Vitoria. El Camino de Santa Teresa marca la diferencia en pleno siglo XXI. No hay otra calle en toda Vitoria, dentro de la ciudad consolidada, sin urbanizar y llena de socavones, donde uno se siente en pleno campo sin estar en él. Por suerte, las archiprometidas obras al fin van a dar comienzo. El Gabinete de Javier Maroto informó ayer de que arrancarán este mismo lunes y se prolongarán durante dos meses. Una rápida resolución para tan larga espera. Los vecinos llevaban demandando la reforma de la travesía más de una década hasta que en 2011 creyeron ver la luz, cuando el Ayuntamiento firmó el convenio con el Seminario, el Obispado, un dueño particular y las cuatro congregaciones instaladas en la zona. A ellos les correspondía urbanizar Pedro Asua y modificar el vallado con un incremento del espacio público reduciendo las parcelas. Y cumplieron. El Consistorio no. La justificación en estos dos últimos años ha sido la falta de una partida en el Presupuesto. Un problema que por fin ha dejado de serlo.
La tardanza, eso sí, ha favorecido a las arcas municipales. Con la crisis, las empresas interesadas en realizar obras para las administraciones han rebajado ostensiblemente sus costes. En el caso del Camino de Santa Teresa, el Ayuntamiento sacó a concurso la urbanización por un total de 227.122 euros, pero al fina gastará 166.457, IVA incluido, lo que supone una reducción del presupuesto de licitación del 26,71%. El dinero, además, se quedará en casa. La adjudicataria de la reforma ha sido la compañía alavesa Promociones y Pavimentos Balgorza. Sus trabajadores serán los encargados de adecentar esta zona tan transitada por peatones y devolverla al siglo XXI.
La urbanización contempla el acondicionamiento del carril asfaltado, con la reparación de sus muchísimos baches, una regularización de límites para que la calle vaya en línea recta y una nueva capa de rodadura. Se actuará sobre anchuras de tres metros, ya que los doce restantes que tiene el Camino están compuestos por vegetación, y quedarán rematados con zonas verdes mediante la siembra de césped en ambas orillas y la plantación de arbustos tipo robledal en el lado este de la travesía. También se mejorará el alumbrado, que actualmente es aéreo, con una canalización y la colocación de nuevas luminarias en el lateral este. Además, dado el potente uso peatonal que se hace de la calle, se limitará el tráfico de coches sólo a los autorizados. Los residentes accederán a sus aparcamientos a través de vados adecuados, pero no podrán recorrer la travesía entera pues en medio ya hay un bolardo que evita que otros vehículos usen esta vía como atajo.
Esta última medida la puso en marcha el gabinete de Javier Maroto en primavera, a falta de una reforma integral de la calle, para frenar el deteriorado estado de la calzada e incrementar la seguridad de los viandantes. Sin embargo, lo que parecía un parcheo positivo con la creación de dos fondos de saco, uno con acceso desde Miren Martínez Sáez del Burgo y otro desde la calle Méjico, resultó no serlo. El cierre en el acceso por Pedro Asúa ha obligado desde entonces a residentes y trabajadores de la zona a padecer los socavones ya no sólo al salir con el vehículo de la calle sino también para entrar. Por eso, los afectados siguieron insistiendo en la necesidad de poner en marcha las obras de urbanización de la calle. Vieja plegaria que por fin ha sido atendida.