vitoria - Para muchos progenitores, viajar con bebes o niños pequeños supone una logística de tal envergadura que dan ganas de quedarse en casa. Y si encima es sobre dos ruedas, la complejidad del periplo se multiplica por mil. A favor: poder vivir una experiencia única con múltiples beneficios para toda la familia y en especial para los txikis. Andoni Rodelgo, natural de Ermua, acaba de publicar el libro El viajero y su mundo en bicicleta, donde relata un viaje que ha durado siete años, por cinco continentes y en el que han recorrido 75.000 kilómetros. Junto a él, su mujer Alice, dos hijos y dos bicicletas. Tal y como explica, el viaje comenzó en 2004, regresaron a casa en 2007 y al ver que no se adaptaban a la rutina, decidieron retomarlo. Pero esta vez tenía un pasajero: su hija Maia, que nació ese mismo año. Estaban deseosos de enseñar a su pequeña “el mundo tan maravilloso” que habían encontrado.
Atravesar el Tíbet, días con clima infernal, lluvia y temperaturas de -20 grados, nunca les frenó ni les planteó tirar la toalla. “Han sido momentos puntuales que los veíamos como una recompensa al final del camino.
En 2011 nació Unai y se incorporó a la aventura familiar. Los dos pequeños se han adaptado perfectamente a la vida de los padres. “Te cambian un poco el ritmo y ya no te metes en sitios a los que irías en pareja pero los niños, mientras estén con sus padres, acaban por querer ir a cualquier lado”, afirma Andoni.
Kiwizibidaia Otra experiencia que despierta la curiosidad de quien los conoce es el viaje a Nueva Zelanda que realizaron en 2010 los donostiarras Mikel Bringas y Rosa Lizaso junto a sus hijos Eki y Lur, de cinco y dos años. Tres meses en los que recorrieron el país a bordo de un tándem donde viajaban Mikel y Eki, junto a Lur que iba en un remolque. Rosa, por su parte, pedaleaba en otra bici con gran parte del equipaje. Se alojaron mayoritariamente en campings y en esta ocasión también plantaron su tienda de campaña en granjas o en casa de familias de la Warm Shower List, la red de alojamiento para cicloturistas.
En este tipo de viajes, para ellos es fundamental tomárselo con calma. De hecho, no pedalean más de dos o tres horas al día e intentan aprovechar las siestas de los críos. “No queremos forzarles. El 80% del tiempo van dormidos y cuando se despiertan vamos charlando o comentando lo que vemos”, aseguran. La familia recopila éste y otros muchos viajes en su web (https://bizibidaia.wordpress.com). La última aventura les ha llevado hasta Senegal. - R. Mtz. de S.V. / DNA