vitoria - El maratonista Martín Fiz es como una batería. Puede dosificar su energía para cubrir largas distancias. El velocista Usain Bolt funciona más como un compensador. Un estallido rápido para realizar un recorrido corto. "¿Entendido?", preguntó Javier Carretero a su joven y un tanto tímido público. Más de cien alumnos de Egibide arrancaron esta nueva semana con una jornada teórico-práctica impartida por el Centro de Investigación CIC Energigune en Villa Suso sobre almacenamiento de energía, uno de los principales ámbitos que desarrolla esta entidad para encontrar los métodos más eficientes en ámbitos tan diversos como la telefonía móvil, la aeronáutica, las energías renovables y la movilidad eléctrica. Por algo la empresa pretende convertirse en un referente internacional, desde su ubicación en el parque tecnológico de Miñano.

Carretero y su compañera Elisabeth Castillo, investigadores ambos del CIC, se encargaron de ponerles las pilas a los chavales en el ámbito del que son expertos. Por eso, empezaron por el principio: cómo funciona una batería. Según contaron, ésta está formada por una o varias celdas, una especie de caja cerrada en cuyo interior hay dos electrodos sumergidos en un electrolito. Los electrodos a su vez se comunican con el exterior mediante unos bornes, que son donde la batería se conecta al sistema eléctrico que se va a utilizar. El caso es que dentro de las celdas se producen unas reacciones químicas que son las que ceden o absorben electrones, generando la consiguiente tensión. No obstante, para lograr que se almacene energía lo que hay que hacer es aislar a éstos del oxígeno, y esa circunstancia sólo se consigue a través de un aislante. ¿Cuál? Ahí es donde los profesionales intervienen, buscando los más adecuados. "No es fácil separar el oxigeno del hierro, de ahí la investigación", explicaron los jóvenes.

La innovación en baterías puede ayudar, por ejemplo, a aumentar el umbral de autonomía de los testimoniales coches eléctricos. También es importante el desarrollo de los compensadores, dadas sus destacadas utilidades. Al construirse el tranvía de Sevilla, por ejemplo, se decidió no poner catenarias a su paso por el casco histórico. Y esa propuesta pudo llevarse a cabo gracias a un supercompensador capaz de generar una barbaridad de potencia en poco tiempo. Asimismo, la investigación de estos dispositivos va encaminada a mejorar el almacenamiento de energía cinética para poder ser usada cuando sea precisa, un elemento clave en las renovables. "E igualmente se pueden usar en pequeños dispositivos de consumo, en herramientas eléctricas y en el ámbito espacial", añadieron.

Un divertido Miguel Ángel Muñoz remató las explicaciones teóricas con varios experimentos fáciles y de baja peligrosidad. Al más puro estilo de El Hormiguero, pero sin hombre de negro, el trabajador del CIC recurrió a una lata de refresco, un estropajo de acero y un papel de cocina de doble capa para generar energía y demostrar a continuación cómo con un elemento como la sosa es posible aumentar la potencia y la corriente. Los estudiantes mostraron un gran interés por las pruebas, así como por las distintas actuaciones que se llevan a cabo en este centro del parque tecnológico de Miñano. Quién sabe si algún día formarán parte de la plantilla. El director general, Jesús María Goiri, subrayó su interés por buscar jóvenes talentos dentro del País Vasco para engrosar el equipo. "La gente es el valor fundamental de nuestro laboratorio", alentó.