aún no tienen derecho a voto, pero lo han ejercido simbólicamente para reivindicar una de esas grandes cuentas pendientes de la comunidad internacional: la educación de calidad, gratuita, inclusiva y equitativa, así como la formación continua para todos los niños, vivan éstos donde vivan. En pleno siglo XXI, en un contexto de crecientes desigualdades, se cuentan todavía por millones los niños que siguen sin poder acceder a la escuela en su primera infancia. En África Subsahariana, por ejemplo, sólo un 18% tiene a su alcance la enseñanza preescolar. Además, el número de pequeños sin escolarizar en la enseñanza primaria universal ascendía hace sólo cuatro años a 57 millones, la mitad de los cuales vivía en países afectados por conflictos. En algunos de ellos, las niñas, por el mero hecho de serlas, son perseguidas, atacadas con ácido o incluso asesinadas si osan ir a la escuela.
La plaza de la Virgen Blanca de Gasteiz escuchó ayer el clamor de decenas de escolares vascos en favor del cumplimiento real y efectivo del derecho a la educación a lo largo y ancho del planeta, cuyos colegios, más de un centenar, han tomado parte en la Campaña Mundial por la Educación (CME), impulsada por ONG, sindicatos del entorno educativo, escuelas y movimientos sociales de medio mundo. 20 de estos centros son alaveses y en ellos estudian más de 1.000 chavales. Una pequeña representación de todos ellos hizo oír sus demandas en pleno corazón de la capital alavesa, al igual que ha sucedido en otra treintena de ciudades del Estado. A Escolapios y Egibide de Gasteiz acompañaron los jóvenes alumnos de otros tres centros vizcaínos, San José de Calasanz de Santurtzi y Sagrado Corazón y Jesuitas de Bilbao.
Armados con pancartas y mensajes favorables a una educación universal, los cinco grupos confluyeron junto al monumento a la Batalla de Vitoria, donde fue colocada una urna que poco a poco recopiló las demandas de cada centro. Antes de todo ello, Víctor, un joven alumno de Educación y Control Ambiental de Jesús Obrero, incidía en los motivos que a él y muchos de sus compañeros les han empujado para implicarse en esta campaña: “Hay mucha gente en el mundo que no tiene acceso a la educación y eso es lo que queremos reflejar”.
También tomó la palabra, esta vez micrófono en mano, Cecilia, una educadora boliviana comprometida con la enseñanza universal desde la perspectiva de género. “Hay que reafirmar hoy más que nunca nuestro compromiso por una educación de calidad y para todos”, animó a los chavales. Cecilia evocó el recuerdo de la joven estudiante y activista paquistaní Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz en 2014, que cuando sólo tenía 15 años fue víctima de un cobarde atentado de un grupo terrorista vinculado a los talibanes. “La voz de Malala es la voz de los jóvenes”, recordó Cecilia. Repleta la urna, los jóvenes hicieron llegar sus demandas a la presidenta de la comisión de Educación del Parlamento Vasco, Estitxu Breñas.
A partir de ahora llega el momento de los compromisos institucionales, habida cuenta de que este 2015 es un momento “histórico”, según las ocho ONG que han dado forma a esta campaña en Euskadi. No en vano, hace ya 15 largos años, la ciudad de Dakar (Senegal) acogió un Foro Mundial sobre la Educación en el que se llegó a un compromiso global para lograr la educación universal... en 2015. El camino es extremadamente largo todavía, como resulta evidente.
Además de para hacer balance, este ejercicio va a servir también para impulsar nuevas propuestas en dos nuevas reuniones internacionales. La primera tendrá lugar el próximo mayo en Corea, donde la CME reclamará que los nuevos objetivos en materia de educación incluyan un compromiso “expreso” en favor de la equidad, del acceso a una educación de calidad y de la inversión en docentes. La segunda, tendrá como marco la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se establecerán los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible. “Los gobiernos deben comprometerse activamente en la construcción de ambas agendas, velando por que la educación sea un objetivo en sí mismo y ocupe un lugar central”, exigen los impulsores de la CME.