los pasillos de Marias son estos días un hervidero de ilusión y nervios, de carreras para que todo esté a punto, y no precisamente por la vuelta al cole, que ya se encuentra más o menos superada. No en vano, hace ya 125 años que los primeros marianistas llegaron a Gasteiz, un lejanísimo 11 de abril de 1889, para sentar las bases de lo que hoy en día es uno de los proyectos educativos más importantes de la ciudad, el colegio Santa María. Un siglo y cuarto de historia que, por descontado, se merece una celebración que esta misma tarde vivirá su primer capítulo, un acto inaugural de aniversario a la que seguirán múltiples actividades. Ellos eran Clément Gabel y Alphonse Lorber. Dos jóvenes de sólo 32 y 40 años de edad, respectivamente, que iniciaron un recorrido al que menos de un año después se unieron otros seis religiosos pese a las dificultades para entender a sus nuevos vecinos y hacerse entender.

Todos venían de Francia, vestidos con levita y chistera, ante los extrañados ojos de muchos de los 28.000 habitantes que por aquel entonces tenía Gasteiz. “Llega el circo”, decían algunos, al ver ese espectáculo involuntario protagonizado por estos jóvenes, cargados con todos sus bártulos y hablando en francés, mientras recorrían el camino que separaba la estación de tren del destartalado antiguo palacio episcopal del Campillo. Llegaban a la ciudad para formarse e integrarse y, después, ser educadores en los distintos colegios que los marianistas empezaban a fundar a lo largo de la geografía estatal. El de Vitoria sería el tercero, dos años después de la puesta en marcha del centro de la vecina Donostia.

Corría el 5 de mayo de 1890 cuando ese primigenio Marianistas iniciaba su actividad escolar, con sólo cinco alumnos entre sus filas que en octubre aumentarían considerablemente, hasta poder formar tres aulas. El local del Campillo se fue quedando pequeño y poco después se produjo el traslado al edificio actual, en la calle Luis Heinz, que en abril de 1893 acogía ya a 200 alumnos, ocho de ellos internos. El internado, incipiente por aquel entonces, sería una de las señas de identidad del colegio durante el siglo siguiente, llegando a acoger hasta a 300 jóvenes procedentes de localidades del entorno donde no había centros de enseñanza media en la década de los 60.

El centro creció y fue evolucionando a medida que avanzó su andadura y hace mucho menos tiempo, en el curso 1980-81, Marianistas formalizó la implantación de la educación mixta desde la primera etapa escolar, aunque desde unos años antes ya había comenzado a acoger a las primeras chicas procedentes del colegio Vera Cruz, femenino en sus inicios, para completar sus estudios preuniversitarios. Una época en la que el centro llegó a albergar a cerca de 2.200 alumnos, que ocupaban clases multitudinarias. Actualmente, son 1.638 los chavales de entre 3 y 18 años que cursan sus estudios en Marias, formados por 103 profesores sin contar los dedicados a las aulas de educación especial.

Un larguísimo camino recorrido que para Hugo Diego, actual director general del colegio y profesor de ESO y Bachillerato, seguirá teniendo continuidad durante mucho tiempo más. “Estamos redefiniendo el proyecto educativo y renovando las instalaciones no para 20 años más, sino para otros 125. Miramos muy lejos, ésa es la realidad”, se sincera Diego.

no sólo clases Este marianista, que llegó al centro por primera vez hace casi dos décadas, es la cara visible de un proyecto inquieto que al margen de su oferta educativa se apoya en cuatro actividades con un “peso específico”, el deporte escolar, Elkarbidea -un grupo cristiano de tiempo libre formado actualmente por más de 400 alumnos-, la educación musical y las distintas actividades que se realizan desde la pastoral, amén de otras actividades “estrella” lanzadas recientemente y que también están abiertas a alumnos de fuera de Marias. Se trata del Campus de Verano, el campeonato de baloncesto 3x3 y el Parque Infantil (PIM) que se celebra en la Semana de Pascua. Iniciativas novedosas, que ayudan al desarrollo y la educación de los chavales y a descongestionar a los padres, que encajan en una pedagogía donde la exigencia no está reñida con la cercanía y el cariño a los alumnos. “Marias no es sólo matemáticas, sino una oferta educativa global e idiomática”, apunta Diego, quien avanza que el centro está “en proceso” de abrir también aulas de uno y dos años para completar todo el recorrido escolar de los alumnos.

Acompañan al director del centro en su encuentro con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA tres instituciones dentro de Marianistas, Ignacio Teixidor, Teófilo Lejarza y Araceli Ortiz de Pinedo, también ilusionados ante un inicio de curso que se presenta especialmente movido en el centro, aunque por una buena razón. Teixi, quien fuese durante cerca de 40 años responsable del deporte escolar de Marias, así como profesor y tutor del centro, sigue estando al pie del cañón aunque, según reconoce él mismo, haciendo “sólo cositas”, ya que hace unos años traspasó sus cometidos principales a Alain, un joven exalumno.

Este marianista, que hace cuatro años recibió la medalla de bronce al mérito deportivo de manos del CSD por su labor en el colegio, echa la vista atrás y reconoce que las cosas “han cambiado mucho” durante las últimas décadas, empezando por las propias instalaciones o siguiendo por la gran cantidad de alumnas que en la actualidad practican deporte, especialmente baloncesto. “Hemos mejorado en los campos, en los vestuarios... La espina que tengo clavada es que ahora muchos se van a jugar a otros equipos”, lamenta Teixi, uno de los pocos privilegiados que ha vivido desde dentro los cumpleaños 75, 100 y 125 de Marias.

Lejarza, marianista que fue enviado a Gasteiz hace ya 18 años tras recorrer diferentes localidades como Valencia, Logroño, Eskoriatza o Zaragoza y que ejerció como director de Bachillerato durante una década, no puede ocultar su ilusión ante las celebraciones del aniversario que se echan encima. “Es una enorme alegría para los marianistas que trabajan aquí, para los seglares y para los antiguos y actuales alumnos”, certifica el veterano religioso.

Superados los 70 años, Lejarza aún sigue dando cuatro horas de clase a la semana de Geografía, aunque, según reconoce Hugo Diego, “todos los años pregunta si sigue o no”. “Está más que para jubilarse, pero todos le tienen muchísimo cariño y es un pilar educativo muy importante”, certifica el director. Lejarza llama a sumarse al aniversario “a todos los estamentos” de Marias, desde los alumnos a los padres y profesores, para que en los pasillos del centro “se vea que es un año especial y haya un recuerdo”.

Especialmente entusiasmada por la efeméride se encuentra Ortiz de Pinedo, que comenzó a trabajar en la secretaría de Marianistas en el año 1974, hace nada menos que 40, y que apura ya sus últimos cursos antes de la jubilación. En su recuerdo, aquellos tiempos en los que tenía que elaborar las listas de alumnos con máquina de escribir y repetirlas cuando alguien cambiaba de clase, hacer las copias con los vetustos aparatos de entonces... Un periodo al que siguió la transición acometida a comienzos de la pasada década, cuando su equipo se mudó a la nueva administración. Desde su privilegiada posición, “la cara visible del colegio” según Diego, Ortiz de Pinedo ha sido testigo de los numerosos cambios acaecidos en Marias. Ahora reconoce sentirse “tranquila” ante su inminente jubilación y “posiblemente de las más felices” ante este 125 aniversario. “También cumplí el centenario y aquí nacieron mis hijas y mis nietos”, certifica.

Ahora sólo queda disfrutar y seguir escribiendo la historia de un centro vital dentro de la red educativa local. Zurekin nauzu es su lema.