gasteiz - Al igual que en Errekaleor, en la Avenida de Olarizu todavía quedan vecinos propietarios de viviendas que siguen en el barrio, pese a que la mayoría de los antiguos residentes ya han sido realojados en pisos nuevos, y a que el resto de casas, o bien está siendo ocupadas por familias sin recursos, o bien son saqueadas de forma sistemática en busca de cualquier chatarra a la que se pueda sacar unos euros.

Sin embargo, entre la decena de propietarios de Errekaleor que se niegan a abandonar sus casas y estos ocho vecinos de la Avenida de Olarizu hay una diferencia fundamental. En el último caso, no sólo quieren marcharse, es que están deseando hacerlo cuanto antes, pero no pueden. Hace más de una década, el Ayuntamiento decidió derribar estos dos barrios del sureste vitoriano para continuar con la expansión de Salburua. Los dueños de los pisos obtendrían nuevas viviendas y en los antiguos barrios se construiría según los estándares de la expansión urbanística vitoriana del nuevo siglo. Sin embargo, llegó la crisis económica, con el sector inmobiliario en el ojo del huracán, además, y la segunda parte del plan se fue al traste. Las casas siguen allí, y la sociedad Ensanche 21, en pleno proceso de liquidación, no puede materializar su proyecto mas allá de lograr que los antiguos residentes abandonen el barrio. De hecho, la empresa municipal presiona a los ocho propietarios para que se vayan, como hace en Errekaleor, pero hay un problema.

Cuando estas familias van al banco para pedir que cancelen su hipoteca de la Avenida de Olarizu y firmar una nueva por las viviendas en las que serán realojados, se encuentran con una negativa por respuesta. El acceso al crédito no es tan sencillo como lo era hace diez años, las garantías que se exigen son mucho mayores y, para colmo, los nuevos pisos son más caros. Por eso precisamente en la Avenida de Olarizu sólo quedan las familias con cargas hipotecarias o similares. Los residentes más antiguos, que tenían sus casas pagadas, viven todos ya en Salburua, Zabalgana o Aretxabaleta.

presencia policial Así pues, estas ocho familias se encuentran atrapadas en un barrio en el que las condiciones de vida rozan la indignidad, con frío y humedades acrecentadas por tanta casa deshabitada. Además, está el miedo a los saqueadores, y la presencia de las familias okupas, que aunque no les generan problemas directos, si hacen que aquel no sea un barrio normalizado. Es más, según ha podido saber este periódico, la presencia policial en la zona es más que habitual, a pesar de lo cual los robos de material en las casas vacías se siguen produciendo.

Las familias que se encuentran en esta situación viven, muy a su pesar, en el epicentro del resurgir del fenómeno de la ocupación en Vitoria. Por un lado está el movimiento autogestionado de Errekaleor, formado por decenas de jóvenes que plantean un proyecto para el barrio y que hacen de la reivindicación del derecho a la vivienda digna el centro de su acción. De hecho, animan al resto de la ciudad a participar en su movimiento y a hacerlo visible para evitar un intento de desalojo que, temen, puede darse más pronto que tarde. Por otro están las familias rumanas nómadas que en su día fueron alojadas en una parcela de Agirrelanda, que luego se fueron a vivir a tiendas de campaña en Puente Alto, y que ahora han ocupado casas de Errekaleor.

Está además la granja patera de Arkaute, cuyo arrendatario realquila sus instalaciones a familias sin recursos, y por otro lado están las familias que han entrado en las casas vacías de la Avenida de Olarizu, algunas provenientes de Errekaleor y otras que sencillamente no tienen un techo bajo el que cobijarse y que además cuentan con menores a su cargo.

En la próxima reunión del consejo de administración de Ensanche 21 se abordará la situación que se le ha creado a la sociedad con la paralización de los derribos de las decenas de viviendas que, tras haber sido permutadas a sus antiguos propietarios por pisos nuevos en otros barrios, ahora están siendo ocupadas. Es éste el mayor quebradero de cabeza, ahora que la obra de la estación de autobuses ha concluido y la del centro cívico de Salburua está a punto de hacerlo, de una empresa pública que debía haberse disuelto para 2015, en virtud del pacto alcanzado entre PP y PNV al respecto.

‘Okupas’. La mayoría de los antiguos vecinos de la Avenida de Olarizu ya residen en sus nuevas viviendas. Muchos de los pisos vacíos han sido ocupados por familias en situación de necesidad, y otros están siendo saqueados sistemáticamente.

Propietarios. Aunque la mayoría de los dueños de viviendas se ha marchado, ocho familias siguen en el barrio porque los bancos no les dan crédito para sustituir su hipoteca actual por la de la nueva vivienda asignada por Ensanche 21.