sabido es que la Llanada es un cruce de caminos. Desde tiempo inmemorial, los ganados la han cruzado para dirigirse de unas sierras a otras y para pasar el invierno en el llano. También han cruzado la Llanada antiguas rutas comerciales, de esa manera, los arqueólogos han encontrado en los yacimientos de la Llanada cerámicas y objetos de metal elaborados en tierras lejanas, como Centroeuropa o el sur de la península Ibérica. De cualquier manera, la primera constancia que tenemos de un camino reglamentado y establecido como tal, con su pavimentación, su señalización y su mantenimiento, se remonta a la época romana.
Se trata de la calzada Iter XXXIV ab Asturicam Burdigala, que como su nombre indica unía Burdeos con Astorga. Construida allá por el primer siglo de nuestra era, con una anchura de cuatro metros, fue ampliada a principios del siglo siguiente, hasta alcanzar una anchura de 6,10 metros, en tiempos del emperador Trajano, por lo que se conoció como Vía Trajana. La calzada romana, que estuvo en uso hasta principios del siglo XIX, provenía de Pamplona a través de la Sakana. Antes había cruzado el Pirineo por Orrega/Roncesvalles. Pero no era el único camino importante de la Llanada. Otro atravesaba la cordillera por el paso hoy llamado de San Adrián, confluyendo con la calzada romana en Agurain, la villa de Salvatierra. Estos caminos fueron recorridos por viajeros de diversos tipos, por ejércitos invasores, vagabundos, clérigos, nobles y plebeyos y por los peregrinos que, desde múltiples rincones de Europa, se dirigían a Santiago.
A partir del siglo XIX, con la construcción primero de la carretera de Vitoria a Pamplona y, más tarde de la vía férrea, la calzada cayó en desuso y, en consecuencia, fue abandonado su mantenimiento. De esa manera su pavimentación, a base de losas y cantos, de ahí su nombre, pues canto en latín es calculus, que en euskara da Galar y Galzar. El abandono y el trazado de pistas con la concentración parcelaria, liquidaron los últimos vestigios de la calzada. Tan solo la toponimia, Galar, Galzar, Galzabide, Bidezahar, pero también otros como Los Cascajos o La Cascajera, por la abundancia de piedras, cascajos, los calculus de la pavimentación, que a veces forman montones, formados por las piedras apartadas de las fincas por los agricultores. Los arqueólogos José Antonio Abasólo, Ramón Loza y Andoni Saenz de Buruaga, hallaron en 1983 en Errekaleor, en las cercanías de Vitoria, un miliario. Los miliarios eran mojones de la calzada, que se colocaba en el borde de las calzadas cada milla, equivalente a una distancia de 1.481 metros.
Llevaban inscripciones en las que figuraban el título completo del emperador bajo cuyo mandato se construía o modificaba la calzada, la distancia hasta Roma o la localidad más importante de la vía, el gobernador y la unidad militar responsable de las obras en la calzada. En el siglo IV, los miliarios perdieron funcionalidad indicativa, transformándose en elementos de propaganda de los emperadores. Este es el caso del de Errekaleor , que data del año 262 d. C, bajo el gobierno del emperador Póstumo. En él se lee, Imperator Caesari/Marco Cassiano Latinio/Postumo Augusto.
En la actualidad, desde la reactivación experimentada por el Camino de Santiago, desde algunos años, acaso no tanto desde el punto de vista de peregrinación, como desde sus facetas turística y deportiva, esta antigua ruta es recorrida por peregrinos, senderistas y ciclistas. A este respecto, Beatriz Arriaran, de la oficina de información turística de la Cuadrilla de Salvatierra, informa de que la mayor parte de los peregrinos que pasan por la Llanada, son de origen catalán, seguidos por franceses y alemanes. En cuanto a los vascos, por lo general se trata, más que de peregrinos, de senderistas o cicloturistas, que aprovechan los fines de semana para recorrer distintos tramos del camino. Ayuda a esta expansión del Camino, la adecuada señalización, el mantenimiento y la existencia, en lo que respecta a su trayecto por la Llanada, de dos albergues, uno en Agurain y otro en Dulantzi.
El denominado Camino de Santiago del interior, entra en Gipuzkoa por Irún, sigue por Hernani, Tolosa y Zegama, pasa a Álava por el túnel de Sandrati/San Adrián, para cruzar la Llanada hasta Gasteiz y, de allí, enlazar con el Camino Francés en Santo Domingo de la Calzada. En total 210 kilómetros de recorrido. Tras descender de la sierra, el camino llega a Zalduondo, pasando junto a la ermita San Julián y Santa Basilisa de Aistra, que probablemente sea el edificio más antiguo de Álava. Coincidente con la actual carretera, el camino se dirige a Agurain, pasando antes por Ordoñana, donde se encuentra la ermita de San Millán. Agurain bien merece una parada prolongada, con sus iglesias de San Juan y Santa María, las murallas, el convento de San Pedro, de las Hermanas Clarisas, la iglesia de San Martín, situada dentro de la casa consistorial, sus casas blasonadas y las típicas olbeas o soportales de sus plazas. Agurain contó otrora con un Hospital de Peregrinos, cuyo edificio aún podemos contemplar en el barrio de la Magdalena.
El siguiente hito del camino es Gazeo, con su iglesia de San Martín de Tours y sus muros con pinturas góticas. Muy cerca se encuentra Alaitza, con unas pinturas de la misma época, siglo XIV, pero de temática y tipología completamente distintas. De allí, pasando por Ezkerekotxa que posee una interesante iglesia románica, se llega a Dulantzi. El camino no pasa por el casco urbano, sino que después de rodear el cerro donde se encuentra el centro de Interpretación del Castro de Henaio, un poblado de la Edad del Hierro, pasa junto a la iglesia de Nuestra Señora de Ayala.
De cualquier forma, es inexcusable la visita a Dulantzi, donde además, como ha quedado dicho, existe un albergue. Tras Ayala, llegaremos a Elburgo, junto al cementerio, cuya capilla es la interesante iglesia románica de San Juan de Arrarain. De allí, ya en el municipio de Vitoria, llegamos a Villafranca, desde donde podemos optar por seguir directamente a Arkaia, la antigua Suessatio, donde existen los restos de unas termas romanas, o podemos ascender al cerro de Estibaliz, para admirar su santuario de los siglos XII-XIII.
El albergue de peregrinos de Agurain está próximo a cumplir su primer año de funcionamiento. Se encuentra junto al campo de fútbol, en la zona deportiva. Es de propiedad municipal. Anteriormente fue la sede de las ambulancias, que han pasado al nuevo centro de emergencias. Está atendido por un grupo de voluntarios, en contacto con la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Álava. Tiene una capacidad de diez camas, en dos habitaciones, con tres y dos literas. Los peregrinos pueden hacerse la comida en el albergue. El precio de la estancia, máximo una noche, es de cinco euros. No se reservan plazas con antelación, sino que el peregrino, que debe disponer de su credencial como tal, cuando llega al albergue, llama a un teléfono que figura en la puerta, siendo atendido por un voluntario o voluntaria.
En 2013, de julio a fin de año, pasaron por el albergue 200 personas, en lo que va de 2014 han pasado ya 60. El albergue de peregrinos de Dulantzi se encuentra en la calle Ronzapil, muy próximo a la Herriko Plaza. Funciona desde la primavera del año 2010. Dispone de ocho plazas en literas. El local es propiedad del Ayuntamiento, el cual, para su gestión, mantiene un acuerdo de colaboración con la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Álava, que delega en la asociación cultural local Tullonium. El precio de la estancia es de cuatro euros. El funcionamiento es similar al descrito para Agurain.
Historia. El itinerario que vertebró Europa cuando ésta no tenía aún conciencia de existir intensifica su impronta en el territorio histórico, donde los albergues ya son una realidad en municipios como Agurain, Alegría-Dulantzi y la capital alavesa (Cuchillería, junto al cantón de San Marcos).
A la calle. Los peregrinos europeos y nacionales empiezan a apostar por rutas que difieren de los caminos tradicionales, repletos estos de caminantes y más saturados.