VITORIA. Se acerca junio, la fecha prevista de apertura del centro de la pelota, pero sigue sin haber sede. ¿Le preocupa que la negociación entre el Ayuntamiento y Caja Vital para adquirir el palacio de los Gobeo se esté retrasando tanto?
Sí que me preocupa que hasta ahora no se haya llegado a un acuerdo. Cuando participamos en el proceso junto a LKS y la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica, se planteó un programa y un calendario. Pero la sede quedaba fuera de nuestro alcance... No obstante, me consta que en fechas muy pero que muy cercanas ya sea oficial el emplazamiento. Y no voy a decir más porque creo que le compete al alcalde de Vitoria dar la noticia.
¿Pero habrá centro para el verano?
El centro de la pelota es una cosa muy seria. Hay que montar un taller, un museo, instalar unas máquinas, adaptar el interior... Para junio no va a estar. Pero si a primeros de junio nos dicen que ya tenemos las llaves y nos podemos poner a trabajar, lo que cueste la fase final será muy poco. En cualquier caso, quiero que quede claro que yo estoy participando en el desarrollo del proyecto y eso no quiere decir que Punpa vaya finalmente a llevar el centro. Va a haber un concurso público al que se puede presentar cualquier empresa.
También está claro que no hay ninguna empresa a la altura de Punpa.
Puede ser, pero queremos que todo el mundo tenga la misma oportunidad. Yo lo que más deseaba era participar en el proyecto para que hubiera centro y se enclavara en Vitoria.
Bilbao y Azkoitia han presionado en los últimos meses ofreciendo mil facilidades para llevarse el centro. ¿Se esperaba tanto interés?
El artículo que publicó DNA desvelando esta situación ha servido para que alguno se pusiera las pilas. Pero debo matizar algunas cosas. En su día hubo contactos con Bilbao y con Akoitia, y sería interesante mantener una colaboración en asuntos puntuales. Pero yo soy alavés y eso influye en que el centro se enclave en Vitoria, además de que me parece que el proyecto más serio es el de Vitoria. He participado en él y sé qué es lo que hay detrás.
¿Por qué es necesario un centro integral de la pelota vasca?
La pelota necesita de un proyecto de futuro. Hay que reinventarla, adaptarla al siglo XXI, aparcar los moldes de 1900. La sociedad ha cambiado, el deporte federativo no genera más que problemas en cuanto a financiación. Hay que apostar por la autogestión. Por ejemplo, dedicar una parte de la compra de cada pelota a financiar el proyecto. Cuantas más pelotas se vendan, más se pondrá financiar. Cómo será la pelota de aquí a 30 años dependerá de lo que hagamos ahora. Si no, desaparecerá.
Es una visión muy pesimista...
No es pesimista. Si Euskaltzaindia no se hubiera reunido en 1930 en Aranzazu para hacer el euskera batua, ¿cuál sería la situación del euskera ahora? La pelota, igual. Es una de las cuatro patas de la cultura vasca, un puente que une nuestro pueblo. Y la pelota puede hacer que nos desarrollemos como tal, generando un tejido económico.
El Ayuntamiento de Vitoria nos ha vendido el proyecto de una forma más práctica, como una fuente de inversiones y una manera de promocionar turísticamente la ciudad.
Esa es la segunda parte del puzzle. Y encaja perfectamente con lo que he comentado. La gente que venga a visitarnos podrá conocer una parte de la cultura vasca. Y me hago también la siguiente pregunta. ¿Nosotros los vascos conocemos la pelota? Yo creo que menos que hace diez años y hace diez años se conocía menos que hace veinte. No está habiendo una tradición de los valores culturales que tenemos, porque se están favoreciendo otros deportes, como el fútbol o el baloncesto. Y no me parece mal que se promocionen, pero sin olvidar lo que tenemos aquí. Además, todos los chavales que juegan a pelota son de aquí. ¿Eso no es una buena inversión? La mejor.
La fabricación adolece de falta de relevo generacional. ¿Este centro también resolverá esta carencia?
Ésa es la idea. No ha habido un proyecto de futuro para las nuevas generaciones y ese futuro debe nacer ahora en Vitoria. El mercado de la pelota es muy pequeño. Somos pocos los fabricantes que declaramos y pagamos impuestos y luego hay un mercado negro compuesto por una serie de gente, jubilados en general. Ambos factores impiden que la gente joven se implique. Además, fabricante de pelota no te haces en ningún lado. Yo tuve la suerte de formarme en un taller en el cual ha habido un desarrollo tecnológico muy importante somos los únicos que hacemos pelotas con máquinas. Soy la cuarta generación de fabricante de pelotas. Todas hemos aprendido ese saber hacer gracias a generaciones anteriores. ¿Pero voy a estar con 80 años haciendo pelotas? Pues no. Hay que meter sangre nueva. Y con el centro de Vitoria esperamos formar a un grupo de gente joven. Si el joven y la mujer no entran en este mundo, la pelota lo va a pasar muy mal.
¿La llamada del centro de pelota llegará también a los niños?
Es fundamental, la base. A mí me enseñó a jugar a pelota mi abuelo, ¿pero cuántos niños ya no tienen contacto con los abuelos? La pelota se está quedando en ambientes muy rurales. Por eso, lo que más me motiva de este proyecto es que todos los niños de Euskal Herria, La Rioja y otros lugares vengan aquí, conozcan qué es una pelota y qué modalidades hay gracias al museo, que cada uno haga su pelota en la fábrica las pelotas profesionales y para clubs se seguirán haciendo en San Juan de Luz y que luego jueguen a pelota en el frontón que se proyecta a 200 metros, en el futuro polideportivo de El Campillo. Ésa es la función social que quiero desarrollar. Si después de esto, un 10% más de niños juega a la pelota, me daré por satisfecho.
Nos consta que ya conoce el diseño de ese frontón. ¿Sensaciones?
Es un proyecto fabuloso. En Pamplona, el Labrit favorece mucho al Casco Viejo, hay muy buen ambiente, muchas cuadrillas... Debemos copiar el modelo de nuestros hermanos navarros. Pero aquí hay asociaciones que no lo ven o no se dan cuenta de lo bonito que puede ser eso para dar vida al Casco Viejo.
¡Qué es un Casco sin frontón!
Exactamente. Ése es el otro problema de la pelota. Se han ido haciendo grandes polideportivos, como ahora con el Reyno de Navarra, pero el Labrit seguirá siendo el Labrit.
Junto con el museo y la fábrica, el centro incluirá un laboratorio. ¿Hay mucho margen para innovar en el campo de la pelota?
Cada generación que ha participado en Punpa desde 1890 hasta ahora ha ido innovando, aunque parezca mentira. Cada persona nueva que entra en el proyecto tiene ideas que aportar. Por eso, la memoria también es muy importante. Algunas cosas las hacemos como hace cien años y otras de tal forma que hace cien años habría sido totalmente impensable.
Pero memoria aparte, ¿la metodología no está recogida en papel?
En la pelota ha habido siempre mucho secretismo. Y esto tiene un doble filo: nadie sabe lo que haces pero se acaba cuando falleces. Ése también ha sido uno de los problemas para que la gente joven no se integrara. Hoy en día, ese problema en Punpa lo tenemos resuelto. Pero hay que seguir investigando a nivel de materiales, calidades, estandarización... Además, estamos introduciendo nuevas tecnologías.
Algunos dirán que con tanta máquina se perdió la magia...
Eso son cantos poéticos que no van a ningún lado. Si queremos un deporte serio, no podemos ir con una patata de pelota. Hay que saber, por ejemplo, cómo responde el material en invierno y en verano, para que siempre funcione igual. Y para eso hay que modernizar las formas de hacer.
Por cierto, ¿no le llama la atención que nadie hasta usted se hubiera planteado crear este centro?
Sí. Los cocineros se han juntado, han promocionado la gastronomía vasca, han conseguido que se nos admire por ello, y se me ponen los pelos de punta. Pero en el mundo de la pelota no hemos sido capaces de lograr el consenso: por un lado, los pelotaris; por otro, las federaciones... Y me duele mucho que el partido para el que trabajo no haya hecho nada cuando estaba gobernando... No obstante, ahora lo que toca es aunar fuerzas desde todos los ámbitos. Este proyecto está consensuado con todas las federaciones, las empresas, clubes de todo Euskal Herria.... Todo el mundo está súper volcado. Es increíble la ansiedad que hay por que el proyecto fructifique.