Fueron llegando poco a poco. Sin prisas. De todas partes de Álava. Pronto hicieron círculos. Discretas conversaciones endogámicas entre siglas. Peneuvistas y de la izquierda abertzale, independientes y socialistas... ¿Y populares? Ni se les encontró ni se les esperaba. De los 46 alcaldes y presidentes de juntas administrativas que han apoyado con un manifiesto la anexión de Trebiño a su provincia natural, algunos de los cuales aparcaron ayer sus obligaciones para escenificar la piña en Vitoria, ni uno sólo es del PP. Y eso que en nuestro territorio y en Euskadi, el partido de la gaviota se ha posicionado a favor de la integración. Hoy seguramente ya haya justificado su gesto, alegando que no está del todo de acuerdo con la forma en que se está intentando lograr la demanda: una proposición de ley orgánica que, tras la aprobación en el Parlamento Vasco con su abstención, se debate el martes 18 en el Congreso de los Diputados. “Excusas para quedarse en casa”, dicen los que dieron la cara en el salón de actos de Aldabe con hechos y palabras. Una foto de unión, simbólica pero necesaria, que anima a mantener la esperanza aunque la enésima táctica vaya a encontrar el rodillo de la implacable mayoría absoluta que dirige España.
El esperado rechazo a la proposición de ley orgánica supondrá el fin de una batalla, pero ni mucho menos de la guerra. Animado por el arrope de tantos alcaldes, el primer edil de Trebiño, Ignacio Portilla, advirtió de que la situación va a ser “muy distinta” tras el trámite en Madrid. “La pelota va a quedarse en su tejado y va a tener que ver de qué forma lo resuelve, porque Euskadi quedará descartada de obligaciones que ahora asume vía convenios en servicios sanitarios o educativos”, explicó. No serán él ni su compañero de La Puebla de Arganzón, Roberto Ortiz de Urbina, quienes animen a Álava a seguir realizando labores que no le corresponden. Muy al contrario, van a forzar a Castilla y León, ya que tanto aboga por mantener Trebiño bajo su jurisprudencia, a que se encargue de las necesidades del enclave. Lo hacen porque saben que las arcas no podrán aguantar y las carencias serán más obvias. Porque quizá así puedan conseguir que la cabezonería dé paso a la lógica. Se trata de aflorar la insostenibilidad de su situación ahora que tanto se habla de la necesidad de hacer funcionar los territorios de la manera más racional, atendiendo a sus dimensiones sociales, económicas y medioambientales, para lograr su máxima rentabilidad. Es un buen órdago. Y les avala la ley.
“La situación administrativa de Trebiño es un sinsentido. Y no puede ser que siga así por esa actitud que el PP tiene con todas las cuestiones territoriales, ese miedo a perder algo o a que cambie una frontera impuesta o a sentir que se está dando por vencido”, lamentó la primer edil de Agurain, Maider García de Vicuña. Ella fue la encargada de leer en euskera el manifiesto de los 46 alcaldes y presidentes de juntas para la integración administrativa de Trebiño en Álava. Un texto compuesto por cinco puntos que empieza hablando del problema que supone para los vecinos del enclave ser un agujero dentro del mapa vasco. “Esa situación imposibilita su correcto desarrollo en asuntos fundamentales como sanidad, educación, aspectos socioeconómicos, comunicaciones viales o cohesión territorial”. Por mucho que haya convenios, éstos no terminan de funcionar. Portilla advirtió de que en los últimos meses, tras el polémico fallecimiento por varicela de la pequeña Ane, “ha habido otros dos casos en los que el 112 se ha cuestionado desde dónde mandar la ambulancia”. Tampoco es posible suscribir mancomunidades con los pueblos cercanos, alaveses, claro, así que los alcaldes de la isla de propiedad castellana se ven atados de pies y manos para garantizar, en sus posibilidades, mejores servicios.
El hartazgo provocado por tantos años de inmovilismo político,discursos que no entienden de voluntades ni de necesidades, sino sólo de mantener el poder, es máximo. Y por eso llama la atención que ningún defensor de la causa haya acabado por tirar la toalla. El manifiesto recuerda el camino de las tres últimas décadas, sembrado por propuestas como la ponencia del Senado sobre los enclaves y los intentos de segregación de Castilla y León a través de su estatuto y el de Gernika, iniciativas que los pueblos que abrazan Trebiño por sus cuatro costados siguieron muy de cerca, dándole aliento en cada intentona para acabar con el anacronismo territorial. “Por eso estamos aquí ahora todos juntos. Puede que sólo sea un símbolo, porque es muy difícil que unos pocos forcemos al cambio, y menos aún sin la adhesión del PP alavés, pero vamos a seguir arropando la causa”, subrayó el alcalde de Valdegobia, Juan Carlos Ramírez Escudero. García de Vicuña coincidió en la importancia de escenificar “una sensibilidad general”. El problema de Trebiño es ya de todos. “Desde Dulantzi vivimos este sinsentido en parte con inquietud y en parte con enfado. Pero ya se sabe cómo es la política: aunque algo sea lo más lógico del mundo, no atiende a razones”, reprochó el independiente Joseba Koldo Garitagoitia.
El diagnóstico es inevitable. Trebiño es más que un dedo roto para Álava. Es una lesión de fondo que quiere y no le dejan reparar. “A pesar de todo el esfuerzo y de respeto a las leyes, la actual situación evidencia que en absoluto se ha resuelto el problema, que no es otro que el de la irracionaliad de mantener este enclave burgalés dentro de Álava, impidiendo nuestro desarrollo integral como territorio, dando sólo soluciones parciales a las necesidades y condiciones de vida de los treviñeses, que en excesivas obligaciones se ven obligados a empadronarse en Vitoria”, subraya el manifiesto. Los pueblos lo podrían decir otras mil veces, pero no más claro. Y tampoco quieren que sea mil y una. Hace tiempo que “toda persona conocedora de este mal llamado contencioso admite, en público o privado, que la solución es la integración de Trebiño en Álava”. Por eso, ayer volvieron a solicitar la desanexión de Burgos de forma inmediata y definitiva, apoyando la vía abierta a través de la proposición de ley orgánica.
“No somos crédulos, nos imaginamos cuál va a ser el resultado, pero aun así vamos a seguir mostrando nuestro apoyo”, afirmó el primer edil de Valdegobia. En Agurain el respaldo tampoco cesará. “Seguiremos defendiendo que Trebiño es Araba. Todos lo tenemos muy claro. Y no sólo lo decimos con la boca pequeña”, incidió García de Vicuña. Los firmantes del manifiesto, representantes de todos los colores políticos del territorio excepto uno, están cansados del juego del PP. Los populares alaveses y vascos no están aprovechando su posición privilegiada de partido de gobierno para presionar a Madrid y que plantee fórmulas para resolver la dislocada realidad diaria de Trebiño, sea cual sea. “Y lo que no se puede hacer es decir Trebiño Araba da, pero cuando toca estar, no estar”, recriminó el primer edil de Agurain. Uno de esos conservadores que va de verso suelto es Javier Maroto, alcalde de Vitoria y parlamentario vasco, con despacho a menos de cinco minutos del centro cívico Aldabe. Una distancia que, por un día, se le hizo insalvable. Será el lastre de la disciplina de partido, que al final pesa más que las buenas intenciones. De todas formas, tendrá oportunidad de justificarse desde su atalaya política. EH Bildu Gasteiz solicitó ayer la comparecencia extraordinaria y urgente de Maroto en la próxima Comisión de Servicios a la Ciudadanía para que dé explicaciones sobre su ausencia.