Vitoria. Muchos de los edificios de viviendas que hilvanan el Ensanche pertenecen a una época en la que no se llevaba acompañarlos de garajes subterráneos para los inquilinos. Un estilo que, con el paso del tiempo y la creciente motorización de los vitorianos, se convirtió en el caldo de cultivo perfecto para alimentar la especulación. Mucha demanda y pocas plazas privadas de aparcamiento a precios astronómicos. Por eso, resulta llamativo que el recién estrenado parking de Amárica, con 116 huecos para residentes a un coste razonable respecto al del mercado libre -37.500 de media-, no haya logrado encontrar más que cinco interesados. No obstante, quienes saben de esto dicen que existe una explicación para tan escasa venta: la concesión de la plaza por 40 años, condición sinequanon que bloquea las ganas de comprar.
"La crisis ha podido influir algo, así como el no saber qué gastos mensuales conlleva la plaza, al no haberse constituido durante el proyecto la comunidad de propietarios, pero lo que explica principalmente la escasa comercialización es la concesión a 40 años", sostiene el presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API), José Ricardo Arce. Su opinión la confirman los números. A diferencia de las fluctuaciones en el mercado de la vivienda, los precios de los garajes privados en el centro de Vitoria "apenas han variado" desde que comenzó la época de vacas flacas. Oscila el espacio entre los 36.000 euros y los 60.000, en función de su ubicación dentro del corazón de la ciudad y de los servicios que ofrezca el recinto en el que se enclave. Y tampoco ha disminuido especialmente la demanda, que sigue siendo "importante".
Quienes logran hacerse con una de las pocas plazas de garaje disponibles en el Ensanche desembolsan una gran cantidad de dinero, pero también se llevan una inversión: a largo plazo, recuperan con creces lo puesto. Y justo eso es lo que no pueden conseguir aquellas personas que adquieran un estacionamiento en Amárica, aunque por la mejor plaza y la más grande paguen un máximo de 49.000 euros. "Al cabo de treinta años, evidentemente va a costar más dinero, pero venderla por diez años de concesión cambia mucho la valoración económica", explica Arce.
Hace medio año, con las obras del aparcamiento en pleno apogeo y el proceso de comercialización abierto, Vinci Park ya constató que la concesión despertaba suspicacias. Un estudio de mercado limitó a 55 los residentes interesados en comprar una plaza. No obstante, la empresa también atribuyó la situación a otras causas -que, para API, no son igual de relevantes-, como la crisis económica, las dudas tras consultar con el banco o la tendencia a esperar hasta ver la infraestructura construida.
La cuestión es que Vinci Park no ha logrado cumplir las expectativas que se había marcado cuando se embarcó en esta obra. Así que, de seguir estancadas las ventas, "habrá que buscar una solución para rentabilizar el proyecto". ¿Pero cuál? En principio, sólo cabe imaginar que se destinen todas las plazas de residentes sin dueño a rotación, como las 224 restantes. No obstante, esta reconversión va en contra del Plan de Movilidad Sostenible: más tráfico, contaminación y ruidos en el centro.