gasteiz - Ha llegado la hora. Los vecinos de Errekaleor que hace nueve años decidieron atrincherarse en sus viviendas, oponiéndose así al derribo de su barrio de toda la vida, han comenzado a entregar al Ayuntamiento las llaves de sus casas. Lo harán de forma paulatina hasta final de mes, y a partir de entonces, el pueblo quedará vacío, más desierto aún si cabe, y el gobierno del PP o el que venga después tendrá que decidir qué hace entonces con los 192 edificios vacíos. Ahora dice que no lo sabe, que las decisiones “se irán tomando paso a paso”. Como tampoco sabe qué hará con los nuevos residentes de la plataforma Errekaleor Bizirik que llevan meses ocupando los pisos vacíos, y que el sábado volverán a denunciar, junto a los vecinos que al final han cedido a la presión de Ensanche 21, la falta de planes del Ayuntamiento para el barrio. Volverán a denunciar el, a su entender, disparate que supone desalojar un barrio con la intención de derribarlo para reconstruirlo y que al final no se vaya a hacer ni lo uno ni lo otro porque no hay dinero, explica un miembro del colectivo.

Los últimos pasos de este proceso de expropiación forzosa arrancaron el lunes y, aunque en principio, todas las familias iban a firmar en una semana su cesión de las casas y realojo en otros pisos de Vitoria, el proceso se va a alargar hasta final de mes, confirma la sociedad urbanística encargada del proceso, Ensanche 21. Al parecer ha sido a petición de los propios afectados, que han preferido liquidar cuanto antes la transacción económica con el Ayuntamiento y éste ha accedido. Así que, los vecinos firman las actas, cobran la cantidad estipulada por el tribunal que fija el precio de sus casas y trasladan su residencia a Esmaltaciones, Salburua, Zabalgana etc. Y el Ayuntamiento se queda con Errekaleor. No obstante, el proceso no acaba aquí, ya que aún falta por pronunciarse el Tribunal de Justicia del País Vasco ante el cual algunos propietarios interpusieron denuncia al no estar de acuerdo con el dinero que reciben a cambio de sus viviendas. Habrá que esperar para saber a quién da la razón el juez en este polémico y largo proceso urbanístico con el que Vitoria borra del mapa la barriada de los sesenta cuya construcción impulsó el Obispado en una década en la que la ciudad recibía un constante goteo de inmigrantes en busca de trabajo y de una vida mejor en la ciudad.

Los años no perdonan y con el paso del tiempo las casas se han ido deteriorando y envejeciendo hasta el punto de que el Ayuntamiento dictaminó que no eran aptas para vivir y que no cumplían los mínimos de habitabilidad. Fue ésta una de las razones que impulsó al gobierno de Alonso para iniciar un proceso, primero de negociación y luego forzoso, con los propietarios para que se marcharan a otro barrio. Unos aceptaron de buen grado desde el principio, pero la mayoría rechazó la oferta e inició una etapa de movilizaciones en contra del PP de entonces. Con el paso del tiempo las familias han ido cediendo al verse cada vez más aisladas y sin apenas servicios y equipamientos en un barrio arrinconado por los nuevos bloques de Salburua. Los últimos en entregar las llaves de sus casas son los 13 propietarios particulares que esta segunda quincena de enero han comenzado a desfilar por las oficinas de Ensanche 21. Igualmente firmará el representante del secretariado social diocesano puesto que el Obispado es propietario del edificio parroquial, de un local comercial anexo y de dos bajos, e Iberdrola, dueña del almacén y centro donde está el transformador.

¿y ahora qué? Una vez que el Ayuntamiento se ha hecho con el barrio la pregunta que queda en el aire es qué va a pasar con Errekaleor. El proyecto inicial, ahora paralizado, contemplaba derribar las viejas casas y edificios para volver a construir nuevos bloques de pisos que dieran continuidad a Salburua. Sin embargo, la demanda de vivienda no es ni con mucho la de hace diez años. El precio de las casas ha bajado al mismo ritmo que las grúas han abandonado la expansión de Gasteiz y el propio Ayuntamiento reconoce que no se va a edificar más en Vitoria, salvo en Arkaiate y Larrein. Sin olvidar que las arcas públicas también han sufrido el revés de la crisis económica y no hay dinero para una obra de tal envergadura. De hecho, las grandes infraestructuras que ahora acomete Gasteiz están siendo pagadas por el Gobierno Vasco y la Unión Europea.

¿Y ahora qué? La pregunta no tiene respuesta, al menos por ahora. El gabinete de Maroto asegura que se irán tomando las decisiones paso a paso, y poco más. Un argumento que sirve a los okupas de Errekaleor para denunciar la “chapuza” que el Ayuntamiento está llevando a cabo en un barrio que ellos han intentado estos últimos meses que no muriera del todo solicitando a los concejales que no les echaran al menos hasta que todas las familias abandonaran sus casas, fecha que ya ha llegado y, sin embargo, a ellos tampoco el Ayuntamiento les ha dicho cuándo les van a desalojar.