Vitoria - La principal reserva de agua de Álava y Bizkaia todavía está lejos de explotar, pero sus compuertas ya han comenzado a escupir contenido a todo trapo. El progresivo deshielo de la nevada que barrió Álava, las lluvias posteriores y, sobre todo, la previsión de nuevas y abundantes precipitaciones han alentado a la Confederación Hidrográfica del Ebro a incrementar el ritmo de salida de la presa, tras superar el 88% de su capacidad. De los 14 metros cúbicos por segundo que expulsaba el pasado viernes pasó ayer a verter nada más y nada menos que 60. Un vaciado muy fuerte que disparó el caudal del Zadorra hasta devorar buena parte de las orillas del río. La historia de siempre.

En realidad, el fin de semana ya estuvo marcado por los desbordamientos. El domingo quedaron inhabilitadas las carreteras A-3322, entre La Puebla de Arganzón y Tuyo, y la A-4356, en Kuartango, y sufrieron cortes de carriles por las balsas de agua la A-4302 en Iruña Oka y la A-2122 en Lantarón. Ayer, la Ertzaintza no refirió ninguna afección en la red secundaria alavesa, pero los agricultores y vecinos de los pueblos ribereños sí que advirtieron de numerosos daños en los caminos de parcelaria. DNA comprobó su denuncia en un paseo fotográfico desde Vitoria hasta Trespuentes, calco casi exacto del retratado hace un año, cuando los afectados volvieron a elevar la voz por enésima vez para exigir soluciones definitivas.

También lo harán ahora. Hoy mismo, representantes de varias juntas administrativas tienen previsto reunirse para analizar el panorama y unificar peticiones. A su juicio, es posible reducir las crecidas desarrollando actuaciones como las planteadas en Vitoria, mejorar el mantenimiento de un cauce que ellos ven repletos de obstáculos y realizar evacuaciones desde la presa con mayor previsión para que no sean tan repentinamente agresivas. No obstante, desde la Agencia Vasca del Agua, URA, el posicionamiento siempre ha sido muy claro: el río está libre de trabas importantes gracias a la labor de sus inspectores y, si se producen daños, éstos se dan allí donde se instalaron usos del todo incompatibles con las crecidas naturales del Zadorra.

El proceder del desembalsado, en cualquier caso, está protocolizado desde hace tiempo. Y esos estándares, acordados por todas las instituciones, contemplan la evacuación en función de la laminación de las crecidas, la garantía de abastecimiento y, en un segundo plano, la producción hidroeléctrica. Una ecuación por la que, desde ayer, Ullibarri Ganboa está llorando a espuertas.