la iniciativa Gora Gasteiz puso punto final el pasado sábado 18 a un intenso recorrido de cinco meses que ha devuelto a la capital alavesa el color, la amabilidad y la pluralidad que siempre ha llevado como banderas, frente a esa voz uniforme, gris, que ha propiciado una fractura social con pocos precedentes. El camino ha sido agotador, pero fructífero, un fiel reflejo de lo que aconteció hace justo una semana en las calles de Vitoria. “La ciudadanía crítica ha dado un paso adelante y ha dicho que no se va a dejar enredar”, enfatiza Rosabel Argote, una de las impulsoras de Gora Gasteiz. Un paso adelante en común, aglutinador, que ha puesto de relieve que esa ciudad abierta con el diferente ya existía desde mucho tiempo atrás, pese a estar fraguada desde dinámicas y respuestas muy distintas. Tras encontrar y llenar de contenido ese espacio de respuesta al pensamiento institucional único, Gora Gasteiz dice adiós, pero su color no está dispuesto a apagarse. “Nos disolvemos, pero no podemos decir que en otro momento de alarma social, en el que haya que unirse y responder, no vayamos a hacerlo”, advierte Argote.

Acompañan a la también portavoz de la Comisión de Ayuda al Refugiado (Cear) en Euskadi otras dos de las miles de voces que han plantado esa semilla de Gora Gasteiz en un terreno ahora aún más fértil, Ainhoa Garagalza y Montse Viloria. La primera, integrante de Goian, el proyecto comunitario del Casco Viejo. La segunda, una vecina como tantas que un buen día se sumó a la causa a título individual. “Había una idea común que mucha gente pensaba en su casa y Gora Gasteiz la ha aglutinado. Se ha visto que la lucha uno por uno no tiene tanta fuerza”, reflexiona Viloria. El movimiento, de hecho, nació de esa “intuición” compartida por muchos vecinos -según recuerda Argote- de que no se encontraban solos en su anhelo de una ciudad integradora, donde la exclusión no tiene cabida. “El 18 de abril ha sido muy importante, pero lo que más me gusta es el proceso que hemos hecho para llegar hasta aquí”, apunta Garagalza.

Todo comenzó el 19 de noviembre, con la presentación en sociedad del manifiesto de Gora Gasteiz y su firma pública por part e de 50 personas referenciales de distintos ámbitos de la sociedad local. Un golpe en la mesa en respuesta al enrarecido clima social generado por las andanadas del alcalde, Javier Maroto, contra parte del colectivo inmigrante, en el marco de su apuesta por restringir la RGI, al que no tardaron en sumarse colectivos y vecinos de toda condición. “Gora Gasteiz se propone fomentar una ilusión renovada por ser ciudad respetuosa, huyendo de rancios esquemas reduccionistas y visibilizando nuestra pluralidad”, rezaba el manifiesto.

A partir de ahí, las iniciativas comenzaron a sucederse, haciendo de Gora Gasteiz una marca cada vez más reconocible. Primero con una marcha montañera que congregó a alrededor de 100 personas, después con la carroza de Carnaval, una dinámica que implicó a más de 300, más adelante con las siete conferencias organizadas en torno a la islamofobia, la inmigración, la diversidad o las rentas básicas, con alrededor de 500 asistentes, hace escasas semanas con una marcha en bicis... Un recorrido que concluyó con la multitudinaria fiesta del 18 de abril, apoyada por decenas de comités de empresa, sindicatos y todos los partidos políticos con representación en Álava -salvo el PP-, que según Argote “sobrepasó todas las expectativas”.

amor de verano Más de 1.000 personas colaboraron de una u otra forma en la organización de la jornada, en la que participaron activamente varios millares más procedentes de numerosos puntos de Álava y el resto de Euskadi. “Todo esto ha tejido una red que da mucha energía”, advierte Viloria. “El amor de verano se ha terminado, pero tenemos los teléfonos y seguimos conectados”, añade Argote, evocando esas largas noches de reuniones en las que los impulsores de Gora Gasteiz, divididos en comisiones, fueron dando forma a la gran despedida.

Durante este tiempo, la utilización de un lenguaje “positivo” ha sido otra de las grandes señas de identidad de la iniciativa, una actitud que entronca con ese modelo de ciudad “tranquila y pacífica” en la que sus valedores quieren vivir. No respondiendo “al odio con más odio”, aun cuando ciertas declaraciones públicas den pie a ello. Sin ir más lejos, las realizadas el pasado lunes por el propio Maroto al ser cuestionado por la fiesta de Gora Gasteiz, que no se despeinó al afirmar “que Bildu, a través de sus herramientas habituales, ha hecho de Vitoria este fin de semana un lugar de encuentro de todos los batasunos del País Vasco (...). El mensaje que más se oía era el de presoak kalera”.

Un día después, en el Ayuntamiento, todos los partidos a excepción del PP apoyaron a Gora Gasteiz y agradecieron su discurso “en positivo”, tras una comparecencia en la que los impulsores de la iniciativa evitaron entrar al trapo del primer edil y quedar a su altura. “Nos instó a entrar en un debate que no nos interesa, porque aquí estamos hablando de racismo y xenofobia. Somos muy conscientes de que nos quieren marcar una agenda para distraernos de lo importante, pero no hablamos de pluralidad política. ¿Que si había batasunos en la jornada? Los habría, pero eso también es color”, remarca Argote, que precisamente tomó la palabra en el Consistorio.

Una vez dada esta respuesta tan festiva como reivindicativa, “clara y contundente” a juicio de Garagalza, llega el momento de pasar página y seguir trabajado por una Gasteiz mejor desde los distintos colectivos que integran su rico tejido social. “Hay un montón de grupos trabajando en todo esto y ahora se han tejido unas redes que van a mejorar ese curro. Gora Gasteiz ha sido el catalizador”, insiste la integrante de Goian, otro proyecto integrador amenazado por la tijera del alcalde. “Nos disolvemos con la urdimbre hecha”, añade por su parte Viloria, para quien todo lo vivido durante los últimos cinco meses ha sido “una gozada, un regalo”.

Cuestionadas sobre un posible efecto bumerán hacia el alcalde en las próximas elecciones por su beligerante postura en torno a la RGI, prefieren dejar esa reflexión para los analistas. “No vamos a pedir votos. Que cada uno haga un ejercicio responsable y ya está”, zanja Argote.