algunas voces se apresuran ya a anticipar una recuperación económica y del consumo inminente, a pesar de que las tasas de desempleo, todavía en números históricos, apunten precisamente a todo lo contrario. Uno de los últimos en sumarse a esta marea de optimismo, la que logra detectar brotes verdes donde la mayoría ve todo negro o a lo sumo gris, ha sido el ministro español Miguel Arias Cañete, al igual que otros de sus compañeros en el Ejecutivo popular.
En una comparecencia pública de hace apenas una semana, el titular de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente aseguró que la demanda interna se está recuperando en el Estado y que el consumo doméstico creció un 0,8% durante el último mes de septiembre, dejando atrás la "paralización" a la que ha estado sometido durante los últimos años. A renglón seguido, eso sí, Arias Cañete tuvo que lanzar una de esas habituales frases eufemísticas que tanto gustan a su gobierno, quizá para no tirar demasiadas campanas al vuelo: "Si se analiza en profundidad lo que ocurre en los hogares, el gasto ha ralentizado su incremento respecto a los años anteriores". Una ralentización del incremento que cualquiera tildaría de parón o, simplemente, de descenso. ¿A qué atenerse entonces?
Desde luego, poniendo ya el foco en Álava, esa recuperación que algunos ven está todavía muy lejos de vislumbrarse e incluso de intuirse. Ni desde el punto de vista de los consumidores, ni desde el de los comerciantes. "Todavía no veo indicios de recuperación y ni mucho menos que éstos sean claros", zanja José Luis Segura, responsable de comunicación de la asociación de consumidores EKA/OCUV.
Aunque este profesional asume que su colectivo carece de la capacidad para "medir el mercado", porque "se le escapa", su sensación apunta a que "el consumo no está aumentado" en los últimos tiempos. Se vale para llegar a esa conclusión de las sensaciones que desprenden los propios comerciantes o de recientes estudios que apuntan a un bajón del consumo durante la próxima Navidad, "un buen termómetro para el consumo", que oscilará entre el 8 y el 12%.
Su compañera Arantza López, asesora jurídica de la delegación alavesa de EKA/OCUV, coincide con esta opinión: "El sentir de la gente no es halagüeño sobre que vayamos a salir de la crisis en 2014". López se fija en los problemas a nivel laboral, traducidos en el incremento continuado del desempleo en Álava y en los recortes salariales, lo que empuja a los consumidores a "priorizar" a la hora de consumir. "Además, el que tiene trabajo es mucho más comedido que antes", una circunstancia que también incide en que la rueda del consumo esté tardando en comenzar de nuevo a girar como antaño.
José González, presidente de la asociación de comerciantes y hosteleros de Zaramaga, lamenta también este hecho, que el "miedo" derivado de los mensajes negativos que constantemente se lanzan al hablar de la situación económica esté influyendo también a aquéllos que pueden gastar. "No podemos obviar que estamos en el 18% de paro y subiendo, pero tampoco que hay un sector importante de la población que sigue cobrando su nómina a final de mes. Aunque hay mucha gente que puede consumir con tranquilidad, no lo hace por el qué dirán o por lo que pueda pasar", lamenta el comerciante. En esta tesitura, el consumo sigue "retraído" y su recuperación "tardará un poquito en llegar", a juicio del profesional, que anima a los gasteiztarras a gastar preferentemente en las tiendas de barrio y a consumir productos alaveses, dos impulsos necesarios para que el territorio salga del atolladero. "Si podemos comer la lechuga del aldeano y la carne de nuestros ganaderos, mucho mejor", anima González.
Precisamente en esta órbita, la de poner a disposición de los gasteiztarras productos cercanos y de calidad, se mueve la plaza de Abastos de la capital alavesa, donde la crisis también se ha notado aunque, quizá, no con un impacto tan fuerte como en otros sectores. "Comer... hay que seguir comiendo. Y lo que ocurre ahora es que la alimentación predomina sobre otras cosas como ir al cine o comprar una cazadora nueva", analiza Manuel Rabasco, presidente de los comerciantes de la plaza de Abastos.
El profesional asume que los gasteiztarras todavía no han dejado de apretarse el cinturón, sobre todo ese sector de la población que no disfruta de una posición económica holgada. "Hay días muy anodinos y creo que se ha perdido esa compra diaria que había antes. Ahora, entre el jueves y el sábado se hace lo de toda la semana. Y echamos en falta a gente de un nivel un tanto inferior. Además, dentro de las carnicerías se venden más callos, morros o cerdo que chuletones. Los productos de elite han bajado", diagnostica Rabasco, que a pesar de todo lanza un mensaje optimista. "Tarde o temprano saldremos, lo tengo claro. Habrá que esperar todavía, pero el comer y el beber no nos los quitaremos. Y en estas navidades, algún capricho tampoco", asegura, con la vista puesta también en la "esperanzadora" reconversión que le espera al mercado gasteiztarra.
El casco resiste La hostelería merece un capitulo aparte, aunque hay un buen número de profesionales que están logrando capear el temporal con bastante soltura. Es el caso de Iñigo Ortiz, propietario de la taberna Parral, uno de los locales más veteranos del Casco viejo gasteiztarra. "Estamos en números del año pasado", certifica el hostelero, quien cree que, por lo general, en esta popular zona de poteo de la ciudad los locales están logrando mantener el pulso: "Hay de todo, pero la mayoría está viendo que la cosa se puede llevar. Justo, pero se está llevando, aunque lógicamente queremos que suban más las ventas".
Ortiz, en este punto, alude al carácter "cultural" que para los gasteiztarras tiene salir de bares a tomar algo, por mucho que la situación económica no sea la más favorable. "Tocamos madera, porque a la hostelería le ha ido más o menos bien comparando con otros sectores. Al final, la gente sacrifica sus vacaciones o una salida por no perder ese día a día social", analiza el responsable del Parral. Otro mundo son ya los bares de barrio, o incluso lo que sucede en pleno ensanche de la capital alavesa.
Hablando desde un punto de vista más general, el responsable de la asociación de empresarios de Hostelería Vitoria (Ashovi), Pedro Castellanos, no pone paños calientes al hablar de una situación "crítica" para numerosos profesionales del sector. "Cuando la gente habla de que empieza a clarear el sol, eso es totalmente incierto", asegura el líder de Ashovi. Cuestionado sobre la supuesta recuperación que el Gobierno central ha comenzado a detectar, Castellanos se muestra también contundente: "Hay una cosa clara: los políticos deforman la realidad para que la noticia no les estropee el titular".
Según describe el profesional, los gasteiztarras gastan menos en los locales hosteleros de la ciudad porque "el tiempo de permanencia" ha descendido en éstos, hasta el punto de que "la escoba se pasa antes y otros han decidido abrir más tarde". Y pide "ayuda" a las instituciones, algo que hasta ahora, a su juicio, ha brillado por su ausencia. "No me refiero a que den dinero, a que financien nada, sino a que dejen trabajar y no pongan más trabas", censura, en alusión a las más que frecuentes inspecciones y sanciones a las que se enfrentan.