amurrio - Una persona que conoce y sabe gestionar sus emociones no sólo tendrá mejores resultados académicos, sino que estará más preparado para convivir en el mundo en todos sus ámbitos. Uno de los grandes descubrimientos de las últimas décadas es que se pueden educar las emociones y el comportamiento. Mediante programas probados científicamente, es posible desarrollar lo que llaman habilidades para la vida, es decir, una serie de destrezas en el ámbito social, emocional y ético, que complementan y optimizan las habilidades cognitivas e intelectuales. De ello saben algo ya en el instituto Zaraobe de Amurrio, de la red Ikaslan, que desde el pasado curso intenta implantar en el centro un novedoso proyecto que apuesta por lo que se ha bautizado con el nombre de aprendizaje emocional. Según el director del recinto, Iñaki Rodrigo, "se trata de un modelo educativo integral que empieza a tocar el plano emocional que, en general, no se trabajaba".
Este modelo educativo se basa en un sistema de gestión de aula para posibilitar el desarrollo de competencias socio-emocionales del alumnado. Juncal Sánchez, coordinadora de estudios de ciclos formativos del Zaraobe y responsable de que esta forma de educar llegase a Amurrio tras un curso en Chipre en 2012,, indica que "cuando educas a una persona la formas en conceptos y procedimientos. Con estas herramientas añades la gestión de las emociones. El alumno cultiva su identidad y le preparas para convivir en el ámbito social, en la escuela, la familia, la calle y el mundo laboral, porque el alumnado mejora su rendimiento académico y motivación, despierta su espíritu empresarial y ejercita el liderazgo y el trabajo cooperativo".
Pioneros de la FP Este modelo empezó a implantarse el pasado curso, pero en éste, tras buscar a una persona que les ha ayudado en la preparación del profesorado, se ha profundizado mucho más en el camino. La comunidad educativa de Zaraobe está convencida de que "es el único a seguir, aunque nos queda mucho por andar". De hecho, de momento sólo han involucrado en él a los 25 profesores y un centenar de alumnos, de entre 16 y 30 años, de los cuatro ciclos formativos que ofertan en FP. Sin embargo, la intención de los responsables del instituto pasa por aplicarlo el próximo curso también a los primeros niveles de la ESO para extenderlo a todo el centro.
La tarea no será sencilla, ya que aunque ya hay experiencias en niveles inferiores, e incluso algunas universidades y entornos laborales, la Formación Profesional "es una franja muy especial, por la edad del alumnado, las materias que tratamos y el uso compartido de aulas que lo dificultan, pero es lo que tiene ser pioneros", matizan.
En cuanto a los resultados de la experiencia, son conscientes de que hasta medio o largo plazo no tendrán las pruebas de que el aprendizaje emocional ha tenido algo que ver en una mejora de los resultados académicos de su alumnado. Lo que sí están ya en condiciones de afirmar es que se está dando una mejora continua en las relaciones entre los agentes educativos y en la comunicación; así como en la prevención y resolución de los conflictos, además de una mayor satisfacción personal y colectiva. "Ahora el profesorado tiene una mayor empatía hacia el alumnado, y creemos firmemente que éste se siente más escuchado y entendido por los profesores, aunque habría que preguntárselo a ellos que, en estas cosas como en todo, siempre hay opiniones para todos los gustos, y los cambios cuestan", apunta Sánchez.
Lo que está claro es que el instituto Zaraobe, con más de 600 alumnos, ha decidido asumir una responsabilidad académica diferente a la tradicional en la Formación Profesional y construir un proyecto novedoso que incluya no sólo la adquisición de conocimientos y técnicas adecuadas para ejercer la actividad laboral, sino también una formación integral en la que el alumnado logra un mayor desarrollo emocional, social y ético, logrando que cada estudiante trabaje sobre lo que llaman "habilidades para la vida" consiguiendo también una mejor preparación para su acceso al mundo laboral.