Vitoria - Asier se tomó su tiempo para zambullirse en las aguas de Garaio. Cuando lo hizo, apenas duró dentro unos minutos. La temperatura era aún muy fresca. Al salir y ponerse las sandalias, descubrió inquilinos en sus pies. Justo cuando se daba cuenta de que eran pequeños y pegajosos gusanos, se oyeron unos metros más allá los gritos de una niña. Acababa de realizar el mismo descubrimiento. El primer día de la temporada de baño ayer en las playas del pantano de Ulibarri-Gamboa comenzó con sorpresa. Todavía no ha habido confirmación por parte del Departamento vasco de Sanidad, pero los episodios recién vividos hacen pensar que podría tratarse de una plaga similar a la que afectó a esta zona del embalse hace tres años. Inofensiva para el hombre, pero desagradable.
Al menos por el aspecto, los gusanos de ayer parecen de la misma familia que los de 2011. En aquel entonces, las muestras analizadas concluyeron que los ejemplares pertenecían al conjunto de "anélidos de la clase Hirudinea". En ese grupo los hay marinos, terrestres y arborícolas, pero la gran mayoría vive en agua dulce, como los encontrados en el pantano alavés. Son un tipo de sanguijuela, de ahí que se aferren a la piel con facilidad, pero no pueden provocar lesiones a los bañistas porque a priori son inocuos y no hematófagos. Es decir, que en ningún caso se nutren con sangre.
El único inconveniente podría producirse en caso de que los gusanos se aferrasen a las mucosas. Por eso, hasta que Sanidad analice la situación, los bañistas harían bien en no zambullirse por completo allí donde se han detectado los primeros casos. Igualmente es recomendable que los chapuzones no duren más de un cuarto de hora y vayan acompañados siempre de una ducha prostrera con agua potable para evitar al traslado de los hirudineos a otros lugares. Además, en caso de que acabe confirmándose la existencia de un problema, con toda seguridad se procederá a señalizar y acotar las áreas colonizadas, de tal forma que la plaga no vaya a más. Así se hizo en junio de 2011 y en un mes se barrió la epidemia.
La presencia de este intruso es, en cualquier caso, una buena noticia medioambiental. Estos gusanos suelen hacerse notar cuando el medio en el que se mueven está oxigenado, así que su irrupción en las playas alavesas indica una buena calidad de las aguas. Ayer mismo, cientos de personas aprovecharon los tibios 21 grados para desconectar y comerse el sol a lo largo de Ullibarri-Gamboa.