la bella y serena localidad de Elburgo perdió ayer su habitual tranquilidad por una buena causa. Desde primeras horas de la mañana, las inmediaciones del multiusos Landederra fueron un hervidero de coches y furgonetas en las que cientos de personas se desplazaban para participar en la primera jornada gastro-musical a beneficio de Aspanafoha y el grupo de mujeres Argia.
En el acto dominical participaron los miembros de la Escuela de Hostelería Egibide Mendizorroza, la Asociación de Mujeres del Municipio de Elburgo (Argia) y el Ayuntamiento de Elburgo con el objetivo de recaudar fondos a beneficio de Aspanafoha y el proyecto de salud de mujeres en Nicaragua llevado a cabo por Argia.
Los asistentes esperaron pacientes la cola para pagar la entrada y, tras la mesa, un grupo de mujeres voluntarias repartían los tickets y convertían el dinero en bonos para pintxopotes o talleres. Supervisando todo se encontraba Nati López de Munain, alcaldesa de Elburgo, quién explicó que el objetivo de la jornada no era otro sino “recaudar dinero para la lucha contra el cáncer infantil sobre todo y para el proyecto de mujeres en Nicaragua”.
El complejo deportivo dejó paso al castillo hinchable, una zona de juegos de mesa, una barra donde se servían consumiciones y pintxos, un taller de galletas, mesas para hacer figuras con gusanitos de colores, un taller de pintado de cara, una zona de baile, un despacho de cócteles o el rocódromo.
Desde primeras horas de la mañana el ritmo de trabajo de la treintena de alumnos de grado medio y superior de cocina fue frenético. No en vano, llevaban toda la semana preparando su primer acto tras la finalización del curso el pasado martes. “Se han volcado y están realizando todo su trabajo desinteresadamente”, explicaba Marta, profesora de los chavales, que no paraban de elaborar crepes, pintxos de morcilla y txoripintxos, la estrella de la jornada. “Han volado”, reconocían los chicos de la barra. El trabajo fue tal que incluso los alumnos tuvieron que pedir “paciencia” desde el micrófono a los clientes sobrepasados por la situación que finalmente lograron solventar.
Entre los más txikis una de las actividades que más repercusión tuvo fue cada uno de los cinco talleres de galletitas y de piruletas de chocolate organizados y dirigidos por Adriana y Gabriela en sus primeras ediciones. Aitor y Nestor, que habitualmente ayudan en casa en la preparación de los postres, no dudaron en arrimarse a la mesa, remangarse el jersey y meter las manos en la masa. “Es muy divertido”, reconocían mientras trataban de integrar la mantequilla, el azúcar, la harina y los huevos. Mientras los pequeños se divertían pintándose la cara o realizando curiosas figuras de gusanos de colores. los mayores no dudaron en acercarse al stand de los cócteles.
Para bajar la comida y la bebida muchos fueron los que se atrevieron a escalar en el rocódromo del Landederra. La música fue otra de las protagonistas de la jornada. El grupo Oreka Gasteiz dejó boquiabiertos a los presentes con sus bailes callejeros y los trikitilaris del municipio pusieron la nota tradicional a la mañana.
Los que optaron por quedarse a comer tuvieron la oportunidad de degustar 200 raciones de alubia pinta alavesa con sacramentos y la fiesta continuó por la tarde con un taller de coctelería y combinados y más música.