vitoria. El de 2013 ha sido un ejercicio duro para las asociaciones vecinales vitorianas. Los criterios de concesión de las subvenciones han cambiado, las cuantías también, y se hace mucho más difícil obtener los fondos necesarios para sobrevivir en el día a día y organizar actividades. Para concurrir a las ayudas municipales, un colectivo vecinal debe presentar facturas por un importe superior al menos al 30% de la subvención demandada, lo que complica mucho la situación de estas asociaciones, que tratan de buscar financiación externa a través de la publicidad de comercios y locales de hostelería, y en las barracas y puestos de las fiestas.

Lo que ocurre es que también esas cantidades para las fiestas se han visto reducidas, como denuncia Ángel Madina, de Judimendi. "Nos reducen las partidas y luego se gastan el dinero en los toros, que no tienen público", critica.

Este año, casi una treintena de asociaciones se han tenido que repartir un total de 175.000 euros de ayudas municipales, y ninguna de ellas obtuvo, además, el máximo de 12.000 euros que permite el Ayuntamiento en función de las actividades que organizan. Zabalgana Batuz fue la que mayor asignación tuvo, de 10.600 euros, y Los Arquillos la que menos, con 1.600. En medio se sitúan colectivos como Ipar-Arriaga (9.998 euros), San Martín (9.803), Kaleartean (9.022), Bizigarri (9.315), Judimendikoak (8.924), Gazteluen Auzoa (8.142), Aranako (8.100), Zazpigarren Alaba (8.240), Hegoaldekoak (1.800 euros), Miguel de Unamuno (2.000), Gasteiz Txiki (4.068) o FAVA (4.000).

Lo que ocurra en 2014 con los colectivos vecinales dependerá de cómo se desarrollen las negociaciones entre los cuatro partidos de la Corporación municipal, que este año van a debatir de forma conjunta tanto la forma de obtener ingresos en las arcas municipales, los impuestos municipales y precios públicos; como el destino que se dará a ese dinero, el Presupuesto.

La presencia de otros grupos municipales ajenos al PP en la negociación puede contribuir a disminuir la tensión que se ha ido creando en los últimos tiempos entre el equipo de gobierno y el movimiento vecinal. Mientras la FAVA criticaba al alcalde Maroto por no facilitar la participación ciudadana en Gasteiz, el alcalde acusaba a tres asociaciones de haber inflado sus facturas para obtener mayores ingresos del erario público, y les exigía que devolvieran las ayudas recibidas. El Ayuntamiento incluso comunicó a la Fiscalía sus sospechas.