la construcción de estaciones depuradoras o las labores de limpieza puntuales no han liberado a esa Álava con impronta green de una mochila pesada, la que arrastra desde hace años por los altos niveles de contaminación que sufren sus ríos. Los análisis de sustancias tóxicas que periódicamente elaboran las instituciones con competencias hidrológicas no dejan en el mejor lugar a las cuencas del territorio. No solamente al Zadorra, el punto negro por excelencia dentro de sus límites geográficos, sino a otros ríos con un extraordinario potencial pero muy castigados por la mano del hombre, como el Bayas, el Omecillo, el Ayuda o el Inglares, sólo por citar cuatro ejemplos. “Tenemos una red hidrológica bestial que no hemos cuidado nunca”, resume en este sentido Andrés Illana, portavoz de Ekologistak Martxan.

Basta con echar un rápido vistazo al Libro del Agua que en el año 2001 editó la Diputación alavesa para comprender la magnitud de este problema. Ya hace 14 años, el ente foral enumeraba cuatro puntos negros muy concretos por su mala calidad desde el punto de vista de la contaminación y la vida piscícola: la cuenca del Zadorra, principalmente en el entorno de Agurain, la del Omecillo, la del Bayas y la zona del Alto Nervión. La situación a día de hoy, lejos de mejorar, “sigue prácticamente igual”, según lamenta Illana.

El último informe anual sobre sustancias peligrosas elaborado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) dictaminó, de hecho, que el Zadorra fue en el año 2013 el río que registró “un mayor incumplimiento de las normas de calidad ambiental en el agua”, con valores superiores al límite fijado en el caso del llamado hexaclorociclohexano, un tipo de pesticida. Además, las concentraciones “más altas” de mercurio de toda la Cuenca del Ebro se midieron en el Zadorra, junto con otros ríos como el propio Ebro, el Cinca o el Gállego.

En 2010, la CHE detectó también en el Zadorra, entre Gasteiz y Trespuentes, concentraciones “elevadas” de PAHs, los denominados hidrocarburos policíclicos aromáticos, compuestos procedentes del petróleo, el carbón y depósitos de alquitrán, contaminantes a todas luces, y según la comunidad científica altamente cancerígenos en algunos casos. El estudio también apuntó a los altos niveles de cadmio, cobre y cromo detectados aguas abajo de Vitoria, compuestos procedentes de la intensa actividad industrial de la capital.

La problemática del Zadorra no sólo toca a Trespuentes, donde la acumulación de lodos tóxicos dificulta su normal tránsito y además alimenta las inundaciones, o a Gasteiz, sino que se extiende también aguas arriba, hasta Agurain, donde el río sufre otra importante presión de la industria. “En algunos puntos como éste, es una verdadera cloaca”, asegura sin titubear Illana. Pese a que ahora, debido a las intensas lluvias, el caudal baja muy crecido y la situación se disimula, el río muestra durante el verano su peor cara. “Está muy machacado desde el nacimiento”, insiste el portavoz ecologista. Aunque también es cierto que la directiva europea puede ser demasiado exigente en algunos casos, un argumento al que suele agarrarse por ejemplo la CHE, no conviene quitarle hierro al asunto.

Al margen de las derivadas de esa actividad industrial, el territorio cuenta con distintas zonas vulnerables a la contaminación de las aguas por los nitratos y fosfatos procedentes de la actividad agraria, un mal que afecta “a casi todos” los ríos del territorio, según advierte Illana. La propia Agencia vasca del Agua (URA), en su último informe anual, apuntó a que los tres sectores que conforman esta área vulnerable mostraron el año pasado “un ligero repunte” de las concentraciones de estos compuestos respecto a 2013, por lo general procedentes de los pesticidas y los abonos agrícolas.

Un indicador claro de la mala situación que por lo general arrastran las cuencas alavesas es, según Illana, la escasa presencia de la nutria en sus inmediaciones, un animal “muy ligado a los ríos” y que ha experimentado una “recuperación espectacular” en el resto del Estado. Illana mira a comunidades limítrofes con el territorio como Navarra o la Rioja, a la Cuenca del Ebro, donde la nutria ha vuelto a encontrar su espacio, a diferencia de lo que sucede en Álava, que observa ejemplares con cuentagotas.

“Eso indica que no tienen comida, que la calidad del ecosistema no es el mejor. Algo pasa con la fauna piscícola, que no se acaba de recuperar”, insiste Illana. Este animal se alimenta fundamentalmente de peces y cangrejos. “Hace unos años había peces de todos los colores en nuestros ríos. Ahora, para ver sólo uno cualquiera se las ve mal”, añade el portavoz de Ekologistak Martxan.

¿soluciones? El portavoz ecologista apunta a la recuperación del Zadorra “en todo su recorrido” como la primera medida que debería tomarse para mejorar la situación. También, a la reducción de los vertidos industriales y a la recuperación de la vegetación de las riberas de los ríos, que ejerce como barrera para limitar su contaminación por nitratos. “Tenemos una agricultura muy intensificada que no le viene bien a los ríos. Habría que crear una barrera de vegetación más larga, densa y bien estructurada, para proteger a los ríos de la contaminación”, sugiere Illana, quien cree que la separación mínima entre una finca y el cauce del río debería ser siempre de un mínimo de cinco metros.

Las instituciones también se mueven, pero las soluciones no acaban de llegar. Por ejemplo, la asamblea de usuarios de URA aprobó recientemente varias “directrices rectoras” para el ciclo de planificación hidrológica que incluyen, de aquí a 2021, la reducción de la contaminación de origen urbano y la mejora de la inundabilidad. Recientemente, la consejera de Medio Ambiente Ana Oregi conoció in situ la gravísima situación del Zadorra a su paso por Trespuentes y fuentes de su departamento aseguran que vienen trabajando “desde hace mucho tiempo” en la recuperación de este punto negro. Con todo, han declinado realizar valoraciones más concretas a este periódico sobre qué actuaciones se pueden esperar en adelante.

“Los problemas son los de siempre, están ahí. El Gobierno Vasco, la CHE, la Diputación y el Ayuntamiento los conocen y habrá que empezar a tomar cartas en el asunto, tratando a los ríos como ecosistemas, no como tuberías para transportar deshechos”, zanja Illana.