Les está tocando sacar adelante la UAGA en un momento complicado para el sindicato. ¿Cómo lleva esto de ejercer de portavoz, aunque sea temporalmente?

-Se lleva como se puede, porque tienes que juntar los problemas que te genera tu trabajo con la portavocía del sindicato. De todas formas nos hemos repartido el trabajo no sólo entre los seis miembros del comité sino entre los 18 que formamos parte de la junta provincial, y así se lleva algo mejor. Al menos no hay que andar en Vitoria casi todos los días como le pasaba a la anterior ejecutiva.

El que hasta ahora presidente de la UAGA, José Antonio Gorbea, no ha querido repetir candidatura, entre otras cosas, por el tiempo que le quita a su trabajo como ganadero. ¿La solución es liberar el cargo y empezar a cobrar un sueldo, como acaban de hacer en otras asociaciones?

-En la UAGA ni el presidente ni el vicepresidente son cargos liberados ni cobran sueldo alguno. Es algo a lo que siempre se ha decidido renunciar por filosofía, aunque los estatutos permitirían esa posibilidad. Pero no, aquí no tenemos cargos liberados.

En la rueda de prensa de su presentación animaron a los afiliados y afiliadas de la UAGA a dar un paso adelante. Son casi 1.500 pero ninguno ha querido presentarse como candidato a presidir la asociación.

-Nosotros nos hemos comprometido a que el sindicato no se pare y sobre todo, como poníais en el titular del otro día, azuzar a los socios para que se comprometan.

Pero en Álava tradicionalmente los profesionales del agro se han caracterizado por la lucha y la reivindicación. ¿Se ha perdido ese espíritu de compromiso con su oficio?

-Al final nosotros los agricultores y ganaderos no somos ajenos a lo que sucede en el sistema y a la sociedad en la que vivimos, donde parece que todo se soluciona yendo a votar y eligiendo unos cargos que te representen. Luego, como ya hemos votado, no tenemos nada más que hacer. En realidad es todo lo contrario, votar una candidatura no hace que te descargues de responsabilidades. En la UAGA es más importante participar que votar. Lo fundamental es estar ahí, proponiendo cosas y ayudándonos entre todos. En vez de quitarle las fincas al de al lado, apoyarlo para que le salgan bien las cosas. Tenemos que salir fortalecidos de este proceso.

¿No es complicado estar unidos y animarse a participar dentro de un colectivo tan amplio y diverso?

-Estar afiliado en la UAGA no es ir a una asesoría y preguntar qué hay de lo mío. Lo importante es el compromiso de apoyar al compañero. Las cosas entre todos se sacan adelante, como no se sacan es si lo hace cada uno por su parte, individualmente.

¿Su objetivo principal mientras lideren la UAGA es entonces encender de nuevo el espíritu participativo de las bases de la asociación?

-Principalmente, que la afiliación entienda e interiorice que no por ser muchos somos más fuertes, y que a la hora de defenderte de cualquier situación externa que pueda llegar, mientras estemos unidos, o al menos concienciados, de que en grupo los problemas se resuelven más fácil, nos irá mejor. Igual siendo menos pero más comprometidos la fuerza y presión que podemos hacer es mayor. No podemos seguir pidiendo cosas porque somos el sector mayoritario si no hacemos nuestros deberes.

¿La solución pasa por volver a la figura de secretario general y olvidarse de elegir a alguien de dentro para liderar el sindicato?

-En los estatutos actuales se eliminó la persona de secretario general porque en su día escoció internamente cómo funcionaba, pero si ahora la mayoría de la afiliación pide volver a esa figura nosotros no podemos decir que no. De todas formas un secretario general siempre estará supeditado a la ejecutiva, y siempre tendría que haber un presidente. No sería un cargo de plenos poderes, aunque el día a día lo lleve una persona con cierto poder de decisión.

La UAGA es desde hace tiempo una institución políticamente incómoda para las administraciones.

-Somos una institución fuerte creada por sus propios afiliados, que son los que la han convertido en lo que es hoy en día. Todos los partidos políticos quieren controlar la UAGA, pero no somos de ningún partido. Al final a los partidos les planteas cualquier petición y son incapaces de hacer nada, sólo te piden que les apoyes y luego si te he visto no me acuerdo.

Quedan dos meses para las elecciones. ¿Qué le pide la UAGA a los partidos que optan a la Diputación Foral de Álava?

-Sobre todo lo que les pediríamos es que se sitúen en la realidad tal cual es, sin vender humo, porque en eso son especialistas. Que bajen a la realidad del sector y de la gente. Tampoco vamos a pedir nada en especial porque creo que no tenemos derecho a pedir cuando nosotros no hemos hecho los deberes en casa. Primero es eso, y si lo hacemos bien no tendríamos que pedir nada a nadie.

¿Cómo ve el futuro de la agricultura y la ganadería en Álava?

-Aquí hay una cuestión que sí es un recado para las instituciones y los partidos políticos alaveses. En Álava tenemos un problema para el futuro de nuestro sector en el territorio, y es la macrocefalia de Vitoria y el ninguneo del mundo rural alavés. No se hace nada por ayudar realmente a la gente nueva que quiere lanzarse a la agricultura y la ganadería, que en esta provincia cada vez son más.

¿Por qué se quedan por el camino?

-A nosotros nos viene gente, cada vez más como digo, que quiere iniciarse en el sector primario, pero la administración pública no tiene herramientas para ayudarles. No hablo de adquirir tierras, que es algo relativamente sencillo. Pero lo que no es nada sencillo es el acceso a una vivienda en el medio rural, y una cosa va unida a la otra. Para la gente que quiere iniciarse en el mundo rural el acceso a la vivienda y el acceso a tierras no están una por encima de otra. Sin una, no hay otra.

Así que el problema no es tanto de falta de gente dispuesta a crear nuevos negocios agrícolas o ganaderos.

-¿Cuantas llegadas al sector primario ha habido los últimos años que no sean traspasos de padres a hijos? Muy pocas, cuando te aseguro que hay gente con inquietudes que sí que quiere animarse. Me viene a la cabeza por ejemplo un movimiento denominado re-vuelta al campo, que tiene ese objetivo. El problema es que si alguien de Vitoria quiere ir a un pueblo y vivir del campo necesita un techo, y la mayoría de los pueblos alaveses están como están. En el pueblo medio alavés, de cien casas sólo están habitadas diez. El resto son de gente que se ha ido a Vitoria, o están en ruinas y no se quieren arreglar. No hay interés en que la gente abandone la ciudad y se vaya a vivir a un pueblo.

¿Y qué soluciones plantea para revertir esa situación y que en Álava surjan nuevos proyectos en el sector primario?

-Todo depende de la voluntad de las personas. Ahora mismo un agricultor que se jubila puede perfectamente ceder sus tierras a otra persona, pero muchos prefieren seguir cultivando, como les permite la Ley, aunque con eso estén parando la llegada de nuevas personas, incluso a veces parientes que quieren incorporarse. Si estás cobrando una pensión no necesitas cultivar la tierra para seguir viviendo de ello, deja que el proceso siga y da paso a gente joven. Es algo que también tiene mucho de egoísmo personal, pero allá cada uno. Es triste, porque aunque hay algunas ayudas normalmente las explotaciones siempre pasan de padres a hijos, raro es el que entra nuevo.

Hablaba antes de la macrocefalia de Vitoria y el ninguneo a los pueblos.

-Eso es. Hemos llegado a un punto en el que en Álava un ganadero es un apestado en los pueblos, aunque haya habido ganado desde siempre. De repente una granja ganadera lleva décadas en un sitio y como los gestores de los Ayuntamientos van sacando normas urbanísticas para construir la van acorralando cada vez más. Luego llegan las denuncias y los follones.

¿Estamos convirtiendo los pueblos en pequeñas ciudades?

-El problema es que para algunos Ayuntamientos su prioridad es tener iluminado el pueblo como para que puedas leer un libro de noche en la calle, en lugar de ser consciente de que vives en un pueblo y puede haber cosas que ayuden más a sus habitantes que eso. La cuestión es que los que toman esas decisiones no tienen ninguna inquietud por vivir en el pueblo. Tienen otras prioridades que son totalmente ajenas a los que vivimos aquí, como gastarse 100.000 euros en cubrir una bolera que no se usa nunca. Absurdeces, cuando con ese dinero podías hacer algo para favorecer que venga alguien a vivir al pueblo y generar economía local, instalándose para vivir de la agricultura o la ganadería. Además los que toman las decisiones ni siquiera suelen estar empadronados en el pueblo.

Explíquese.

-Por ejemplo, aquí en el municipio de Lagrán, que tiene tres pueblos (Lagrán, Pipaón y Villaverde), hay empadronadas 155 personas, pero vivimos treinta vecinos. El resto es gente que vive en Vitoria, pero son los que luego cuando llegan las elecciones acceden a los puestos de concejales y a la alcaldía. En estos momentos por ejemplo tres concejales no viven aquí, y solo uno que es el alcalde es el que ha estado viviendo del sector agrario. Como con los concejos. Ninguno de los tres que están llevando aquí los concejos viven en el pueblo.