La tipología de viviendas diseñada para Salburua, Zabalgana y Lakua ha dado paso a un nuevo modelo de comunidad de vecinos, en ocasiones, difícil de gestionar. Se trata de bloques integrados por varios portales, cuyos propietarios tienen que hacer piña para dar solución a problemas comunes de ascensor, garajes, camarotes, calefacción, placas solares... Quebraderos de cabeza que los inquilinos dejan en manos de empresas especializadas en la administración de fincas.
Lo cierto es que la tradicional figura del presidente de la comunidad de vecinos está perdiendo peso en favor de gestores externos que no siempre responden a las expectativas de los inquilinos. En Vitoria ya se han detectado los primeros problemas. Varias comunidades de Zabalgana han denunciado la mala contabilidad de sus administradores al detectar que la comunidad está en números rojos o que no ha ingresado el dinero correspondiente a ayudas procedentes del Gobierno Vasco, como en el caso de los paneles solares.
Es el caso del portal de Ana, en Mariturri, que ha tenido que buscar un nuevo administrador de fincas por no estar conforme con la gestión del anterior. "No teníamos conocimiento de muchos de los movimientos de cuentas de la comunidad y, además, las quejas a la constructora se ralentizaban en exceso", explica esta inquilina, que integra la comisión de seguimiento creada por los propios vecinos para comprobar la legalidad de las facturas y decidir si emprenden acciones judiciales contra su administrador. De momento, "no tenemos base legal suficiente para interponer una denuncia", reconoce.
No en vano, los vecinos recuerdan que las constructoras tienen la obligación de hacerse cargo de todos los gastos que puedan surgir hasta que se constituye la comunidad. Por esta razón, aseguran que la empresa intenta adelantar ese momento para desentenderse de las responsabilidades que pudieran derivar de su actuación.
De hecho, Ana denuncia que en numerosas ocasiones son las propias constructoras las que mandan un administrador para que se encargue de realizar todas las gestiones. Cabe recordar que una vez que los promotores entregan las llaves del piso a sus propietarios, la comunidad goza de un plazo determinado para examinar la casa, comprobar si existen defectos de construcción y reclamar su reparación. Si los vecinos, o el administrador contratado, no son avispados, la constructora acabará echando balones fuera y las denuncias caerán en saco roto.
A esta falta de interés se une el corporativismo existente entre empresas y administración. "Los ciudadanos nos encontramos solos; no nos apoyan ni las instituciones ni la ley".
hay que estar vigilantes Poner en marcha una comunidad de vecinos no es fácil. "Cuando te entregan las llaves no te preocupas por estas cuestiones y dejas todo en manos del administrador de fincas".
Sin embargo, es durante ese periodo inicial cuando más gestiones se tienen que realizar: dar de alta todos los servicios de luz, agua, gas, ascensor, telefonía... y comprobar que no hay desperfectos en la vivienda. "No hay que dejarse llevar por la comodidad; los vecinos debemos tomarnos un tiempo para comparar presupuestos antes de delegar todos los asuntos de la comunidad en un administrador de fincas", reflexiona esta propietaria de Mariturri.
"Éste es un servicio como cualquier otro: al igual que vigilamos el trabajo que realiza el fontanero o pintor que entra en casa, también deberíamos llevar un control sobre la gestión de estas empresas", añade. "La administración es una obligación legal", admite.
Durante los dos primeros años de funcionamiento de una comunidad, los gastos son continuos, los recibos y facturas se suceden, aparecen los primeros morosos, y la contabilidad no cuadra. Pero no siempre es culpa del administrador. "Hay diligencias que las podemos realizar nosotros mismos y así nos evitaríamos elevadas facturas por trámites tan sencillos como cambiar una bombilla", lamenta un Unai, un vecino recién llegado a Zabalgana.
el temido anuncio Junta de vecinos el próximo lunes a las 20.00 horas. Se ruega máxima puntualidad. Único punto del día: traspaso de la administración. La exposición de un cartel de este tipo en el portal a menudo pasa inadvertida para la mayoría de los inquilinos, pero no para el nuevo presidente de la comunidad. Sabe que será un año de quebraderos de cabeza.
Al año de entrar a vivir en su nuevo piso de Zabalgana, la suerte llamó a su puerta. El día del temido traspaso de poderes se hizo con el libro de actas, llaves de los espacios comunes, caja de las facturas y bombillas de repuesto para el portal. "Siempre te pilla en mal momento... porque los vecinos te vuelven loco", protesta.
Pero la situación empeora si, además de las típicas dudas y preguntas de los vecinos, se descubre que la empresa encargada de administrar la comunidad no es de fiar. "Estamos en trámites para cambiar de administrador porque con el anterior las cuentas no cuadraban, faltaban facturas...", asegura. Entretanto, al igual que sus vecinos de Mariturri, los propietarios de este bloque de Aldaia valoran si llevar el asunto a los tribunales.
cuidado con los morosos Para las gestoras de fincas, en cambio, sólo se trata de casos aislados. "El problema está en el intrusismo que hay en el sector, porque nosotros somos profesionales colegiados y tenemos seguro de responsabilidad civil y financiero; si se comete alguna irregularidad, como malversación de fondos u otro delito, el seguro se hace cargo", explica Juan Manuel Abalas, gerente de Abefinsa y administrador de fincas.
Óscar Baro, abogado y administrador de Aboaser recomienda a las comunidades exigir que su administrador esté colegiado para evitar posteriores problemas. "Poner en marcha una comunidad no es tan sencillo como parece, no se hace de un día para otro como piensan algunos vecinos", advierte.
Aunque estas empresas encargadas de gestionar grandes comunidades de vecinos han experimentado un gran crecimiento gracias a la masiva entrega de pisos de protección oficial en Zabalgana, Salburua y Lakua, también requieren sus servicios pequeños inmuebles de no más de seis vecinos, ya sea por desavenencias entre los residentes o por la avanzada edad de los inquilinos. De media, el desembolso al que cada propietario tiene que hacer frente por desentenderse de los asuntos de la comunidad asciende a cinco euros, según la firma Abalas.
No obstante, tanto administradores de fincas, presidentes de comunidad como vecinos coinciden en señalar a los morosos como el principal de sus problemas. Y es que, según Baro, en los últimos tiempos, el porcentaje de deudores ha aumentado un 20% como consecuencia de la crisis económica. Pese a todo, al final, "la mayoría acaba pagando", confirma.
No son de la misma opinión los inquilinos afectados por el impago de los morosos. De hecho, opinan todo lo contrario: "muchos se acaban librando de pagar las cuotas porque a la comunidad no le merece la pena entrar en juicios por un recibo de cien euros, por ejemplo".