adentrarse en el antiguo Izarra International College es convertirse de golpe y porrazo en el protagonista de una película de terror, Como una adolescente perseguida por el inexpresivo Michael Myers de Halloween o el sádico Jason Voorhees de Viernes 13, uno espera que al final del extenso pasillo plagado de aulas aparezca alguien con cara de pocos amigos y haya que salir corriendo para esconderse. Deshabitado desde que en febrero de 1997 cerrara sus puertas, el complejo, de once hectáreas y 25.000 metros cuadrados construidos, se ha convertido hoy en día en un lugar plagado de escombros, cristales, pintadas y estructuras en descomposición.

Semiderruido, la Diputación alavesa paga anualmente 200.000 euros -así lo hará hasta 2023- al Deportivo Alavés por los derechos de superficie y una opción de compra durante 75 años. En su día, el club albiazul quiso instalar allí un centro de alto rendimiento que no cuajó. Tampoco cristalizaron los proyectos para convertirlo en un hospital de tetrapléjicos o un centro de salud de una empresa internacional, que acabó ejecutándose en los Alpes italianos.

Ahora, como adelantó DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, el complejo escolar se convertirá en el escenario de simulaciones de estrategia militar tras el acuerdo firmado el pasado día 10 entre la sociedad foral Álava Agencia de Desarrollo y la empresa de Ávila Airsofttotal Group, dedicada a ofertar este tipo de actividades, denominadas airsoft. Una práctica en la que los participantes se visten con indumentaria militar y utilizan réplicas de armas reales para realizar simulaciones militares como acabar con un escuadrón terrorista, rescatar rehenes o enfrentarse en escaramuzas.

A cambio de utilizar el recinto durante al menos los próximos cinco años, la firma abulense no pagará alquiler, aunque se compromete a invertir 50.000 euros en esos cinco años, la mitad de ellos durante los doce primeros meses. Desde la publicación de la noticia la semana pasada, los vecinos de Izarra han ido conociendo el nuevo uso que el diputado general, Javier de Andrés, ha decidido otorgar al colegio. Una utilidad que muchos de sus habitantes no ven con buenos ojos, aunque también están los que consideran que puede traer réditos económicos a la localidad.

De primeras, parece que vivir junto a un lugar en el que se realizarán estos juegos de guerra no acaba de convencer en Izarra, donde la gente preferiría recibir visitas un poco menos bélicas. "Es un recinto muy grande y puede tener miles de usos más apropiados, como una residencia o algo similar. Las actividades que se van a realizar allí son un poco extrañas y no creo que aquí la gente quiera tener algo así. Además, dejarles usar el recinto como una cesión me parece raro, digamos que huele un poco mal", sostiene Eduardo Ezkibel en el interior de la farmacia del pueblo, donde trabaja.

Vestido con la tradicional bata blanca, este farmacéutico no ve claro el futuro del antiguo colegio. "Están dejando que se caiga a piezas y han tenido mucho tiempo para buscarle una utilidad, así que ahora que no vengan diciendo que tienen prisa por darle un uso y que es mejor tener eso que nada", apunta Eduardo en referencia a las palabras de Javier de Andrés, cuando el pasado viernes aseguró que, aunque instalar estas actividades de juegos militares, "no es la mejor elección", la alternativa era "nada".

"más movimiento" Por su parte, otro residente en Izarra, Luis Calleja, transmitía una opinión similar a la de Eduardo Ezkibel. "No me gusta ese uso que se le va a dar como simulaciones de guerra. Me parece que no es un lugar adecuado y se le podría dar una utilidad más sana. Además, está hecho una ruina, e invertir 50.000 euros en cinco años no es nada. Con ese dinero no van a tener ni para desescombrar el recinto", opinaba Luis junto al frontón de esta localidad alavesa, donde algunos de sus habitantes aguardan a que desde el Ayuntamiento les informen de los planes que la Diputación ha tomado respecto a la cesión del complejo escolar durante los próximos cinco años, aunque el Ejecutivo foral no les pidió opinión al respecto. Mientras tanto, vecinas como Jone Guerra se debaten entre las dudas que les genera una actividad de juegos de guerra como la que se implementará junto a sus hogares y la posibilidad de que estas prácticas sirvan para que la economía de Izarra "se mueva un poco".

"No simpatizo mucho con actividades que pueden acercar la violencia, pero si es un juego y sirve para atraer gente al pueblo, que tomen algo en los bares y compren en las tiendas... De todas formas, me hubiera parecido mejor que en lugar de una empresa de Ávila fuera una local que empleara a gente de aquí", sostenía ayer Jone mientras tomaba un café a media mañana.

Por su parte, otro vecino, Juan José Pérez, no tenía problemas con la futura llegada de esta empresa de juegos de estrategias bélicas. "Había que darle un uso al colegio y a mí me parece correcto. Creo que si se lleva bien puede atraer bastantes empresas y bastante movimiento al pueblo. La Diputación sabrá lo que debe cobrar, y si ingresa esos 50.000 euros en cinco años espero que de rebote sirva para que realicen una remodelación de las piscinas o creen una zona lúdica para los niños", confiaba Juan José mientras se dirigía a su casa después de comprar el pan. Después de casi veinte años viviendo a unos metros de un prestigioso internado escolar y de ver cómo los proyectos para su rehabilitación se convertían en agua de borrajas, los habitantes de Izarra aguardan ahora con expectación poder conocer, de una vez por todas, por dónde van los tiros en lo que al antiguo colegio respecta.

izarra - Además de abonar 200.000 euros al año hasta 2023 como parte del acuerdo para paliar la deuda del Alavés -sellado en noviembre de 2011-, la Diputación alavesa acometió hace dos años unos gastos de más de mil euros en acciones como colocar una serie de carteles indicativos de propiedad privada (69 euros) o instalar piedras de gran tonelaje para limitar las entradas (953 euros, ambos más IVA).

Pese a ello, no parece que el Gabinete foral liderado por Javier de Andrés (PP) haya tenido demasiado interés en restringir la entrada al desvencijado recinto que en su día acogiera a alumnos y profesores, pues como pudo comprobar ayer este periódico el acceso a las once hectáreas del complejo es tan sencillo como cruzar por la puerta principal y ascender a pie o en coche hasta los edificios escolares, semiderruidos pero abiertos para poder acceder sin problemas a su interior.

La única piedra "de gran tonelaje" que puede encontrarse en el arco que da la bienvenida a Izarra -y que puede verse en una de las fotografías de este reportaje, en la página 5- está situada a unos metros de la entrada, símbolo de lo que en su día fue un intento de detener el acceso a los curiosos. Además de este desembolso de mil euros para tratar de cortar el paso y colocar además carteles informativos, la sociedad foral Álava Agencia de Desarrollo (AAD) ha realizado a lo largo de los dos últimos años diferentes acciones como un levantamiento topográfico, la delimitación de los límites de la propiedad y su adecuación a lo especificado en el catastro, la identificación de los servicios de abastecimiento, saneamiento y electricidad de la propiedad y valoración de su estado o la identificación de posibles focos de contaminación de amianto.

Ahora, una vez AAD reciba el dossier de la empresa con las medidas técnicas que procederá a realizar en la propiedad, que según el contrato deben ascender a 25.000 euros el primer año y otros tanto los cuatro siguientes, el Ejecutivo foral dispondrá de un mes para certificar definitivamente el acuerdo de cesión de Izarra durante cinco años para que la empresa empiece a funcionar. - D.O.