vitoria - Los corrales de pesca de Chipiona forman un fantástico monumento natural, herencia de una cultura mariscadora ancestral, que enamora a los turistas. Por desgracia, ayer la tragedia quedó atrapada entre sus muros. Toño Berrueta y Marga Imaz, un matrimonio de Vitoria de 64 años que veraneaba habitualmente en la zona, fallecieron ahogados a la una del mediodía después de que ella hubiera sufrido una herida por un golpe contra las rocas y él hubiera entrado en el agua para tratar de auxiliarla. El crispado estado del mar precipitó el triste final. "Había corrientes y fuerte oleaje. Bañarse era muy arriesgado. Y en esa zona todavía más", advertía, consternado por el suceso, el dueño de un chiringuito cercano. Cuando los agentes de la Guardia Civil llegaron a la playa, llamada Las Tres Piedras, no pudieron hacer nada por el hombre y, aunque sacaron con vida a la mujer, la reanimación fue infructuosa.

Durante los tres últimos días, el litoral gaditano había estado en alerta amarilla por rachas de viento procedentes de Levante de más de cien kilómetros por hora, que habían obligado incluso a cancelar algunas conexiones marítimas y el atraque en el puerto de Cádiz de dos cruceros. Por eso, según algunos testigos, había "poca gente en la playa y menos todavía en el agua". Aun así, la turista vitoriana se animó a acercarse a los corrales de pesca, una zona muy frecuentada por los bañistas en los momentos de bajamar para coger los peces que quedan atrapados entre las piedras. Al parecer, probablemente por la agitación del mar, la mujer sufrió una herida en la pierna. Y pidió ayuda a su marido. El principio del fin.

Según el relato del portavoz de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz, Manuel González, "el hombre, que estaba tumbado en la arena, se levantó, entró en el mar y a los pocos metros, cuando aún no había llegado donde estaba ella, se ahogó". La autopsia explicará por qué, aunque ayer se barajaba la posibilidad de que hubiera sufrido un infarto. Para entonces, varios testigos habían llamado a la Benemérita. Por desgracia, la intervención de los agentes no pudo evitar los dos fallecimientos. El hombre ya estaba muerto cuando entraron en el mar y ella, pese a salir con vida del agua, la perdió a los pocos minutos. Tal vez la presencia de socorristas hubiera minimizado la tragedia, pero el dispositivo no estaba activo. Fuentes de Protección Civil de Chipiona, organismo encargado de este servicio, explicaron que "durante la temporada media sólo funciona los fines de semana". Ayer era viernes.

El trágico suceso corrió rápidamente como la pólvora. En Chipiona, vecinos próximos a la playa de Las Tres Piedras mostraban su extrañeza por la "falta de precaución" de la mujer, que "tenía que conocer el riesgo de los corrales de pesca y del temporal de viento" dado que ella y su marido eran turistas habituales de la zona. Según varias informaciones, el matrimonio se alojaba en la urbanización más cercana, Costa Ballena, "que está llena de navarros y vascos". Al parecer, hacía diez años que acudía al mismo apartamento, enamorado como estaba de Chipiona. De normal, la playa donde ayer se produjo la tragedia mortal se caracteriza por un oleaje moderado que permite el baño e invita a dar largos y tranquilos paseos. Es la más septentrional de la localidad, con 2.400 metros de longitud, de fina arena dorada y encantadoramente rústica. "Por eso, por su carácter más bien salvaje, no hay banderas que puedan alertar del estado del mar", matizó el propietario del chiringuito.

Desde 2008, no se había producido ningún ahogamiento en Chipiona. Ese año, en agosto, un octogenario falleció en la playa Cruz del Mar, próxima a la de Las Tres Piedras, al sufrir un corte de digestión. Entonces, el dispositivo de auxilio fue mucho más amplio, aunque el resultado igual de infructuoso. Acudieron a la zona efectivos de Protección Civil, agentes de la Policía Local y de la Benemérita y personal de emergencias del 061.