vitoria. En una entrevista hace cuatro años, hablaba de lo bien que vendría que se ampliara el horario de cierre de los bares. ¡El Gobierno Vasco le ha oído!
Más bien ha escuchado a los hosteleros (risas), porque ahí nosotros no nos metimos. Eso sí, bienvenido sea, porque como gremio nos beneficia.
¿Más amplio el horario de cierre, más clientes de taxi?
Eso espero. Y además la gente se puede ir a casa por tandas, de forma más disgregada que antes, lo que nos permitirá ofrecer aún un mejor servicio, sin esperas.
Con esto de la crisis, ¿trabajan más taxistas por la noche para sacarse un dinero extra?
Sí, pero tampoco tanto... Hay gente reacia a trabajar de noche. Unos porque no están acostumbrados o no les gusta la noche, otros por miedo...
¿En esta tranquila ciudad se pueden contar historias para no dormir?
No, no... Pero no todo el mundo está capacitado para trabajar de noche. Hay gente en fábricas que el turno nocturno lo lleva fatal.
¿Entonces los taxistas en Vitoria os sentís seguros?
En general, sí. Además, cuando tenemos alguna incidencia llamamos a la Policía Local y responde con mucha rapidez y eficacia. En ese sentido, estamos contentos con sus actuaciones.
Hace cuatro años de la agresión a uno de sus compañeros, un hecho que animó a instalar mamparas. ¿Cada vez hay más?
Se empezaron a poner entonces, pero luego no se pusieron más. Conforme las cosas se relajan, te relajas.
Pero usted lleva.
Sí, sí. Y el día que cambie de coche, volveré a ponerla. Trabajas mucho más relajado y la interacción con el cliente tampoco es mala, por cómo es su diseño. No te sientes encerrado.
¿Cómo sienta trabajar fines de semana, noches, festivos...?
Pues esa es una de las cosas que la gente no sabe o no quiere saber. Estamos 24 horas los 365 días del año, lo que nos supone que la inmensa mayoría tengamos descansos muy cortos o ninguno durante mucho tiempo. ¿Y cómo lo vemos? ¡A quién no le gustaría correrse una buena juerga o librar un fin de semana!
Y aun así reciben críticas.
Y aun así recibimos críticas.
Como de quienes piensan que ustedes sacan unos ingresos de aúpa.
Sí, sí, lo dicen. Cuando ha habido periodos de grandes nevadas y vientos, que el tranvía se queda parado o los autobuses no salen, nosotros estamos ahí. No queremos que nos pongan medallas, pero sí que tuvieran esto en cuenta.
¿Pero viven ustedes bien o no? Aunque sea por lo que pudieron ahorrar antes de la crisis.
Puedo asegurar que si estuviera forrado no trabajaría todos los días catorce horas.
¡Catorce horas!
Es lo que hacemos casi todos.
Pero unas cuantas de esas horas serán esperando, ¿no?
Claro, claro. De esas catorce, las horas efectivas de trabajo no llegan a seis o siete.
Últimamente se habla mucho del aumento del turismo en Vitoria. El Ayuntamiento dice que en Semana Santa, por ejemplo, dejó 1,6 millones. ¿El sector del taxi ha visto algo de ese pellizco?
Prácticamente, nada. Desde el punto de vista turístico, lo que Vitoria tiene es el Casco Viejo, el Ensanche y poco más. Así que la gente se acerca desde los hoteles en autobús urbano y luego visita esas zonas andando. Alguna vez coges a algún turista, pero no es lo normal.
Así que el taxi, en Vitoria, es para los de casa.
Sí. El cliente habitual es gente que está acostumbrada a coger taxi porque lo prefiere, le deja en la puerta, puede dejar el coche en casa... Y luego está el cliente de fin de semana, que sabe que si se bebe y conduce tiene el peligro de que le enganchen.
Tampoco parece tanta gente...
Bueno, pero mejor que sea eso que menos. Y de cara a un futuro no muy lejano, confiamos en que la apertura del hospital universitario de Txagorritxu suponga un aliciente más para nuestro sector.
¿Qué tal llevan la batalla con los coches que estacionan en las paradas del taxi?
Ahí siguen. Pero no sólo están los que invaden las paradas, sino los que aparcan en doble fila y ves qué están haciendo. El policía no va a multarles y a nosotros nos perjudica en nuestro trabajo. Molesta, la verdad. Somos un servicio público puerta a puerta. Y si has pedido el taxi en un sitio, el taxi tiene que estar ahí y no en otro punto.
¿Qué tal la convivencia con los ciclistas urbanos?
Obviamente tenemos problemas. Estamos todo el día de arriba abajo, así que mientras un conductor normal tiene un problema, nosotros sufrimos diez o veinte.
¿Se necesita más educación vial en esta ciudad?
Sí, pero por parte de todos los modos de desplazamiento: peatones, ciclistas, motoristas, coches... De todas formas, yo creo que el mayor peligro lo crea el peatón, porque sale sin mirar, por donde no hay paso de cebra...
Y el peatón se queja de que ni el taxi respeta el paso de cebra.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Pero es verdad. La educación vial falta, en general, en todos. Y como sociedad, en Vitoria tenemos aún mucho que aprender.