LA Green Capital llega a los hogares vitorianos. El Ayuntamiento, dentro de su programa sobre agricultura ecológica, ha desarrollado una serie de talleres para explicar a los interesados cómo preparar su propio huerto en casa. La iniciativa tuvo lugar ayer en el centro cívico de Lakua, pero en otros recintos de la red ya se prepara el terreno para que aflore esta iniciativa.

La medida, a cargo del Consistorio, se desarrolla en colaboración con la asociación Kiribilore. La idea, en realidad, surgió hace cuatro años cuando jóvenes que participaban en el programa de educación de calle crearon un huerto de tierra en el centro cívico de El Campillo. El recinto se creó en la parte trasera del edificio y sirvió, además, para recuperar una zona deteriorada e infrautilizada. Después, ya a finales de 2011, se creó una iniciativa similar en el jardín trasero del centro cívico de Judimendi, así como un huerto frutal en la zona de separación entre el centro cívico de Arriaga y el polideportivo. El objetivo es que este mismo mes esta medida se complete con un huerto de tierra.

Asimismo, también el año pasado se pusieron en marcha otras iniciativas vinculadas al agro en los centros cívicos de El Pilar y Judimendi. Se trataba, en este caso, de habilitar mesas de cultivo en sus terrazas. Así, se organizó una serie de cursillos que se saldó con un éxito "notable", según explicó recientemente el concejal de Servicios a la Ciudadanía, Alfredo Iturricha.

Por tanto, el Consistorio quiso extender esta medida a otros equipamientos, caso del polideportivo Landazuri o los centros cívicos de Aldabe, El Campillo o Lakua. Éste, por ejemplo, acogió ayer uno de estos talleres. Se trata de crear una zona demostrativa y participativa, para crear huertos, mesas de cultivo o cambios de cultivo. Por apenas siete euros, se podían conocer los secretos para contar con su propio huerto ecológico en casa. La clave es que ya no hay por qué necesitar un amplio jardín. Y la medida se dirigía a personas de 5 a 99 años, señal de que cualquiera puede poner en práctica estas enseñanzas. Los menores de 8 años, eso sí, debían acudir acompañados por un adulto.

Los pequeños pueden aprender, de esta forma, cómo se producen los alimentos que llegan a sus casas desde la huerta. Y a los mayores, mientras, estos talleres les brindan la oportunidad de reencontrarse con la naturaleza. Una iniciativa familiar, en definitiva, que además es una vuelta a las raíces para los gasteiztarras. Al campo que tanto ha dado a esta capital verde.