Gora Aguraingo Jaiak. Con estas palabras y mucha emoción por dentro, los personajes carnavalescos del Porrero y la Sorgiña animaban ayer a la fiesta desde el balcón del Ayuntamiento de Agurain segundos antes del txupinazo. Vestían los coloridos trajes rojo a flores y cuello blanco, calcetines de diversos colores él y verde y falda negra ella, además de su sonrisa abierta y su bohemia en su cara de cartón. Cientos de personas se congregaron ayer en la plaza del Ayuntamiento para dar su particular bienvenida a las fiestas de la Virgen del Rosario 2014. Gritos, risas, puros, disfraces y mucho champán fueron los principales ingredientes del inicio festivo.

Momentos antes de la siete de la tarde y cuando la plaza del Ayuntamiento comenzaba a poblarse de cuadrillas de blusas y neskas, la Corporación, con su alcaldesa a la cabeza, Maider García de Vicuña, tributó un sentido y caluroso homenaje a los personajes del Porrero y la Sorgiña, figuras emblemáticas del Carnaval de Agurain recuperado hace 32 años. En un acto sencillo pero emotivo para buena parte de los homenajeados -que comenzó con aurresku y Agur jaunak-, la regidora agradeció la labor realizada por las agrupaciones por y para el pueblo en los últimos años entregándoles un cuadro con las originales máscaras del carnaval rural de Agurain, que recogió agradecida la primera pareja en encarnar los personajes allá por el año 1983. “Porrero y Sorgiña simbolizan la diversión, la magia y la libertad y nos recuerdan que nuestra implicación y participación social es imprescindible para la vida de un pueblo y la convivencia”, reivindicó la alcaldesa. “Vuestra idea se ha convertido en un proyecto de pueblo porque va pasando de generación en generación”.

Mientras, en los aledaños del edificio consistorial, niños y mayores aguardaban el txupinazo con una emoción que no consiguió empañar ni siquiera el ligero descenso de las temperaturas. A las siete en punto, la plaza era una olla a presión que sólo precisaba de una chispa para prender el cohete y disparar así la jarana. Y vaya si estalló. Nadie ubicado frente al Ayuntamiento se pudo librar de salir empapado del momento. Hubo incluso quien puso tanto énfasis en la celebración que resbaló y cayó al suelo. Daba igual. Las fiestas habían comenzado y por delante aguardaban 168 horas de diversión asegurada.

Después de encender el cohete anunciador desde la balconada del Ayuntamiento, el estallido abrió paso a la locura festiva. La primera explosión de alegría procedía de los más jóvenes, estratégicamente situados en el centro. Abrieron botellas de gaseosa, vino espumoso y champán, previamente removidas y prendieron puros. Y mientras en la plaza el jolgorio se hacía atronador y reivindicativo, arriba, en el Ayuntamiento, los miembros de la Corporación, departían con amigos. Blusas y neskas se anudaron al cuello su pañuelos festivos, y las cuadrillas no dudaron en echarse a la calle para participar en el paseíllo por el centro de Agurain. El mensaje: “Que la gente lo disfrute en paz y armonía, y se olvide de lo malo, que para esos son las fiestas”. Hoy, más.