Vitoria. La generación del baby boom vivió entre tapetes de ganchillo, descubrió la Nocilla y se anticipó a la cocina de autor con los bocadillos de chorizo de Pamplona con quesitos, conoció la vara de corrección en el colegio, leyó los tebeos de El Jabato, El Capitán Trueno o Cristina y sus amigas, luchó con los Madelman y Geyperman, compitió en familia al Risk y el Monopoly, soñó con los Levis 501 etiqueta roja que la tienda For de Vitoria traía de contrabando desde París, visionó películas súper 8, saboreó la diversión de la calle, se marchó a la cama con la Familia Telerín... Y con poco, fue feliz. Ahora, desde la nostalgia, Vitoria recrea aquella época de explosiva natalidad en la Sala Fundación Caja Vital a través de una deliciosa exposición. Con los juguetes de esos años dorados como hilo conductor, el ciudadano se adentrará en los espacios y formas de vida de quienes nacieron y disfrutaron de su infancia entre 1958 y 1973.
"Fuimos afortunados. La industria juguetera dio un paso importante y, del cartón a la hojalata, pasamos al Scalextric, el Cinexin, las muñecas que hablaban...", recordó ayer, en la presentación de Baby boom, juguetes para todos, el comisario de la muestra, Fernando Martínez de Viñaspre. Al atleta Martín Fiz, invitado al acto de inauguración por ser uno de aquellos niños, se le iban los ojos hacia el interior de la sala. "Entonces pasabas más tiempo en la calle y, una vez en casa, te reunías en torno a la mesa con toda la familia. Mi hijo de 21 años me suele preguntar que cómo vivíamos y siempre le he dicho que con menos recursos, desde luego, pero muy bien", reflexionó. Esos chavales tuvieron lo que necesitaron y si no, supieron suplir su ausencia. Sin exigencias, con mucha imaginación.
La sala muestra un salón de los de antes, pequeño pero profuso en decoración, con butacas marrones y tapete en la pared. Al lado se encuentra la cocina, de gas, claro, con pucheros de decoración geométrica-floral y una de esas mesas con cajón en el medio para los cubiertos y alas laterales que siempre se atascaban. Muy cerca hay una pared catódica con quince televisores que emiten programas de TVE, la cadena de televisión nacida con el baby boom. En otro espacio se recrean un quiosco de Casa Quico, lleno de golosinas y coleccionables, y un aula típica de los setenta. Entonces, en Vitoria, Marianistas y Corazonistas se enfrentaban a bolazos todos los inviernos. Una rivalidad histórica que dejaría secuelas cuando, como rememoró el comisario, "Coras ganó un concurso de la tele muy importante, Cesta Punta".
El recorrido histórico hace parada también en los tebeos, la música, las bicicletas BH y ropas como la trenca y los vaqueros Lois. Detalles que contextualizan la época en la que se fabricaron y vendieron los más de 250 juguetes de la exposición. Están todos los que se pueden recordar, como los camiones volquete con sirena y mando, el Scalextric, el Risk, el Monopoly, los castillos Exin, la Reconquista, El Cluedo, los Geyperman con su radio de campaña y torre de entrenamiento... Una muestra sin parangón y, además, solidaria. A la entrada de la sala se va a habilitar un espacio para que las familias entreguen juegos que ya no usan, como era práctica habitual en aquellas navidades, los días laborales de 18.30 a 21.00 horas, y los domingos y festivos de 12.00 a 14.00 y de 18.30 a 21.00 horas. Cáritas se encargará después de repartirlos a los niños más desfavorecidos. La felicidad, al igual que entonces, también sabe mejor cuando se comparte.