el de ayer era el día de la resaca en Errekaleor. Veinticuatro horas después de que la Policía Local vitoriana entrara al barrio para escoltar a los operarios de Iberdrola que retiraron el suministro eléctrico al barrio, la plataforma Errekaleor Bizirik convocó una concentración para protestar por lo sucedido, y una rueda de prensa para anunciar que las cosas seguirán como hasta ahora en el barrio vitoriano, aunque de momento sin luz eléctrica.

La tensión vivida el día anterior, cuando se recibió a la Policía con una cacerolada que fue respondida con una carga que dejó un herido, se había disipado ayer, aunque el malestar entre los jóvenes okupas era evidente. Ya el mismo martes por la tarde varias decenas de ellos se manifestaron en la plaza de la Virgen Blanca para protestar contra la actuación llevada a cabo por la mañana en el barrio, y ayer el campus de Álava, en el entorno del aulario de Las Nieves, apareció lleno de pintadas alusivas a los incidentes del día anterior. A las puertas del singular edificio donde los universitarios acuden a estudiar, varias decenas de jóvenes se concentraron. El lugar no era improvisado. El proyecto de Errekaleor Bizirik nació en la Universidad.

La cita posterior fue en el mismo barrio. Un día después del corte del suministro eléctrico y de la carga policial, la única señal de lo sucedido eran las guías desnudas de un cableado ya inexistente, tras una noche a la luz de las velas.

En la plaza del barrio, los portavoces de Errekaleor Bizirik analizaron lo sucedido. La entrada de Iberdrola en el barrio se justificó por la presentación de un informe del Ayuntamiento vitoriano y de Ensanche 21, la sociedad municipal propietaria de las viviendas, en el que se aseguraba que las tomas eléctricas de los bloques de viviendas presentaban “numerosas y muy graves irregularidades”. Según los técnicos de Medio Ambiente, Espacio Público y Urbanismo, en las casas no había fusibles de seguridad, ni protectores para los contadores, ni interruptores de control de potencia, y los cables que iban a las viviendas “suben por las escaleras, y se encuentran accesibles y sujetos de forma irregular”.

Además, señalaba el informe, los contadores habían sido puenteados, “por lo que el consumo no puede ser facturado ni es posible controlar la potencia demandada”.

Dentro de los pisos, donde no se detectaron cuadros de mandos con interruptores generales automáticos, los cables “están empalmados con simples terminales y prolongados con bases múltiples o ladrones a lo largo de las diferentes estancias de la casa”. Los pisos, señalan los técnicos, tampoco disponen de red de tierra.

informe “impreciso” Ayer la plataforma respondió al informe, “impreciso y lleno de generalidades”, señalando que el mismo se redactó basándose “únicamente en la inspección de unas pocas viviendas”, y sirvió para “desmantelar el cableado de todo el barrio”, dejando sin luz incluso a dos personas que tienen su vivienda en propiedad. “El Ayuntamiento quiere echarnos del barrio y mediante la coacción quieren que el día a día se vuelva imposible; es una táctica de desgaste para que nos vayamos por nuestro propio pie, y para conseguirlo no les importa violar derechos tan básicos como el acceso a la luz”, señalaron los okupas, quienes quisieron remarcar el hecho de que en un primer momento se achacara la necesidad de desalojar el barrio a la supuesta insalubridad de las viviendas, que el informe municipal descartó. “Ahora parece que se trata de la red eléctrica”, explicaron, “pero esta vez no han avisado a nadie”. Para Errekaleor Bizirik, la actuación del martes fue “una estrategia del Departamento de Industria del Gobierno Vasco junto con Iberdrola”, y en ese sentido se preguntaban “por qué no esperaron a la reunión que se iba a celebrar esa misma tarde en el consejo de Ensanche 21”, a la que “el PNV ni siquiera apareció, cuando es uno de los responsables”, a juicio de los jóvenes, de lo sucedido en el barrio.

oídos sordos En lo relativo a los hechos del martes, Errekaleor Bizirik hizo su relato de lo sucedido. “Se hizo un llamamiento a través de las redes sociales y los medios de comunicación y la respuesta fue numerosa e inmediata, un gran numero de personas se acercaron al barrio para demostrar su apoyo”. La tensión iba en aumento, y “visto que hacían oídos sordos a nuestras explicaciones, decidimos hacer una sentada enfrente del cableado para poner de manifiesto la disconformidad del barrio con esta actuación. Tenemos claro que este no es el proceder; aparecieron sin previo aviso, arrancaron el cableado eléctrico del barrio, lo llenaron de policías, y todo ello con una actitud arrogante, misógina y sin sentido”.

Los jóvenes, que agradecieron a los propietarios de la primera grúa a la que se llamó para desmontar el cableado que se negara a ir al barrio “por principios”, denunciaron que la Policía Local actuara “porra extensible en mano”, dejando a una persona herida en una mano, y criticaron también la veintena de identificaciones realizadas. La plataforma afirmó que “a algunas de estas personas se les acusó de resistencia y atentado a la autoridad, por el mero hecho de no levantarse del suelo”.

Por ahora, la idea de la plataforma es seguir en el barrio. Se ha creado un grupo de trabajo que está buscando fórmulas para suministrar energía eléctrica a las viviendas, y se sigue adelante con todos los proyectos puestos en marcha en estos dos años. “Llevamos meses trabajando para revitalizar el barrio y si de verdad creen que una acción como ésta nos va a echar atrás no nos conocen bien. Seguiremos con el proyecto de volver a dar vida a la escuela infantil, seguiremos comiendo berzas de nuestra huerta, seguiremos con el cine de los martes, seguiremos sacando sonido a nuestros instrumentos y defendiendo con fuerza que el derecho a la vivienda es básico y primordial”, señalaron los jóvenes.

Los miembros de la plataforma fueron los primeros okupas que entraron al barrio vitoriano, pero con el tiempo las 192 viviendas vacías han supuesto una tentación para indigentes y familias nómadas que carecen de un techo bajo el que cobijarse. Según denunciaron los miembros de Errekaleor Bizirik a este medio, la propia Policía Local de la capital alavesa remitía a personas sin hogar al barrio con el intento de “criminalizar” al colectivo juvenil.