Vitoria. Incluso con la obra finalizada y recepcionada desde el año pasado, la polémica reforma del Pintor Vera-Fajardo continúa siendo el cuento de nunca acabar. Vecinos de la zona peatonal de Ajuria alertan de que en algunos tramos de la arteria persisten los charcos de agua por los desniveles del pavimento, siguen levantándose baldosas y las humedades están deteriorando los techos de los garajes. A tenor de las críticas lanzadas por los afectados, cuesta creer que el paso de la calle por el quirófano hubiera llegado a costar la friolera de 1,5 millones de euros.
En vez de "y comieron perdices", el culebrón de Pintor Vera-Fajardo termina con un "las obras no han servido prácticamente para nada". La historia se remonta a 2008, cuando los vecinos de 33 comunidades de esta zona privada de uso público y el gabinete de Patxi Lazcoz acordaron la mejora de la calle. Una obra consistente en la reparación de las baldosas defectuosas, el arreglo de las aceras, la renovación del mobiliario urbano, la mejora de las zonas verdes y la eliminación de las goteras de algunos garajes. Se presupuestó en 1,5 millones de euros, de los que 200.000 fueron puestos por los residentes, y el Ayuntamiento le dio luz verde en 2009. Los plazos marcaban un año de trabajos. Insuficiente.
En enero de 2010, finalizada la obra aunque todavía sin recepcionar, volvieron a hacer acto de presencia las filtraciones de agua. Y no sólo en los garajes donde se había intervenido, sino también en otras comunidades. Los residentes pusieron el grito en el cielo, convencidos de que el origen de los últimos contratiempos estaba en la propia reforma. Y ya en junio, tras varias inspecciones, la entonces concejala de Vía Pública se comprometió a poner en marcha una auditoría que valorara las condiciones en las que se habían realizado los trabajos y las causas de que persistieran viejas goteras y surgieran nuevas. Eso sí, recordó a los residentes que antes de empezar la reforma ya se les había advertido de que sería muy difícil garantizar al cien por cien el fin de las humedades.
Un año después, los vecinos sostienen que siguen esperando a que el Ayuntamiento cumpla con lo prometido: "compartir los gastos de reforma de los garajes afectados por su culpa". Y, además, afirman que el pavimento sigue dejando mucho que desear. La obra incluía inicialmente la sustitución de las baldosas de las zonas más próximas a los portales, aunque ante las quejas vecinales por la evidente sensación de parcheo se actuó en la zona central de la calle, donde muchas losetas estaban rotas y levantadas. "No ha servido de mucho", apuntan varios residentes, quienes se quejan de "las balsas que suelen formarse cada vez que llueve por los desniveles" del suelo.
Como se puede constatar en el buzón ciudadano de la página web municipal, desde el departamento de Vía Pública se le llegó a decir hace un año a un vecino del portal 18 que los charcos se formaban por "el nulo mantenimiento de la limpieza de los sumideros particulares ubicados sobre los garajes, el cual debe de ser realizado por las propias comunidades". El denunciante esperó a que el paso del tiempo decidiera quién tenía razón. Y a día de hoy, sostiene que es él y no el Ayuntamiento. "Cuando tomé las primeras fotos, no habían pasado dos semanas de la finalización de las obras", explica. Y desde entonces su comunidad ha realizado al menos "dos limpiezas de canalizaciones y sumideros".
Desde las filas de la oposición, el PP siguió muy de cerca la evolución de la reforma de Pintor Vera-Fajardo y sus deficientes resultados. Ahora que se ha alzado con el poder, tiene la oportunidad de guardarse el dedo acusador y ponerse manos a la obra para poner fin al culebrón.