Vitoria. En plena crisis, el negocio de la venta de coches en la vía pública no se achanta. Jacinto Benavente, Bulevar de Euskal Herria, Zaramaga y otras arterias de la ciudad se han consolidado en los últimos años como un potente escaparate de gangas de segunda mano porque, a pesar de las promesas del gabinete Lazcoz, sigue sin haber una ordenanza que ponga fin a las calles-concesionario. Lo único que sigue estando prohibido es estacionar el vehículo en un mismo lugar durante más de siete días consecutivos, tenga o no cartel. Un escenario que irrita a los profesionales del sector, por la competencia desleal que conlleva, y a aquellos ciudadanos para los que resulta tan difícil encontrar un hueco cerca de casa donde dejar el automóvil como descubrir la aguja en el pajar.
El equipo de gobierno anunció a finales de 2009 que en 2010 se daría luz verde a una normativa para frenar la venta de coches al aire libre, una actividad que ocupa plazas de aparcamiento, esquiva impuestos y se olvida de que la transacción debe ir acompañada de garantías. Más concretamente, la idea era cambiar la ordenanza de usos, tráfico y seguridad en la vía pública para permitir a la Policía Local multar a quienes hicieran uso de las calles como si fueran concesionarios. Además, ante la dificultad de distinguir entre particulares y empresas clandestinas -o grupos organizados-, se decidió que se iba a aplicar la ley igualmente para todos. Pero ha llegado 2011 y el escenario sigue siendo el de antaño. No hay más prohibición que la de estacionar en el mismo sitio en la calle durante más de una semana.
Así que quienes se toman la libertad de lucrarse de esta manera ni se preocupan. En el caso de que la Policía Local les pille porque han estacionado en un punto determinado siete días consecutivos, deberán abonar tan sólo 30 euros. Una multa tan mínima que hace que ni siquiera se preocupen por mover el coche de sitio. No hay más que fijarse en la estampa de calles como Jacinto Benavente, en la zona próxima al videoclub. Recientemente, un vecino informó a través del buzón ciudadano de la página web municipal que varios coches llevaban allí estacionados un mes. La respuesta del Ayuntamiento no pudo ser más desalentadora: tomaba nota, pero por el tiempo que llevaban cogiendo telarañas, no por la otra cuestión.
En realidad, el mayor problema que acompaña al cambio en la normativa anunciado en 2009 viene dado por la siguiente pregunta: ¿es justo meter a los particulares en el saco de las empresas clandestinas? Aunque a muchos vitorianos pueda parecerles una desfachatez que otros ocupen plazas de aparcamiento para quitarse de encima el viejo coche, también hay quienes creen que conviene hacer la distinción. La cuestión es cómo, porque puede suceder que los vendedores organizados esquiven la trampa disfrazándose de particular.
soluciones El secretario general de la Asociación de Empresarios de Automoción de Álava (Adeada), Fernando Díaz, propuso hace ya tres años una fórmula para atrapar sólo a los peces grandes: "El Ayuntamiento podría conceder una autorización a los ciudadanos que quieran vender su vehículo; se les daría un papelito y, de esa forma, la venta en la calle estaría bajo control". El equipo de gobierno, sin embargo, no tomó el guante. A juicio de la concejala de Vía Pública, Marian Gutiérrez, los particulares disponen de otras vías para publicitarse. "Revistas de anuncios o, como toda la vida, la panadería del barrio", subrayó la edil socialista a mediados de 2008, cuando anunció la prohibición de la venta de coches en la calle. Entonces en el Estado ya había ciudades con una ordenanza de estas características, como Barcelona, Valencia, Alicante, Badajoz o Albacete.
El caso es que se acaba la legislatura y no hay noticias sobre el compromiso socialista. Este periódico preguntó por ello hace una semana al equipo de gobierno pero, desde entonces, no ha recibido explicaciones sobre si ha aparcado la idea, si ya se ha puesto a trabajar en la ordenanza o o si tiene intención de hacerlo a corto o medio plazo.