vitoria. Justo Jiménez, el propietario de la tienda de discos que hay justo al inicio de la calle Gorbea, no sabe ya lo que es trabajar sin obras a su alrededor. "De los cinco años que llevo, entre el tranvía, la reforma de Sancho el Sabio y ahora ésta, habré librado unos nueve meses", comenta resignado. Sin embargo, considera que la peatonalización de la vía "en necesaria".

Así lo cree también la mayoría de los comerciantes de esta calle, que desde hace quince días sufren los ruidos de las excavadoras y el polvo que se posa en los escaparates de sus tiendas y bares. Pese al engorro que conlleva aguantar seis meses de obras, coinciden en que el resultado será positivo y que el Plan Alhóndiga traerá a la zona más peatones con ganas de comprar. "Creo que el resultado beneficiará principalmente a los bares, que lograrán más movimiento de gente, pero a nosotros también nos puede caer algo de rebote", añade Jiménez.

En la tienda de al lado, dedicada a la venta de sofás, no sólo lo creen, sino que lo confirman en vista de las cifras obtenidas en los últimos meses. Pese a ubicarse también en la calle Gorbea, está más cerca de Sancho el Sabio, donde ya se empieza a notar mayor afluencia de gente. "Merece la pena un poco de sufrimiento. A mí me ha venido muy bien, hay bastante más movimiento en la calle", asegura María José Castellano.

En los bares, las esperanzas también son enormes. Saben que la peatonalización les permitirá sacar las terrazas a la calle, al menos en una de las aceras, por lo que puede ser un buen gancho para reactivar el poteo en la zona. Además, los hosteleros llevaban tiempo demandando una reforma, y más aún cuando sus compañeros de Sancho el Sabio presumían de tener una calle tan bonita. "El salto entre las dos vías quedaba muy raro. Parecía que los de Gorbea no habíamos pagado", explica Leire Pinedo, dueña del bar Bajamar.

Algo menos convencida está Ana Daubagna, propietaria de una charcutería en plena zona cero de la calle Gorbea. Las vallas de las obras tienen completamente rodeada su tienda, por lo que no le ha quedado más remedio que armarse de paciencia para aguantar el chaparrón. Sin embargo, duda de que éste sea el momento para llevar a cabo unas obras de esta envergadura. "Esperemos que merezca la pena porque el consumo está ralentizado. Tendrán que mejorar mucho más las cosas porque por más que se reforme la calle, si no hay dinero para comprar...", reflexiona.

En las afueras del bar Roland, uno de sus propietarios, Alfonso Baceiredo, apura un cigarrillo mientras controla la labor de los operarios. "Van a un ritmo..., que así no sé si les va a dar tiempo a acabar antes de las fiestas de La Blanca", asegura. Baceiredo muestra el plano de cómo va a quedar la calle Gorbea dentro de dos meses, y señala el parking exprés, uno de los mayores logros de los comerciantes. El carril va a permitir dejar el coche durante 20 minutos para hacer recados, y va a agilizar igualmente la labor de carga y descarga.

En definitiva, el Plan Alhóndiga promete. El Ayuntamiento invertirá 613.000 euros en reformar la calle Gorbea. ¿Logrará así contribuir a su recuperación?