vitoria. Javier Maroto tuvo que pasar por uno de los puntos negros de la ciudad para llegar a la plaza Euskaltzaindia. Pero no pareció inmutarse. Era un gran día. "Empieza el fin de una pesadilla que ha durado veinte años", aplaudió el alcalde de Vitoria, mientras observaba el solar contiguo al Gobierno Vasco, desde la entrada del tráfico a la futura terminal de autobuses. Ayer, tras años de espera y decisiones controvertidas, arrancó la construcción de la nueva estación. La obra durará algo más de año y medio y permitirá decir adiós a las casi dos décadas de provisionalidad de Los Herrán.

Mientras duren los trabajos, 350 personas trabajarán de forma directa o indirecta en la plaza, a cargo de las tres empresas constructoras de la estación: Vías y Construcciones, Opacua y Balgorza. La cifra ya se conocía, pero el gobierno la volvió a recordar en su visita al solar. Era su momento para reinvindicar las bondades del proyecto. Una terminal en superficie con 25 dársenas dispuesta transversalmente al bulevar de Euskal Herria, un edificio con una cubierta plegada compuesto por vestíbulo, taquillas, aseos, cafetería y restaurante, y un parking subterráneo justo debajo con 307 plazas para coches, 8 motos y 86 bicicletas. En total, 18,5 millones de euros, según el presupuesto oficial, de los que el Gobierno Vasco se comprometió a aportar 14, mientras que la Diputación ha puesto 2,5 y el Consistorio 2.

Es la estación que el PP y Bildu pactaron tras las elecciones para tapar el agujero donde iba el auditorio de los socialistas y trasladar la terminal proyectada en el parque de Arriaga. Pero no es la estación que todos los vitorianos hubieran querido. El Gobierno Vasco ya alertó de que la ubicación puede generar problemas, al estar en uno de los puntos viarios más negros, ni garantiza la intermodalidad, una alerta que comparte la plataforma vecinal Euskaltzaindia Plaza Bizia. El colectivo, que no ha logrado su objetivo de paralizar las obras, anunció ayer que a partir de ahora se volcará "en la vigilancia de la consecución final del proyecto y de todo lo que la rodea".

A los residentes siempre les han preocupado el efecto que la estación pueda tener en esta congestionada zona de Vitoria y viceversa, pero también temen otras cuestiones. Algunas, económicas, como la aportación prometida por el anterior Gobierno Vasco. "Se han adjudicado las obras y se han puesto en marcha sin que el anterior ejecutivo autonómico hubiera puesto un euro", advierten. Por otro lado, la plataforma teme que el presupuesto final sea muy superior a los 18,5 millones, ya que no incluye las obras para dotar de un carril a los buses desde bulevar de Euskal Herria hasta su entrada a la estación por la calle Donostia.

El suelo sobre el que se asentará la terminal estaba destinado a un uso cultural antes de la decisión de colocar allí este equipamiento. Por eso, el colectivo vecinal estará atento al devenir de la parcela terciaria que queda fuera de las obras "para que podamos tener una zona de esparcimiento, o ver si se puede conseguir una utilización educativa o cultural, o si es que se reservará para hacer más dársenas o si se venderá". Asimismo, le interesa saber si el interior del edificio contempla un espacio para uso vecinal, como sí estaba proyectado en el proyecto de Arriaga.

La voz de la plataforma no se apaga aunque el objetivo por el que se constituyó haya fracasado. Los vecinos creen que, en medio de la "falta de transparencia, rigor y coherencia" de unos políticos que han acabado haciendo lo que no preveían sus programas electorales, han puesto "una semilla para que la ciudadanía tome conciencia y se movilice".