Vitoria. "Teatro, lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro...". Resulta inevitable enterarse de la comedia protagonizada por Encina Serrano y entonar la conocida canción. Le viene que ni pintada, a ella y a su grupo. La nueva edil de Cultura tomó posesión de su cargo en el Pleno del pasado viernes sin que hubiera llegado aún la acreditación pertinente de Madrid, sólo porque unos familiares suyos de la capital española estaban de visita y les hacía mucha ilusión presenciar su nombramiento. O sea, que en realidad no tomó posesión, sino que hizo creer a los presentes que lo hacía, con la complicidad del alcalde, quien había insistido a la secretaria general del Pleno que obviara la irregularidad. Un paripé que nadie descubrió hasta que el propio Javier Maroto convocó ayer una Junta de Portavoces para anunciar a la oposición sus dotes interpretativas y explicarles que había que celebrar un nuevo acto, el oficial. Óscar al papel protagonista y al personaje secundario.
Serrano demostró el viernes que la Casa Consistorial es una buena platea desde la que ofrecer espectáculo a los ciudadanos, que el show puede continuar incluso con recortes. Ni siquiera la advertencia de la secretaria general del Pleno, la misma a la que Maroto intentó alejar de su puesto proponiéndola como defensora vecinal, echó al traste su cortometraje. El alcalde le dijo a la representante del máximo órgano de control de este foro municipal que había que hacerlo, ella se negó y él volvió a insistir. Así que cuando llegó el momento de la toma de posesión, esta funcionaria se ausentó de la sala. No quería ser cómplice de una pantomima tan berlanguesca.
A nadie le llamó la atención su gesto, ni que Serrano no se hubiera quedado al Pleno, decisión que tomó para evitar cometer una segunda irregularidad. A veces se reciben llamadas urgentes, aprietan ciertas necesidades o surgen otras obligaciones. Por eso, en la Junta de Portavoces celebrada ayer a las 12.45 horas, los líderes de la oposición se quedaron a cuadros. Fue una reunión de alto voltaje, de esas en las que uno no sabe si reír por vergüenza o llorar, enfadarse o suspirar, o hacerlo todo a la vez. Por eso, el Pleno extraordinario convocado quince minutos después para designar oficialmente a Encina Serrano concejal de Cultura duró tan poco. Apenas 30 segundos. Maroto ni siquiera dio a los grupos la opción de hablar. Para qué. Ya se lo habían dicho todo antes. Lo principal, su enojo por "tomarse tan a la ligera la institución".