Vitoria. Las reclamaciones de los vecinos de Arriaga en torno a la nueva estación de autobuses de Vitoria tendrán su eco en el concurso municipal para elegir al proyecto ganador. Al menos, dos firmas gasteiztarras han contactado con el colectivo vecinal para escuchar su voz en esta polémica, un paso que, de entrada, alivia la tensión en torno a un proyecto que sigue dando pasos adelante a pesar de que, en cualquier caso, desde Lakua-Arriaga se insiste en que había alternativas mejores para su ubicación. El proyecto de la firma GLM, por ejemplo, incluso logra una afección cero al parque al plantear una terminal semisoterrada que apenas ocupa 3.574 metros cuadrados.
La asociación Ipar-Arriaga ha exigido al Ayuntamiento, por activa y por pasiva, que escuche su opinión al diseñar este proyecto, si es que tiene que ubicarse en Arriaga: el colectivo exige que la estación no muerda terreno al parque, que no haya edificios adicionales, que el recinto sea soterrado y que se aclare dónde se ubicará la estación del ferrocarril. Las dudas mostradas por la asociación en torno a la afección del anteproyecto planteado por Trakteplan -el Ayuntamiento estima que afectará al 3% del parque- y el empeño de PSE y PNV por sacar adelante ya esta obra han supuesto una distancia insalvable para lograr un acuerdo. Los encargados de mediar en esta polémica han sido los propios constructores, que se pusieron en contacto con los vecinos para conocer sus quejas, que también han llegado a los estudios de arquitectura Mozas y Agirre, así como a GLM, dos de los ocho que optan a diseñar la terminal.
En el caso de GLM, encabezado por el arquitecto Mikel Garbizu -conocido por su diseño del Gobierno Vasco y el nuevo edifico del Parlamento-, la clave del proyecto es "el respeto medioambiental". La empresa ha presentado al Ayuntamiento de Vitoria dos opciones de estación, cuya diferencia es que en la primera -menos costosa, con 18,35 millones de euros, y más pequeña- la estructura alberga en su cubierta una zona ajardinada transitable, y en la segunda cuenta con un parking de aparcamiento rápido para 73 vehículos -costaría unos 141.000 euros más y ocuparía otros 2.400 metros cuadrados-. Sea como fuere, en ambos casos se trata de una instalación semisoterrada, de fachada orgánica, que además se adelanta al tiempo y prevé su conexión con una estación subterránea de tren.
La propuesta de GLM ya está sobre la mesa. La postura de los vecinos, también. Ahora se acerca el momento de que el Ayuntamiento decida cómo será la futura puerta de acceso de los viajeros a la ciudad.