Tras esta semana tan negra me apunto a la reflexión sobre la muerte:
Y prefiero pensar en su utilidad: Por ejemplo, las malas personas dejan de generar problemas. Pero es difícil en nuestra cultura hablar de los beneficios que obtienen los vivos con los muertos. No me refiero a herencias, sino a la parte bella de la muerte.
Nuestra cultura nos hace plantearnos la muerte en pasado; la pregunta siempre es "por qué" y la respuesta al porqué de algo irreversible es frustración y dolor indefinido. Sin embargo sí que hay respuesta a la esperanzadora pregunta en futuro de "para qué", ya que todas las despedidas producen cambios en las vidas de los que se quedan. Si se hace un duelo adecuado, con ayuda si es necesario, el dolor irá calmándose con el tiempo, y el agradable recuerdo de ese ser querido y el devenir de nuestras propias vidas nos dará la respuesta del para qué de su muerte.
Cuántas veces la despedida ha provocado que los que se quedan, con la vida patas arriba, hayan tomado después decisiones drásticas y acertado con el rumbo de su vida. Cuántas veces la muerte de un familiar ha propiciado el acercamiento de los que se han quedado o la separación definitiva de personas que en el fondo no se soportaban. Cuántas veces los que se han ido nos han regalado conversaciones determinantes para nuestras vidas o un bello ejemplo de ánimo y resistencia. Cuántas veces la muerte de un hijo ha servido para que sus padres puedan, a pesar del dolor, ser felices por separado. O ha unido a parejas que no lo estaban. Cuántas veces ha puesto la muerte "a cada uno en su lugar": quién era amigo de verdad y quién no. O un espejo de autocrítica que nos muestra con la muerte los errores de nuestra propia vida.
Y no puedo parar de pensar en que estamos en una época difícil, llena de cambios y de miedos: a perder el trabajo, la casa, ese futuro que planeamos... y de repente alguien importante se va. En ese terrible momento seríamos capaces de dar todo eso que tanto miedo nos da perder, sólo porque ese ser tan querido se quedara un poco más. Es entonces cuando nuestra escala de valores se hace sincera y vemos lo que realmente importa. Ojalá que pudiéramos darnos cuenta sin tener que echar de menos a nadie.
Hace un par de días celebramos la noche de los muertos, con viento y con luna llena, una noche especial, llena de vida... tal vez porque esa noche yo dije adiós a dos buenos amigos y todavía no me lo puedo creer. Tan buenos amigos que hasta se fueron juntos. Y buscaré la belleza de vuestra muerte, porque sé que algo bueno traeréis a nuestras vidas.
En recuerdo de N. y P.
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