vitoria - De poco parece que van a servir las manifestaciones ciudadanas contra Garoña, el último giro de timón del PP vasco solicitando el cierre de la central nuclear o la petición de amparo a la UE por parte de los grupos ecologistas y los pueblos del entorno de la planta. Si todavía quedaba alguna duda sobre la posible reapertura de Garoña, supeditada al informe favorable de un Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que siempre ha favorecido los intereses del lobby energético, cualquiera quedó ayer despejada. Al menos, en lo que concierne al Gobierno central, que no se despeinó al asegurar que la central burgalesa “tiene futuro” aun teniendo ya 43 años de vida a sus castigadas espaldas o que, si es por él, “va a seguir operando”, ya que hasta el momento ha hecho “todo lo que está en su mano” para hacerlo posible, creando el marco normativo que necesita tras casi dos años de parada y desconexión.
El encargado de alabar las supuestas potencialidades de Garoña no fue ayer el máximo responsable político de Energía en Madrid, José Manuel Soria, sino su número dos Alberto Nadal, secretario de esta área. Nadal, en respuesta al senador socialista Alberto Gil, tampoco dudó en remarcar que “no hay nada escrito sobre la vida útil” de las centrales nucleares o que Garoña “es un activo energético de vital importancia para el país”, por lo que la decisión “correcta” de la dirección de la planta sería apostar por su reapertura. Cabe recordar que Endesa e Iberdrola, propietarias de Garoña al 50%, han solicitado renovar el permiso de explotación de la planta hasta el año 2031, lo que la convertiría en la más longeva de todo el planeta.
El Real Decreto aprobado el pasado febrero por el Ejecutivo Rajoy, que permite la reapertura de una central nuclear después de su cierre si éste no estuvo motivado por cuestiones de protección radiológica o seguridad, devolvió a Garoña la posibilidad de seguir con vida. Atendiendo a esta declaración de intenciones del Gobierno, resulta fácil de entender que también haya decidido guardar en el cajón cualquier plan alternativo de reindustrialización del entorno de Garoña, tal y como anunció ayer el propio Nadal. “Usted parte de la idea de que la central no tiene salida ni futuro. Este Gobierno no lo comparte”, espetó el secretario de Estado a Gil. El anterior Ejecutivo central socialista, que cerró en falso la planta nuclear, puso sobre la mesa en su día el denominado Plan Garoña, que contaba con 26 actuaciones concretas para minimizar el impacto del cierre sobre las Merindades de Burgos o la vecina Miranda de Ebro, desarrollando otras industrias.
Un proyecto cuya desaparición fue también criticada por Gil, que reprochó a Nadal que, con las decisiones políticas de su Gobierno, “ahora no hay ni central nuclear ni plan alternativo”, advirtiendo además de que el ya citado informe del CSN “no llegará al menos hasta dentro de dos años”. Si éste es positivo, el Consejo de Ministros aún tendría la última palabra, pero apenas quedan ya dudas -si alguna vez las hubo- sobre su posición completamente favorable a la reapertura de Garoña. Una postura en la que otro PP, el que sustenta al Gobierno foral en las Juntas alavesas, giró como una veleta la semana pasada al negarse a apoyar el punto de una moción en la que se instaba al Ministerio de Industria a derogar ese Real Decreto aprobado para facilitar la reapertura.
Futuro. El Gobierno asegura que ha hecho “todo lo que está en su mano” para garantizar la reapertura de Garoña. Se refirió así ayer el secretario de Estado Alberto Nadal al Real Decreto firmado en febrero y que ha motivado la petición de renovación del permiso de explotación de la planta por parte de Nuclenor hasta 2031.
Sin plan para el entorno. A expensas del informe favorable del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Madrid aparca cualquier proyecto de reindustrialización del entorno de Garoña como el que el PSOE puso sobre la mesa en su día.