sE acerca el invierno, y en Invernalia-Gasteiz sus habitantes se prepararan para aguantar una larga temporada de inclemencias. Álava es ese territorio que está al otro lado del muro, aunque sus vecinos son un poco menos salvajes -y están un poco más vivos- que los que transitan las tierras heladas que George R.R. Martin describe en la televisiva adaptación de su libro. Y, como es habitual por estos lares, la nieve y las bajas temperaturas llevarán a más de uno a perder la cabeza atascado en mitad de la carretera, o esperando a ese autobús que no llega. La desesperación será de nuevo una constante en los gasteiztarras en cuanto los copos de nieve tapen calles y carreteras, como sucede anualmente cada invierno. Esta estación oficialmente empezará a congelar al hemisferio norte el sábado a las 18.11 horas. Durará 88 días y 23 horas, y su punto final tendrá lugar el 20 de marzo de 2014, fecha de inicio de la primavera. Así que, teniendo en cuenta que no hay año en el que en el territorio histórico no se vea caer la nieve, cabe preguntarse si, a estas alturas de la película, los alaveses no se han vuelto demasiado exigentes en todo lo que tenga que ver con un invitado que en la capital alavesa está más visto que El Caminante.

"Para la gente que sufre la nieve cada invierno es un gran inconveniente, por supuesto, y por eso supongo que nunca hemos sido tan exigentes como ahora con los problemas que trae la meteorología adversa", admite José Antonio Aranda, jefe de Meteorología de Euskalmet. La Agencia Vasca de Meteorología dejó hace un par de años de realizar pronósticos a largo plazo, entendiendo a largo plazo todo lo que vaya más allá de los próximos diez días porque, como con todos los meteorólogos, la falta de acierto en muchas ocasiones provocaba más críticas y sinsabores que otra cosa. El último ejemplo lo sufrieron el pasado 12 de febrero, cuando el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, y el diputado general, Javier de Andrés, deslizaron críticas públicas a Euskalmet para ocultar su falta de previsión en una de las nevadas más abundantes que ha sufrido la capital alavesa los últimos años.

El problema es que cuando se exigen predicciones matemáticas una simple y mínima variación puede echar por tierra toda previsión como un castillo de naipes. "En una situación normal, 0,6 grados de temperatura más o menos implican que la cota de nieve suba o baje cien metros. Acertar con la cota exacta es complicado, y saber la cota de nieve exacta que puede caer es directamente imposible", argumenta Aranda. Así las cosas, conscientes de la imposibilidad de que los expertos en meteorología acierten de pleno con sus previsiones, los ciudadanos se conforman con que las instituciones y los agentes implicados estén al menos bien preparados para hacer frente al frío, las heladas y las nevadas. Pero incluso aquí hay matices, como bien señala el director de Atención de Emergencias y Meteorología, Pedro Anitua. Tras 32 años controlando adversidades tanto en el Ayuntamiento de Vitoria como en el Gobierno Vasco, este vitoriano conoce como nadie el cabreo que se cogen muchos de sus vecinos cuando la nieve les impide hacer su vida normal. "Si tengo que ir de Vitoria a Bilbao y normalmente voy con cincuenta minutos de margen, cuando nieva voy con los mismos cincuenta minutos de antelación, y si no llego la culpa es de otros. Los mismo pasa si tengo que coger el autobús urbano, tiene que llegar puntual sí o sí", mantiene

Con todo, los ciudadanos también pueden aportar su granito de arena -como ya hacen muchos- para evitar que la nieve colapse la ciudad. Bien tirando de pala para limpiar las aceras, como no les queda más remedio que hacer a comerciantes y hosteleros, o bien gastando unos euros en poner ruedas de invierno a sus coches y evitar así irte a la cuneta al más leve giro de volante. "Llevamos ruedas que no están en condiciones y nos quedamos atravesados en cualquier cuestecilla. Para estos casos las ruedas de invierno agarran mucho más por debajo de los cinco grados. Yo en mi coche personal siempre las cambio, y además tengo en el maletero una pala, por si acaso", anima el director del servicio de Emergencias.

diez minutos tarde La cuestión es si, en definitiva, se puede pedir calma y comprensión a los vitorianos cuando año tras años sufren los mismo problemas a costa del frío, las heladas y la nieve. Si la exigencia a los responsables institucionales de convertir un día de nieve en uno como otro cualquiera es real o pasa por ser una de esas cosas que, como dicen los veteranos, "en mis tiempos no pasaba". "Antes si hacía mal tiempo no salías de casa, salvo que fuera por obligación. Hoy, como llegues diez minutos tarde al trabajo, estallas. Todos vivimos al minuto y perder un cuarto de hora es una tragedia. Exigimos que todo esté abierto, que todo funcione las 24 horas del día, que podamos hacer una vida normal pase lo que pase. Y eso es imposible, por mucho que la administración ponga medios", subraya José Antonio Parada desde Euskalmet mientras Pedro Anitua, por su parte, lamenta también que algunos valientes se lancen sin problemas a la aventura y salgan a pasear por el monte sin importarles la climatología.

"La gente peca de confianza y piensa que el riesgo es menor. Piensan que por tener un móvil van a poder pedir ayuda en cualquier momento, y con la naturaleza el control es relativo. Luego, si hay que ir a buscarlos, en invierno cada minuto cuenta", recuerda el responsable de la dirección de emergencias y meteorología del Gobierno Vasco, donde confían en que el invierno, que está a las puertas oficialmente pero ya ha entrado de facto hasta la cocina, sea menos duro que el que ha asolado Álava este año. "No sé cómo será este invierno, pero el pasado fue uno de los más duros, y de hecho terminó casi en junio. Se hizo larguísimo", recuerda Aranda, jefe de meteorología de la Agencia vasca.

Y así, con los primeros copos sobrevolando Álava desde mediados del pasado mes de noviembre, Euskalmet estima que este jueves la nieve vuelva a caer sobre el territorio alavés aunque no más bajo de ochocientos metros. ¿Acertarán? ¿Se equivocarán? Lo único que está claro a estas alturas es que como bien dice Pedro Anitua, "una cosa es segura, en Vitoria va a nevar".