vitoria. Hubo un tiempo en el que una persona decía salta y otro sólo preguntaba "cómo de alto". Dispuesta a convertir Arasur en un referente logístico a nivel nacional, la Diputación alavesa, con Ramón Rabanera al frente, asfaltó con baldosas amarillas el camino para construir un recinto que hace diez años tasó su inversión total en 360 millones de euros y una superficie a construir de dos millones de metros cuadrados. Entre 2003 y 2004 las noticias sobre Arasur auguraban la consolidación del parque en unos diez años, pero la realidad ha supuesto un sopapo de magnitudes bíblicas para el que hace una década fue alma mater de este proyecto, el Partido Popular alavés.
Sin embargo, después de años de expropiaciones, negociaciones y refinanciaciones, cuando el parque atisba por fin un futuro viable con el que poder crear empleo y azuzar la economía alavesa, es el propio grupo popular, ahora también al frente de la Diputación, el que no está por la labor de sufragar su parte del impulso con tres millones de euros. Durante la colocación de la primera piedra de Arasur, enterrada el 23 de febrero de 2004, políticos y empresarios se congratulaban ante la perspectiva de un futuro montado en el euro, pero las inversiones millonarias han quedado en agua de borrajas. El grupo Día, afincado al principio en el recinto, acabó marchándose después, y muchas de las empresas que en su momento mostraron interés en asentarse junto a Rivabellosa pusieron pies en polvorosa. Ahora, una inversión de nueve millones de euros para financiar la infraestructura necesaria para el puerto seco es la única vía de escape que le queda a Arasur, olvidado a lo largo de una década entre decisiones equivocadas, despilfarros evitables y, en el más difícil todavía, decisiones de peligrosas consecuencias.