entre otras iniciativas para potenciar el patrimonio de la ciudad como forma de atraer turismo cultural, reforzar las escuelas de Folklore y Artes y Oficios, y enfocar el Casco Viejo como centro neurálgico y difusor de la cultura euskaldun. Más complicado lo tendrá Urtaran para dar la vuelta al fracasado modelo de participación ciudadana y abrirlo a las consultas populares vinculantes; eso sí, en contados casos que generen división social, caso del fracking. No quiere el alcalde más fractura social en su cuaderno de bitácora.