vitoria - Consejos puede vender, porque también tiene para ella. La joven que logró el año pasado un merecidísimo reconocimiento profesional y mediático por la rompedora colección My pony loves pink (que significa a mi pony le gusta el rosa, ¡toma ya!) es ejemplo de talento pero, muy especialmente, de constancia. De su boca no sale otra cosa que la palabra trabajo. Justo lo que acaba de encontrar en Vitoria, la ciudad donde nació en 1991, tras cinco años viviendo en Barcelona. Hoy, Amaia Sáez de Buruaga estará en El Boulevard para participar en el ciclo de encuentros organizados por el centro comercial con motivo de la campaña de primavera. Una buena oportunidad de descubrir de mano de esta emprendedora y viajera incansable las claves para salir adelante en una profesión tan competitiva.
Esos colores tan vivos, esas estructuras tan atrevidas... Confiese: usted no es vitoriana.
-No sé ni yo todavía si lo soy (risas). Es cierto que el vitoriano es más conservador. Cuando vivía en Vitoria, reconozco que me resultaba complicado mezclar esos colores en mi indumentaria y salir a la calle sin que hubiera miradas. Quizá el clima nos cohíbe a la hora de usar colores. Pero, poco a poco, tal vez con lentitud pero poco a poco, la ciudad va avanzando.
Entonces, ¿es cierto o no que la ropa refleja nuestra personalidad?
-Sí, sin duda. Es parte de nuestra personalidad. Todo dice de nosotros: la postura, la mirada, la forma de expresarnos... Y la ropa es fundamental. Todos la llevamos, hay mucha donde elegir y, al final, nos decantamos por aquel estilo que nos hace sentirnos más cómodos con nosotros mismos.
¿En qué piensa usted, en qué se inspira al diseñar?
-En muchas cosas. Pero, sobre todo, en la infancia. Creo que la infancia es ese momento en el que no tenemos preocupaciones, somos más felices, más despreocupados, nos importa menos el qué dirán y nos damos cuenta de las cosas que tenemos justo delante. Muchas veces los adultos estamos pensando en mañana o en lo que pasará dentro de dos semanas y no vemos el ahora. No lo disfrutamos y luego nos arrepentimos.
¿Y en su día a día refleja esa filosofía o es una ‘Adolfo Domínguez’?
-Un poco de todo. Todos tenemos días de ir de negro y de ponernos colores. Yo procuro tener muy poco negro en el armario, pero a veces peco.
¿Tiene diseñadores de referencia, va usted por libre...?
-Como Amaia, a título personal, sí que tengo diseñadores fetiche: Moschino, Dolce y Gabanna, Óscar de la Renta. Pero como inspiración no cojo a ningún diseñador como referencia.
Y el caso es que, con sólo 23 años, ya ha recibido reconocimientos. Cuéntenos cómo fue ser elegida como una de las mejores promesas de la plataforma ModaFad de Barcelona.
-Fue una pasada. Algo no buscado, así que la sorpresa fue doble. Teníamos que hacer un proyecto de fin de carrera bastante duro y aposté por desarrollar la colección My pony loves pink. ModaFad es una asociación para apoyar a los jóvenes diseñadores y cada año, con la última promoción de las distintas escuelas de Barcelona, elige a dos o tres alumnos de cada una y les permite desfilar en la Pasarela 0.80, que es una de las mejores de España, un auténtico lujo. Así que poder disfrutar de esa experiencia y, tras esa primera selección, haber sido seleccionada como uno de los mejores talentos de ese año fue todavía más satisfactorio.
Dice que no lo buscaba, pero el que no ambiciona rara vez gana.
-Sin duda. A mí me han enseñado que si lo hago, lo tengo que hacer bien, y tengo que poner todo mi empeño y corazón en que salga adelante de la mejor forma posible. De ahí surge el resto. Yo no fui buscando esa repercusión, pero sí que quería transmitir un mensaje y me volqué. El desfile de la colección fue un espectáculo, lo puedo admitir. Procuré que todos los detalles estuvieran controlados. Para poner unas pelucas como las que puse, moví tierra y cielo, lo mismo que para la colección en sí. Pocas cosas compré en España. Todo es de China, Estados Unidos, Alemania, Japón... Tenía que controlar que la confección se realizará en la peletería. En Vitoria también encargué cosas. Me estampaban en un sitio, bordaban en otro... Fue una locura, pero si es lo que quieres hacer, lo tienes que hacer. Nunca se deben dejar las cosas a medias.
Hasta ha lanzado su propia firma: amaiaburuaga. ¿Es de valientes ser, hoy en día, emprendedor?
-Sí, pero quedarte en el sofá no merece la pena. Cada día es un tesoro. Tenemos el regalo de estar aquí, hay que aprovechar cada momento y si no te dan trabajo, te lo tienes que dar tú. E invertir, tanto en nuestro conocimiento, como en trabajo... Hay muchos buenos talentos en este país, muchos jóvenes diseñadores esperando a que surja una oferta laboral y no podemos esperar sin hacer nada hasta que surja. Crear la marca fue la mejor idea que pude tener. No hay que pensar en que da miedo. Hay que ser atrevido.
¿Y cómo es su día a día, entonces?
-Pues ahora mismo estoy embarcada en un nuevo proyecto de moda en Vitoria trabajando para otra empresa. Pero cuando estaba dedicada cien por cien a la marca, cada día tocaba lo que tocaba: controlar cómo iba la producción, encontrar talleres que cosieran bien, hacer números, enfrentarte a mil problemas como autónomo, diseñar estampado, hacer patronaje... Muchas cosas a la vez, que es lo que pasa estando sola. Bastante locura.
Talento o constancia, ¿qué es más importante en su mundo?
-La constancia es fundamental. No puedes dejar nada para mañana. Si crees que debes dormir hoy dos horas, duermes dos, porque mañana te puede salir otra cosa. La moda es un mundo que absorbe mucho y para cuando te das cuenta han pasado los días y está ahí el desfile. El talento también es importante, claro. A veces los diseñadores nos encontramos con que se nos han ido las ideas, la creatividad, y eso supone entrar en un bucle complicado. Hay que estar siempre leyendo, buscando inspiraciones, tocando materiales, viajando mucho, descubriendo nuevas culturas...
¿Y a usted dónde le han llevado esas ganas de empaparse de todo?
-He tenido la suerte de viajar muchísimo. Me he recorrido Alemania, Inglaterra, Irlanda, Nueva York, China... Si vas buscando inspiración igual no la encuentras. Pero estar en sitios distintos, ir a sus librerías, tomar un café, es fundamental. Es muy importante ver.
Así que esos son los consejos que daría a quienes ahora estén estudiando para ser diseñadores.
-Sí. Tienen que ser valientes, constantes, trabajar, dar el máximo de sí mismos, no conformarse, querer siempre más, querer demostrar.
Hablando de nuevas generaciones, en mi época íbamos al colegio en chándal y ahora las niñas acuden con ‘crop tops’. ¿Esto de cuidar tanto la imagen desde la más tierna pubertad no es para preocuparse?
-El mundo de la imagen puede verse como algo frívolo. Al final, es apariencia muchas veces. Los adolescentes hemos sido muy influenciables, muy volubles y hay que tener mucho cuidado con eso. Yo aprendí a no escuchar lo que dijeran los demás, y que se llevase lo que se llevase me tenía que sentir cómoda y seguir siendo yo. Si te gusta cualquier estilo, adelante. Nada está prohibido hoy en día.
Pero hoy en día nos bombardean mucho con las tendencias. ¿Les hacemos caso, pasamos de ellas...?
-Hay marcas del llamado fast-fashion (Inditex, Mango...) que prácticamente te marcan las tendencias porque son las tiendas a las que vas y hay lo que hay, pero hay muchísimas más. Y para mí todo vale, mezclarlas, respetarlas o no... Y conseguir tu estilo.
¿Qué opina del fenómeno de las ‘it-girls’ y las bloggers de moda?
-Cuando aparecieron, para los diseñadores nos resultó un shock. Que sólo por mezclar prendas tuvieran semejante repercusión. Pero sí que es verdad que hay bloggers muy buenas, que hacen muy bien su trabajo y a los diseñadores nos sirven para darnos a conocer. Es otra forma de publicidad y ahora ya son parte de la moda.
Ahora que arranca la campaña electoral y se mide tanto la imagen, ¿qué consejo daría a los políticos?
-Tienen que aprender a sacarse partido, sin duda. Hay que seguir un protocolo para según qué eventos, está claro, pero dentro de ese protocolo hay que saber qué look escoger. Uno sabe, o debería saber, lo que le sienta bien. Les recomendaría personal shoppers.