vitoria. El Ayuntamiento reverdece. Regresa a casa tras cuatro años de ausencia forzosa -discrepancias con Patxi Lazcoz- el brillante técnico municipal que colocó a nuestra ciudad en el mapa mundial de la sostenibilidad: Luis Andrés Orive. Y lo hace a lo grande. No será el director del Centro de Estudios Ambientales (CEA), cargo que ejerció durante los gobiernos de José Ángel Cuerda y Alfonso Alonso, sino mucho más. A tres días de ser alcalde de Vitoria, Javier Maroto ya ha creado una nueva figura expresamente para él: coordinador general de todas las políticas green del Consistorio.

Orive será el gurú medioambiental de Gasteiz. En torno a él girará el devenir de todos los organismos que se encargan de velar por el desarrollo sostenible de la ciudad: el propio Departamento de Medio Ambiente, el CEA, el Observatorio de la Sostenibilidad y el equipo de trabajo de la Green Capital. Por eso, lo primero que deberá hacer el nuevo coordinador general será valorar la situación de cada una de estas áreas -composición y formas de trabajo- para, a partir de ahí, poner en marcha los cambios que sean precisos. Todo indica que habrá unos cuantos. Orive abandonó el barco en 2007 tras 18 años de militancia municipal porque no le gustaba nada lo que estaba ocurriendo.

No fue el argumento que él dio para dimitir, ya que en su carta de despedida adujo razones personales, pero su regreso al Consistorio tras el fracaso de Lazcoz en las elecciones ratifica la versión que relataban sus allegados off the record. Aunque el dirigente socialista le ratificó en su cargo nada más tomar la vara de mando, él nunca se sintió respaldado por el nuevo gobierno. Desde el principio presintió que el CEA estaba siendo cuestionado, que el órgano encargado de velar por el medio ambiente de la ciudad perdía peso y que esta situación dificultaría su labor al frente de la oficina de Olarizu. Y luego las sensaciones se convirtieron en hechos.

Lazcoz revocó uno de los últimos acuerdos del gabinete Alonso, por el que se dotaba al CEA de más poder al convertirlo en vigía de cualquier obra de relevancia que se emprendiera en la ciudad. Y, además, decidió paralizar la carrera que se había iniciado hacía dos años para convertir Vitoria en reserva de la biosfera; una distinción concedida por la Unesco que ninguna ciudad del mundo posee y que en Euskadi sólo sustenta Urdaibai. Ésa fue la gota que rebosó el vaso de la paciencia de Orive, quien también había mostrado inquietud por la parálisis que sufría el Plan de Movilidad Sostenible.

Ingeniero de Montes por la Universidad Politécnica de Madrid, Orive accedió a la dirección del CEA en 1989. Y pronto se distinguió como un gran fichaje. Él y su equipo fueron los artífices del Anillo Verde y de la Agenda 21, dos líneas de trabajo que han recibido numerosos reconocimientos y galardones a nivel nacional e internacional, así como del duro informe que echó por tierra los planes de la Caja Vital presidida por el socialista Gregorio Rojo de construir miles de viviendas en el Sur.

Ahora, Orive se enfrenta a una etapa muy distinta, porque ya no empieza de cero ni sus funciones se circunscriben a un único organismo, pero también repleta de ambiciosos retos. Como European Green Capital 2012, Vitoria estará en el punto de mira de todos los órganos medioambientales del mundo, así que toca configurar una estructura de trabajo perfecta para acelerar los planes puestos en marcha. Y eso implica, para empezar, una revisión de los recursos personales que el gabinete Lazcoz dispuso según su criterio.

En la lista de trabajadores prescindibles podría aparecer el funcionario Miguel Virizuela, nombrado por los socialistas director de Medio Ambiente del Ayuntamiento y coordinador general de la European Green Capital. Otros técnicos que podrían perder su liderazgo son José Ramón Alonso, director del CEA desde la marcha de Orive, y Mónica Ibarrondo, quien se puso al frente del Observatorio de Sostenibilidad tras la marcha de otro hombre estrella de la Administración local, Jorge Ozcáriz. Él no dimitió, a diferencia de Orive, sino que solicitó una excedencia de dos años. Pero lo hizo al mes de la marcha del anterior y, aunque también adujo razones personales, la versión que corrió por los pasillos municipales fue la misma: discrepancias con la política del gabinete de Patxi y, concretamente, de su concejala de Medio Ambiente, Alba Cañadas, después de toda una vida al servicio del Consistorio gasteiztarra.