Vitoria. Tantas vueltas que se dio con las rampas del Casco Viejo, usted que las tiene al lado de su bar... ¿qué opinión le merecen con el paso del tiempo?

La misma que cuando empezaron las obras... una buena opinión. Es que aquí somos un poco rancios y en seguida decimos que no casi sin saber de qué se trata. Lo primero protestar. A mí todo lo que sea invertir y hacer cosas en el Casco me parece bien. Y he visto a gente que se quejó muchísimo en su día usarlas después...

¿Y la Green Capital?

Pues que sí sirvió para que nos conociera más gente fuera de aquí y nos pusieran en el mapa... ya está bien. Ha venido mucha gente a visitarnos, sobre todo del resto del Estado.

¿Y cómo es el Casco Viejo que usted conoce fuera de los focos del fin de semana?

Solitario y triste, muy triste. Entre semana no se ve un alma. Pero es que si no hay pequeño comercio que haga que la gente ande de un lado para otro ¿qué esperamos? De verdad que da pena ver el Casco un día cualquiera de cinco a ocho de la tarde. Debería de ser un barrio en el que se instalaran los artesanos de Vitoria. Pero en todo el barrio, porque en la Corre ya se intentó con tiendas que son una preciosidad, pero sólo con una calle no funciona. Tiene que ser toda la zona. Cuando mi madre tenía el bar, hace 20 años, era una maravilla. Gente para arriba, para abajo, carnicerías, pescaderías....

¿Qué cara se le queda cuando ve una lonja más vacía, un comercio más que se cierra?

Pues cara de que nos quedamos cada vez menos aguantando y tirando del carro.

Si tuviera un momento para hablar con alcalde, ¿qué le diría?

¡Ya lo tuve! Me entregó él mismo el Premio al Mejor Pintxo. Claro, yo con lo efusiva que soy y la emoción del momento le pegué un abrazo y par de besos que se pensaría que estoy medio loca.

Entonces... ¿qué le dijo?

Sólo una cosa bien sencilla: que nos deje trabajar. Que nos dejen hacer nuestro trabajo y no nos frían con normativas, impuestos y multas. Sólo queremos eso. Que no se anden preocupando por cobrarnos una silla más o menos, que no va a ningún sitio. La cosa es que tiremos todos en la misma dirección. Y la gente del Casco estamos dispuestos a hacerlo, pero nos tienen que dejar respirar y sobre todo hacer nuestro trabajo.

¿Qué quitaría y que pondría en Vitoria?

Quitaría los centros comerciales y pondría más pequeño establecimiento. De verdad que no me gustan nada las grandes superficies... El pequeño comercio es vida. Recuerdo cuando tenía 15 años e iba de compras con las amigas por Vitoria. Me apasionaba. De una tienda a otra, de una calle a otra. Como suelo decir: haciendo un poteo de camisetas.

¿Cómo era la ciudad en la que creció?

Mucho más entrañable. Fíjate, recuerdo que una mujer que regentaba un ultramarinos se puso enferma y le gestionaron el negocio durante unos días los comerciantes de las tiendas de al lado. ¿Te imaginas eso ahora? Imposible. Para empezar porque la gente ya no es así, ¡y para seguir porque ya hubiesen tenido una inspección de trabajo en la puerta!

Usted que mete muchas horas en el Casco, ¿cómo ve el tema de las bicis?, ¿se necesita una regulación?

Creo que en este tema, como en muchos otros, acaban pagando justos por pecadores. Está bien lo de tener algo a qué atenerte para poder decirle a alguien que esta circulando fatal que deje de hacerlo, pero también es verdad que hay gente que no causa ningún problema.

Tienen una página web del bar muy interesante, ¿cómo es su relación con las nuevas tecnologías?

¡Más bien nula! El que se encarga de todo eso es mi marido. Yo lo justito, Facebook (que no tengo ni foto) para hacer algún comentario, subir alguna foto y meterme con algún político... pero poco más. A nosotros Internet nos viene bien para que nos conozcan fuera de Vitoria pero, como todo, es una herramienta que mal usada puede hacer mucho daño. De todas maneras, que desde una ciudad lejana puedan visualizar la página del bar con un solo click... me sigue pareciendo una pasada.

¿Alavés o Baskonia?

¡Los dos! Son de aquí y hay que apoyarles de manera incondicional. Tampoco es que sea muy de fútbol ni de baloncesto. Lo mío han sido siempre las artes marciales. Fui campeona del mundo de Wushu kung fu y me gustaba mucho.

Podía haber sido su futuro si no le hubiese dado por los fogones...

¡Entre otras cosas! En mi currículum pone también soldadora, monitora de aerobic... Pero al final decidí seguir con el bar de mi familia. Empecé con mi madre... y al final me lié la manta a la cabeza, y se la lié a mi marido.

¿Es de las que cree que los hijos han de seguir sí o sí el negocio familiar?

No, para nada. De hecho no me haría una ilusión especial que mi hija Ane siguiera con el bar, porque es muy duro y ella lo sabe y lo ha vivido desde que nació. Pero sí quiero que se sepa mover en una cocina, y de hecho ya me echa una mano en casa, ¡rellena los pimientos!

¿Qué hace en su escaso tiempo libre?

Viajar con la auto-caravana. Es mi pasión. Me encantaría hacer un viaje de esos sin fecha de vuelta, en los que puedes parar donde te dé la gana el tiempo que quieras.

Si alguna vez desaparece del mapa que le busquen en...

Galicia, en La Guardia. Comiendo percebes. ¡O en el Caribe!