asombra ver cómo la gente es capaz de sobrevivir en guerras y en crisis y cómo se las ingenia para sacar adelante a sus hijos. El ser humano se transforma cuando está al límite. Aumenta su resistencia física, su inteligencia y su capacidad de reciclar, de priorizar y de sacrificar. Hasta el tonto del pueblo actúa con lucidez, pero misteriosamente esto a los políticos nunca les pasa. En época de vacas requetegordas de dinero ajeno cualquiera gobernaría bien, pero cuando la cosa cambia es cuando se ve la altura moral y la capacidad real de una persona. Será que unos estamos aquí gracias a la inteligencia de nuestros antepasados, víctimas supervivientes de, primero una guerra civil y después cuarenta años de dictadura genocida; y otros han heredado el saber que no necesitan aumentar su capacidad de nada, pues se saben inmunes a cualquier consecuencia.

Imaginemos unos padres en paro. Imaginemos que venden el coche y que dejan de salir, de fumar, de llevar a los niños al cine, a academias y a extraescolares. Imaginemos que cambian el jamón por mortadela. Imaginemos que para la salita se compran un jarrón auténtico de la dinastía Ming. a) Son gilipollas. b) Deberían quitarles la custodia de sus hijos. c) Pueden hacer carrera política.

Imaginemos una crisis que te cagas. Imaginemos que se recorta en cultura y en derechos sociales. Imaginemos que se asfixia a la ciudadanía con impuestos. Imaginemos que hablan de que o se privatiza el agua o recortarán mucho más, hasta dar miedo. Imaginemos que quieren poner un río decorativo por mitad de una calle...

Es época de reciclar, priorizar y sacrificar. Si una persona, de la que depende un pueblo, no es capaz de actuar así en la situación de crisis que estamos viviendo, es mejor que abandone su cargo antes de cometer una estupidez que ponga en peligro a toda una comunidad. Hablar de privatizar Amvisa mientras se compran jarrones chinos es de vergüenza. Por otra parte, privatizar Amvisa es vender algo que pertenece a los vitorianos, no a su alcalde, y quien vende algo que no le pertenece, incurre en un delito.

El agua es de la humanidad, sólo el 1% es potable y hacer negocio de este recurso es la puerta hacia el infierno de otros países, donde el agua, propiedad de las multinacionales, le cuesta a la población más que la gasolina. Caramba con esta Green Capital de hipócritas, de pesticidas y de reluciente césped artificial. Caramba con la Green Capital donde el único agua que nos quedará a la ciudadanía será la de un sucio cubo, lanzado por las autoridades desde el balcón consistorial al grito de "agua va". Caramba, caramba.

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