Vitoria. La asociación vecinal Hegoaldekoak teme que, de aquí a cinco años, el crecimiento residencial previsto en el sur y las grandes infraestructuras diseñadas en la zona norte conformen un embudo que colapse el tráfico en el entorno de calles como Venta de la Estrella o Iturritxu. Por ello, han solicitado al Ayuntamiento que elabore a un estudio sobre cómo puede afectar a la circulación de esta zona obras aparentemente lejanas -en el espacio y, por el momento, en el tiempo- como el soterramiento. El colectivo, de hecho, augura que no habrá que esperar mucho para ver estos efectos.
Desde San Cristóbal, uno de los barrios a los que más directamente afectaría la desaparición de las vías del tren, nunca han ocultado sus dudas en torno a qué puede suponer una operación faraónica como el soterramiento. La asociación Hegoaldekoak valora de forma positiva que se suprima una barrera, pero también duda de cómo afectará al barrio el tráfico que se genere durante las obras. Una serie de inconvenientes a los que se suman los que generarán otros trabajos estratégicos en el entorno de Lakua durante los próximos años, caso de el palacio de congresos o la estación de autobuses de Arriaga.
El proyecto diseñado por la ingeniería Trakteplan para la nueva terminal, por ejemplo, ya apuntaba que, durante la fase de movimiento de tierras para iniciar la construcción, se movilizarán 50 camiones al día. En estas previsiones, no obstante, se matizaba que no habría afecciones destacables al tráfico de la calle, a pesar de que vecinos de este entorno ya han evidenciado su suspicacia en torno a cómo pueden influir estos trabajos en una zona clave en el tráfico de la ciudad: la rotonda de América Latina.
Esta puerta a Vitoria ya ha afrontado obras de calado que han generado problemas en el tráfico, caso -en 2005- de la instalación del colector de agua o de las pruebas -entre 2007 y 2009- del tranvía. Desde el Ayuntamiento ya se admitió, por ejemplo, que el paso de las nuevas líneas de Tuvisa por esta zona era un escollo para cumplir su publicitada frecuencia de diez minutos, por lo que recientemente se han iniciado los pasos para habilitar un carril bus en el cercano bulevar de Euskal Herria.
Sea como fuere, estos precedentes se quedan cortos al prever cómo puede afectar a la zona la construcción de infraestructuras como el centro internacional de congresos, exposiciones y artes escénicas, la nueva estación de autobuses y, por encima de todo, el soterramiento. De aquí a 2017, año en el que las instituciones prevén que la desaparición de las vías del tren ya sea una realidad, se prevé un cambio sin igual en la ciudad. Y esa transformación empezará a vislumbrarse en breve, porque antes de fin de año está previsto que arranquen los trabajos de la terminal de Arriaga.
Esa llegada inminente del cambio preocupa, curiosamente, al otro lado de la ciudad. En un consejo territorial celebrado a mediados de marzo en el centro cívico Hegoalde, vecinos de la zona trasladaron al equipo de gobierno su "preocupación" por que estos grandes trabajos supongan una desviación de la circulación hacia el sur de la ciudad, en concreto a calles como Iturritxu o Venta de la Estrella. "Si a eso sumamos el crecimiento previsto en Olarizu, Aretxabaleta o incluso Salburua... no es difícil prever que se colapse la zona", apuntan desde Hegoaldekoak.
La asociación, por ello, trasladó al gabinete Lazcoz la necesidad de realizar un estudio que analice "ya" el tráfico en este entorno de aquí a 2015. Por el momento, desde el ejecutivo se tomó nota de la solicitud. El gabinete tiene confianza en que el impulso del tranvía y los urbanos -el uso del transporte público aumentó un 26% en febrero con respecto a 2009- alivie la presencia del vehículo privado en la ciudad en general y en esta zona en particular. El tiempo dirá si la movilidad vuelve a superar otra prueba.