Vitoria. La biblioteca ecologista más valiosa del Estado, abocada al cierre. Pese a los muchos recortes, ¿confiaba en que la tijera pasaría de largo por este espacio, aunque sólo fuera por el reinado green?

Sí que confiaba. Además, esta es la única biblioteca ecologista del Estado. Las otras tres son sólo de plantas y animales, mientras que en ésta la temática es amplísima. El ecologismo es equilibrio, así que el que viene aquí tiene volúmenes sobre agua, antropología, agricultura, plantas medicinales, climatología... Todo tipo de materias que llevan a hacer un planeta de equilibrio.

Maroto dice que la crisis le impide mantener la partida de 7.000 euros para la biblioteca, pero sólo en el acto de recepción de la Green Capital se ha gastado 71.000. Tiene que doler.

Lo de la cuestión económica es una tontería, porque cuesta muy poco mantener esto. Esto es política. La ecología es cuestionar el sistema. Dicen que quieren salvar el planeta, reducir la contaminación... Cuando la filosofía de nuestro sistema se basa en producir, consumir y volver a producir. Así que no vale con poner tiritas a una herida grande. En el año 76 comenzamos a trabajar y hablábamos de la necesidad de cuestionarnos todo eso a través de un debate social para, si era posible, llegar a otra sociedad con otros valores. Eso hizo temblar al sistema y el sistema inventó el medio ambiente. Y nosotros decíamos que no queríamos medio, sino entero. Y ahora se llama sostenibilidad. Es una manera de ir eliminando lo que molesta para dejar sólo lo que interesa.

¿Y qué hay detrás de ese concepto tan de moda, la sostenibilidad?

La primera vez que se oyó en el mundo la palabra sostenible fue con Kissinger en 1972 en la guerra del Vietnam, que habló de economía sostenible. Luego nunca más se supo. Y hace doce años un finlandés empezó a hablar de la agricultura sostenible, el transporte sostenible... Sin explicar en qué se sostiene. Es una palabra vacía. Es como si me dicen: amor. ¿Amor a qué? ¿A tu mujer, a Dios...?

En Vitoria detrás de la movilidad sostenible hay una mejora del transporte público, detrás del consumo energético sostenible los LED...

Sí, claro. Pero el Departamento de Medio Ambiente te dice que tienes que coger el autobús y mientras tanto desde Economía incentivan a comprar otro coche porque si consumes más antes se acabará el paro y el sistema no caerá. De 7.000 millones de personas que tiene el mundo, 5.000 estamos dedicados a producir a tope en una carrera de desenfreno. Porque además esta sociedad te encamina a ser de una manera: a competir, a no vivir con naturalidad... Somos objetos de consumo. Y cuestionar esto es la ecología.

¿Entonces los discursos de nuestros políticos son pura farsa?

Pajas mentales.

Si le pregunto, entonces, qué piensa del premio Green Capital...

Yo te hago la pregunta a ti: ¿en la escuela a quién le daban los premios? A los ñoños, nunca a los rebeldes. Vas al cine y hay películas que te hacen estremecer. Generalmente esas no se llevan el Oscar.

Pues el movimiento ecologista parecía contento cuando Vitoria recibió la corona verde, como sintiéndose parte del reconocimiento. Andrés Ilana, de Ekologistak Martxan, incluso estuvo en la gala de Estocolmo.

Es que no falta parte de razón... Es igual que un premio Nobel. Suelen ser unos libros que vienen bien para la Cuaresma, porque te ahorras el azotarte de lo duros que son (risas). Vale, también los hay majos. Pero lees a otros autores que no se han llevado un galardón y te alucinan. Los premios se dan cuando interesa que reine una historia determinada.

¿Y cuál es el interés que se esconde detrás del premio Green Capital?

Es un reconocimiento a cositas que están bien pero que en general suelen ser muy ñoñas, porque no se dan pasos hasta el final. Cuando te levantas, no piensas si los patitos de Salburua se han despertado estreñidos, sino en tus problemas: si la persona que está a tu lado te quiere, si el jefe te está tocando la moral... Y lo que ansías es equilibrio. Pasear un sábado por Salburua está muy bien. El Anillo Verde es un gran logro medioambiental, pero no es lo principal. Lo principal es plantearnos cómo equilibrar nuestra sociedad.

¿Y por dónde empezamos?

Entre todos debemos hacer un esfuerzo para cambiar el sistema, si se puede, y si no se puede que dejen de atormentarnos con lo de que hay que salvar el planeta. Con este tipo de sociedad, es imposible salvarlo. Lo estamos destruyendo de forma bárbara mientras aparentamos ser muy buenos. Es como el que en la Semana Santa se fustiga y después va a donde todos sabemos (risas). O el que dice "tengo una casa ecológica", y resulta que cuesta tres veces más que la normal. De hecho, en relación con esto, queremos desempolvar una ley de 1905 que aún funciona en Europa de alquiler de viviendas que establece según tu sueldo el acceso a distintos tipos y materiales de casas. Según la filosofía de esa ley, tres partes de lo que tú ganas deben ser para vestir y comer y una para la vivienda.

Y aquí impulsando la VPO.

¿Pero cómo es posible que el dinero de todos los ciudadanos sea para que tú te compres un piso? ¿Y por qué no un coche? ¿O para las mejores putas de Europa? Queremos que se vuelva a esa ley para tener unos alquileres dignos y baratos, y tener mi propiedad: mi yo. Y ser como quieras ser.

Así que la biblioteca de Gaia es el refugio para cuestionarse la vida...

Ahí está.

Con su discurso, bien podía incomodar a los políticos este espacio.

Pues no lo sé, porque aquí no ha venido ninguno. Pero como decía antes, sí que nos ha chocado la retirada de los convenios en plena Green Capital. Aunque fuera por estrategia...

Puede resultar chocante que usted se cuestione el sistema cuando la biblioteca ha funcionado gracias precisamente al sistema.

Cuando empezamos en 1978 con el Grupo Ecologista Alavés (fundación Gaia a partir de 1993), ya teníamos previsto crear la biblioteca. Una librería nos adelantó libros hasta poder pagarlos y fuimos conformando el fondo. La biblioteca nació en 1982, aunque sus usuarios eran del GEA y estaba abierta un par de horas al día en un piso en Postas. Nos lo cerraron, se metió todo en cajas y en 1999 nos colocamos aquí. No teníamos más de 5.000 volúmenes. Ahora llegamos a 10.000. En cualquier caso, el dinero remitido de la Diputación (24.000 euros), del Ayuntamiento (7.000) y de la Caja Vital (3.000) justo da para pagar a la persona que trabaja aquí siete horas diarias y el mantenimiento de la lonja. Gaia no se queda nada. Esto es un servicio público, temático y especializado que cuesta lo que supone el sueldo de un funcionario. Si eso no se valora...

A nivel personal, ¿qué supone para usted el cierre de la biblioteca?

Es un golpe fuerte. Otros tienen hijos. Yo no, al menos reconocidos (risas). Así que esta biblioteca es mi hijo. Le he dedicado mi vida. Viene aquí alguien y no sólo se le invita a coger un libro, sino a asesorarle, ya sea de meteorología, energías alternativas, de ecología forestal, de ecología urbana, de antropología...

Con tanto contenido, tendría que existir una carrera de ecología.

La hay, pero la del ecólogo, que sólo es de botánica y zoología. Pero el ecologista tiene que saber de historia, de geología, de sexualidad...

Y hasta ahora pensando que el ecologista es el amante de lo verde.

Eso es lo que el sistema ha querido vender. Como decía antes, el sistema se puso a temblar cuando los ecologistas lo cuestionábamos todo y sacó el medio ambiente (plantas y animales). Y la prensa no se ha molestado en diferenciar ecologistas de todo eso que salió después y se ha colado en las instituciones: ambientalistas, proteccionistas, conservacionistas y ecólogos. Para el ambientalista, su único objetivo es que el ambiente se quede como lo conoció, sin cambios. Y el proteccionista ve un aguilucho donde se va a hacer una carretera y desvían la carretera. Pero los ecologistas no pensamos así. ¡Cuánto está apareciendo y desapareciendo en el planeta y no pasa nada! Dejémonos de ñoñeces, que es lo que a ellos les interesa, y vayamos al ser humano. Porque si tú estás bien, pones bien lo que te rodea y viceversa. Sin embargo, no hacen más que dictar como debemos ser. Y, por desgracia, todo es competición.

Qué curioso, sostenibilidad y competitividad son dos conceptos que nuestros políticos usan sin parar.

¡Cómo no lo van a hacer! Todo en este sistema es "más que tú". Hasta en la enfermedad y en la muerte. "Tengo una piedra en el riñón y se ha muerto la Paqui". "Pues yo dos piedras, almorranas y se me ha muerto la Paqui y el Juan". ¿Pero por qué hay que ser mejor que el otro? Que cada uno sea como quiera.

Tampoco se puede pretender cambiarlo todo de forma radical.

No, claro, hay que ir por fases. Pero no podemos quedarnos en el medio ambiente. Ya hay ambientalistas y proteccionistas que lo que les preocupa son las plumas de las aves. Hay muchísimos, metidos en las instituciones. Ahora, llega el tiempo de los ecologistas, de los radicales.

¿El Centro de Estudios Ambientales entra en el pack de los ñoños?

Si perteneces a la institución, ¿qué vas a hacer? Ya que cobran del dinero público, que hagan lo que quieran, lo que estimen oportuno, pero lo que me gustaría proponer es que lo que no hagan lo hagamos los radicales y les pasamos la minuta.

¿Así es como Gaia logró que el Ayuntamiento pusiera dinero para la reforma de los caños medievales?

No me toques ese tema, por favor, que está ahí en el aire... Además, esa es una cosa distinta, de verdad.

Ahora que tanto se habla de participación, ¿qué le parece el Consejo sectorial de Medio Ambiente?

Van los concejales y funcionarios cobrando horas extras. Y los ciudadanos, sin cobrar, exponemos cosas que no se llevan a cabo porque las cuestiones que se plantean no son vinculantes. Como si vas a hacer macramé. No sirve de nada. A mí me echaron del consejo diplomáticamente, diciendo que mi asociación no estaba afiliada al Ayuntamiento. Alberto Frías, de Eguzki, Andrés Illana, Miren Fernández de Landa, de la zona rural, y yo éramos los que dábamos la chispa. Frías se abrió, a Illana lo pusieron de presidente del consejo, que ya sabemos lo que supone.... Y Miren me ha dicho que ahora lo que están discutiendo en el consejo es qué nombre tiene que ir delante de cuál en la lista. ¡Es algo totalmente absurdo!

Volviendo a la biblioteca, ¿qué tal va la recogida de firmas por Internet en favor de su supervivencia?

Bien, pero tras el puente vamos a llenar Vitoria de carteles y continuar con la recogida de firmas por toda la ciudad. En la Universidad, los profesores se nos han ofrecido. También en los colegios... Va a ser una buena movida.

¿Tiene esperanza de que las instituciones reculen y mantengan levantada la persiana de la biblioteca?

Sí, la verdad es que sí.