en la antigüedad, el embarazo tenía un tratamiento muy similar a la enfermedad y las mujeres gestantes, en consecuencia, debían guardar un reposo casi absoluto durante esos nueve meses siempre que su economía familiar lo permitiera. Pero los siglos pasaron, la ciencia avanzó y a día de hoy nadie duda de que la realización de una actividad física moderada y constante mejora tanto la salud como la calidad de vida de cualquier persona, también de las mujeres que están creando una vida nueva en su interior.

La propia Organización de la Salud (OMS) advierte de que el ejercicio es un factor “determinante” para el equilibrio energético y el control de la masa en mujeres con exceso de peso como las embarazadas. Los beneficios para su salud abarcan la reducción de la tensión arterial, la mejora de los niveles de colesterol o el control de la hiperglucemia, la también llamada diabetes gestacional. Otras evidencias científicas certifican que la práctica regular de una actividad física controlada durante la gestación, siempre que la mujer se encuentre sana y el feto tenga una evolución normal, no sólo no tiene riesgos, sino que aporta beneficios, incluso para el feto.

Para las futuras madres, esta práctica mejora también la condición cardiovascular y muscular, prepara al cuerpo para un mejor parto, favorece la corrección postural, acorta el tiempo de la recuperación postparto y aumenta el bienestar psicológico, entre otros beneficios.

Con estos ingredientes, la disponibilidad de un espacio modélico como el Centro de Actividad Física Adaptada Almudena Cid, ubicado en Lakua, y la iniciativa del joven Lander Lozano, era sólo una cuestión de tiempo que las premamás de esta Gasteiz green tuvieran a su alcance un programa de ejercicio de estas características. Lozano, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, entrenador del equipo de baloncesto en silla de ruedas Zuzenak que, precisamente, gestiona esta infraestructura municipal y que ya había trabajado anteriormente con mujeres gestantes, se puso manos a la obra y los tres primeros grupos de actividad física para embarazadas ya eran una realidad el pasado mes de octubre. Tal ha sido el éxito de este proyecto que a día de hoy, menos de medio año después, la demanda se ha duplicado y Lozano cuenta ya con 60 alumnas divididas en seis grupos. Pese a que hay lista de espera, no pueden ser más por una cuestión de disponibilidad de espacios y horarios.

La actividad, que puede ser mensual o trimestral dependiendo de lo avanzada que esté la gestación, combina ejercicios aeróbicos en máquinas sin impacto como la elíptica, la bicicleta estática y la cinta, las actividades en piscina, que tienen como objetivos adicionales la tonificación y la relajación de las articulaciones, y los ejercicios en sala como el fitball y otros de tipo postural, para que el embarazo sea “lo más llevadero posible” y para preparar la musculatura ante el trance que, más adelante, supondrá el parto.

Las participantes realizan dos sesiones semanales de una hora de duración en sala -una aeróbica y otra de tonificación- y otra más de 45 minutos en la piscina. Las actividades son controladas con pulsómetro y con la constante supervisión de Lozano. “Hay que trabajar en franjas seguras”, advierte el entrenador. Los ejercicios no pueden iniciarse antes de la semana 14 de gestación, ya que durante el primer trimestre están contraindicados al tratarse de la época “más severa de cambios hormonales”.

Esta nueva metodología de trabajo va un paso más allá de las actividades clásicas que las embarazadas gasteiztarras han venido realizando hasta ahora y siguen haciendo en los centros cívicos o en instalaciones de carácter privado, como el pilates o el yoga. “Aquí el abanico es mucho más amplio. Es importante que tengan esta opción y puedan estar en buena forma”, certifica el joven. Las participantes abandonan el grupo dos semanas antes de salir de cuentas, lo que permite a los grupos “renovarse constantemente” y que la lista de espera no se acumule. Las inscripciones deben realizarse en el mismo centro.

Entrevista personal Antes de comenzar la actividad, el entrenador realiza una entrevista personal con cada interesada “para conocer su caso personal, sus hábitos de ejercicio y explicarle en qué va a consistir todo”, ya que los ejercicios deben ser individualizados para adaptarse a cada caso concreto. “Cada persona es diferente, pero dentro del embarazo todas esas diferencias se magnifican”, explica el entrenador.

Lo que sí es común, siempre bajo ese control estricto, es el beneficio que el ejercicio aeróbico tiene sobre las gestantes. Una reciente investigación de una universidad canadiense ha certificado que, aparte de mejorar la condición cardiovascular de las madres, hace que los futuros niños nazcan con un corazón más fuerte. La realización de ejercicio también hace que las chicas liberen endorfinas, las hormonas del bienestar, lo que les ayuda a sentirse mejor emocionalmente. Ejercicio que también puede realizarse después en sus casas gracias a los consejos del entrenador.

Un día de trabajo es la mejor manera de conocer de primera mano los beneficios de esta actividad. Y, más aún, si es a través de las propias participantes. Madres jóvenes, muchas de ellas primerizas, que no encajan en un perfil fijo, ya que hay desde deportistas convencidas hasta mujeres que por lo general han llevado una vida sedentaria. “Cualquiera que no tenga una embarazo de riesgo se puede animar a hacer deporte en la medida de sus posibilidades. Aquí hay triatletas o esquiadoras, pero también gente que ha fumado y bebido hasta ahora”, asegura Lozano.

Sira Sánchez, que encara ya la semana 23 de su embarazo, inició la actividad en cuanto supo de su existencia y superó el primer trimestre de gestación. “Estoy muy contenta, porque es una forma de no perder el ejercicio y hacerlo de forma controlada”, enfatiza la joven, que antes de iniciar esta etapa ya practicaba otras disciplinas como natación o pilates. “También es una forma de hacer piña entre todas, y eso ayuda mucho. Lander también nos aclara muchas dudas”, prosigue Sánchez, que considera la actividad “recomendable 100%”. Éste es otro de los aspectos positivos a los que alude el propio entrenador, el buen rollo que se genera entre las participantes, unidas por una experiencia vital tan importante, que hace que realicen una positiva terapia de grupo y que su relación traspase las paredes del centro.

Bea Jorne, otra de las alumnas de Lozano, se topó con unos carteles que anunciaban la actividad durante una visita a la matrona y no se lo pensó dos veces, pese a que llevaba mucho tiempo sin realizar deporte. “Desde el instituto no había hecho nada de ejercicio. Parece que tuve que quedarme embarazada para empezar”, bromea esta futura madre que suma ya 33 semanas de gestación. “Me queda poquito y me da pena”, reconoce, ya que a esta “muy buena” experiencia ha sumado también un embarazo “muy bueno”. “Me ha venido muy bien, porque antes igual me quedaba en casa y no hacía nada. Me noto mejor, no tan cansada ni agarrotada”, reconoce.

Los beneficios también han sido notorios para Ikerne Vicente, que también ha superado la semana 30 de embarazo y suma 17 inscrita en la actividad. “Me enteré por una amiga que está en otro grupo y la experiencia ha sido muy buena. He ganado en elasticidad y me viene muy bien tanto física como mentalmente, porque conoces a mucha gente que te ayuda a resolver dudas”, remarca la joven, que anteriormente también realizaba aeróbic en la red de centros cívicos.

Comienza la clase, pero antes de entrar en materia todas las participantes lanzan un deseo al aire: que estas actividades se extiendan también a la época postparto.