Agurain - Agurain celebró ayer la festividad de la Virgen de Sallurtegi. Coincidiendo con el Lunes de Pascua, cientos de fieles se reunieron para rememorar una jornada que se remonta siglos atrás y cuyos ingredientes principales son el canto de la Aurora, la procesión de la Virgen por el Casco Histórico, el reparto de chocolate y un bollo con chorizo. Con ella se festeja la aparición de la virgen en el caserío del mismo nombre que se encuentra a varios kilómetros de Agurain. Actualmente esta imagen se conserva en la parroquia de Santa María.
La fiesta, que une la tradición religiosa con los actos festivos, comenzó a las siete de la mañana cuando un grupo de fieles se reunió para cantar a la patrona. Los auroros recorrieron las calles de la villa precedidos por uno de ellos, que porta un farol, anunciando su paso con una campana. "La salida de la aurora se anunciaba por cohetes y un repique de campanas", explica uno de los participantes. Con la noche aún encima y temperaturas más bien frescas, se entonó la pegadiza melodía. Ya ha salido Jesús del sepulcro, el infierno queda lleno de pavor. El pecado y la muerte vencidos, abiertas las puertas del cielo están hoy. Alegrémonos, aleluya, aleluya, aleluya, que ha resucitado nuestro redentor. Cristianos venid, devotos llegad, a rezar el rosario a María si el reino del cielo queréis alcanzar, repitieron una y otra vez. "Antes, sólo se cantaba en el interior de las murallas y en los portales, en la actualidad, también por los barrios", explica Alberto, conocedor de la fiesta. En el interior del templo, la Virgen espera la llegada de vecinos y visitantes, engalanada con una pulcro manto de flores blancas. Sixto y su hija Miriam, encabezan con su farol la comitiva. En cabeza, 12 faroles que representan el Pater Noster, las diez ave marías y el gloria de un misterio del rosario. Las mujeres portan la imagen por las calles Zapatari y Mayor. Una talla de madera dorada y policromada que data del siglo XIV. Un hombre toca la campanilla que anuncia el cambio en las portadoras. "Aunque pesa un poco se puede llevar bien", comenta una de ellas. En Zapatari, un grupo de jóvenes increpa a los fieles que piden "respeto". Luego, un nuevo incidente perturba la marcha de la comitiva a la entrada de la calle Mayor cuando un vehículo obliga a parar la procesión. Más gente se suma a la comitiva hasta llegar a la plaza Simón Martínez de Abad. "Fiestas como las de hoy dan identidad a nuestro pueblo", reconoce el sacerdote en la homilía.
A la salida de la misa, las mujeres de la asociación Sallurtegi se encargan de repartir chocolate y bizcochos. "Este año está participando mucha más gente, será por el tiempo", reconocen María y Conchi, chocolate en mano. Con los años las cosas han cambiado y así lo atestiguan los más ancianos, que recuerdan que antes eran los padrinos los que compraban el bollo de Sallurtegi a sus ahijados. Un obsequio que hoy reparte el Ayuntamiento.
Este año, con el objetivo de dar a conocer a los niños el tradicional bollo se reparten pequeños txoripanes. En total, 250 bollos con chorizo. Nerea, una de las txikis presentes en la plaza no duda en dar los primeros bocados mientras comenta que "estaba muy rico". Otros no se sueltan de la mano de sus padres. "Le da mucha vergüenza", comenta una madre. Ya con el estómago lleno, los más pequeños participan en el casting de danza.
A mediodía la fiesta se traslada a la ermita de Sallurtegi, hoy un caserío al sur de la villa, antes parroquia de un despoblado desaparecido o "mortuorio" abandonado posiblemente antes del siglo XVI, que en 1258 el rey Alfonso X el Sabio dona a Salvatierra. Como vigía en su atalaya, ermita ha estado durante siglos Nuestra Señora de Sallurtegi presidiendo la vida religiosa y social de Salvatierra. La conjunción o simbiosis de todos estos elementos festivos, religiosos, tradicionales e históricos ha hecho que el nombre y la patrona de una despoblado, el de Sallurtegi, del que apenas hay noticias históricas, haya aglutinado en una celebración a toda la población de Agurain. La Virgen de Sallurtegi está hoy recogida en la parroquia tras ser restaurado y policromada en el siglo XX según el patrón de la Virgen de Estibaliz.