Una amiga vivió en un piso de Reyes Católicos y decía que en su habitación había algo: que allí sentía frío, dormía mal y a veces olía a amoniaco. Y sólo lo sentía ella. Le tomábamos el pelo por el olor: que si la cama está meada, que si las bajantes... Pero no, la cama era nueva y allí no había bajantes. Cambiamos de estrategia: cuando hace frío, donde no hace frío, es que hay fantasmas, y cuando huele mal es que están tristes. O al menos eso dicen, aunque luego también nos dijeron que la antigua propietaria de la casa había muerto en esa habitación. Tal vez dejó algo pendiente, ¿una herencia secreta para sus nietos? ¿un mensaje para mi amiga? Quién sabe. Es posible, por qué no, que existan realidades que se superpongan a las nuestras; que lo misterioso, simplemente sea otra realidad más.

A largo de la historia alavesa ha habido muchas realidades que mereció la pena conservar y que, por la ignorancia habitual de los que mandan, fueron destruidas: En la calle Olaguíbel podríamos observar el maravilloso convento de San Francisco, de la Alta Edad Media, que presidía el Casco Antiguo de la ciudad, y al norte, el convento de Santo Domingo.

Además las estaciones del trenico, con su entrañable arquitectura inglesa y un montón de ejemplos más. Es curioso cómo joyas arquitectónicas, lugares emblemáticos y costumbres, resisten guerras, saqueos e invasiones culturales durante quinientos, ochocientos, mil años... Y es entrar en la edad moderna y arrasar parte de la historia de una comunidad por cuatro duros urbanísticos o políticos. La desaparecida fuente de la Salud, el Mineral...

¿Eran sólo fuentes o quizá algo más que tal vez deberíamos haber cuidado? En los años cincuenta ni había mucho dinero para irse de bares, ni tampoco había mucha libertad. Por eso tenía tanto éxito la fuente del Mineral. Y es que, según me cuentan, los vitorianos iban, además de a por el agua, a tomarse una cervecita y ya de paso darse un buen magreo con la/el churri. Pero terminó la censura y la calidad del agua de la fuente del Mineral, como la de la Salud, se puso en entredicho, y al final la gente abandonó ese mágico lugar. Pero... ¿He dicho mágico?

Mi amiga, la medium, nos contó que allí siempre se siente mal y su perro siempre sale disparado. Tal vez en la prehistoria alavesa se hicieron akelarres y tal vez el olor no sea sólo por el azufre del agua... Hay algo misterioso en el Mineral: ¿Tal vez una despechada alma vitoriana vaga por el lugar? ¿Tal vez el Mineral tenga otro Andresito que se niega a que este lugar desaparezca?

Sería una pena.

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