vitoria - El perfil del adolescente que llega al despacho de Carmen Cotelo no siempre coincide con el estereotipo grabado en el imaginario ciudadano de niño con una vida complicada. Tras muchos de los casos que la coordinadora de la Fiscalía de Menores ha manejado a lo largo de trece años hay chavales de contextos familiares normalizados que cometen gamberradas. Otra cosa es que éstas sean o no constitutivas de delito. Y a esa disyuntiva es a la que ahora debe enfrentarse este órgano judicial, que ya ha recibido el atestado de la Ertzaintza por el caso de los tres adolescentes de quince años relacionados con el lanzamiento de una botella de líquido corrosivo a dos chicas de su colegio y el abandono de otra en la Plaza de Abastos. Ellos han reconocido al menos el primer acto y han asegurado que sólo pretendían "hacer una gracia". Pero la familia de la víctima ingresada desde hace once días en Cruces no piensa conformarse con esa explicación y, según pudo saber DNA, va a interponer una denuncia contra ellos por la agresión padecida.
Iniciado el procedimiento y al margen de lo que puedan solicitar los progenitores de la niña herida, la Fiscalía afronta ahora tres posibles caminos: archivar el caso si considera que los hechos no son constitutivos de delito, desistir en caso de concluir que se trata de un delito menos grave o una falta si no ha existido violencia y si el autor de los hechos no ha cometido anteriormente actos de la misma naturaleza, o admitir a trámite la denuncia y abrir expediente a los menores, notificando las diligencias a éstos, a las víctimas y al juez. Personas próximas a los hechos confían en que el proceso siga adelante, tanto por el propio alcance del suceso como por el que podría haber llegado a tener si, entre otros condicionantes, la adolescente no hubiera reaccionado rápidamente y retirado la botella que se dirigía directamente a su cara.
En caso de superarse la primera fase, la siguiente sería la de instrucción, en la que se tomaría declaración a los menores y se practicarían las diligencias esenciales para esclarecer los hechos y poder enjuiciarlos. Un equipo técnico redactaría un informe y, sobre su base, el fiscal podría decidirse por una de estas dos vías: el archivo o desestimiento de la causa, o la transformación de todo lo actuado en un expediente de reforma. De escoger la segunda, se pasaría a la etapa del enjuiciamiento. También en este momento se puede solicitar el archivo de las actuaciones por parte del fiscal al juez de menores si se ha producido una conciliación entre las partes o existe la posibilidad de reparación.
De lo contrario, el fiscal realizaría el escrito de alegaciones, del que se daría una copia al abogado de los acusados. Si los chavales aceptaran los hechos, el magistrado dictaría directamente la sentencia correspondiente. Si no, los sobreseería o daría vía libre al juicio. El dictamen final podría ser de lo más diverso. En menores se contemplan desde amonestaciones, trabajos en beneficio de la comunidad o fines de semana en el domicilio familiar hasta internamientos semiabiertos o cerrados en centros especiales.
Un proceso lento. La niña ingresada en Cruces, único hospital de Euskadi con Unidad de Grandes Quemados, prosigue su recuperación. Tras la intervención del sábado para ponerle injertos y su paso por la UCI, ayer pudo sonreír al ver en DNA la fotografía que sus compañeras del equipo de baloncesto se hicieron al inicio del partido del fin de semana para transmitirle todo su apoyo. Entre hoy y mañana se sabrá si la operación ha sido exitosa y no hace falta repetirla. La adolescente sufrió una quemadura de cuarto grado en el muslo izquierdo y otra de tercero en la mano izquierda.