Vitoria. Arranca la purga de las tripas medievales de Vitoria: los caños del Casco Viejo. Al recién estrenado entre los números 35 y 65 de la calle Pintorería y entre los portales 56 y 98 de Cuchillería, le seguirá este año la remodelación de otros cinco: cuatro en la ladera oeste y uno en la este. Es la decisión que el Consistorio adoptó ayer tras dar el visto bueno al estudio sociourbanístico que mandó elaborar en junio de 2009 para conocer el estado de los 18 patios interiores de la colina y las intervenciones que debía poner en marcha para purificarlos tras siglos de abandono.

El informe ha puesto de manifiesto que todas estas callejuelas históricas, desconocidas, nauseabundas y sugerentes comparten, en mayor o menor medida, los mismos problemas. Seguramente, porque su historia es común. Nacieron en el siglo XIII, con las expansiones urbanas de la almendra medieval, como patios para recoger aguas, de cocinar, mayores y menores. Allí fermentaban hasta que las lluvias las arrastraban al foso que serpenteaba la muralla. Al aire libre, a la vista de todos. El sistema funcionó tal cual hasta que una epidemia de cólera en 1877 obligó a embocinar los espacios. Y los vecinos aprovecharon la ocasión para estirar sus viviendas, en los peores casos para construirse sus propias letrinas. Nueva tanda de aguas mayores y menores. Y más deterioro.

Esa evolución explica que los caños presenten hasta cuatro tipos de problemas: urbanísticos, por la invasión del espacio público; de diseño, debido a la presencia constante de desniveles, obstáculos y a la dificultad de los accesos; ambientales, al haber propiciado una brutal plaga de gatos -hay más de 180- y por la falta de vegetación; y de infraestructuras, ya que la evacuación de las aguas y los sistemas de ventilación dejan mucho que desear, si es que hay, y los conductos del suministro de agua, gas y electricidad son un peligro.

Teniendo en cuenta estos problemas, la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica ha establecido tres modalidades de caños: los que permiten una intervención sencilla e inmediata para la mejora de las condiciones de vida de los vecinos, los que exigen una actuación urgente por muy compleja que resulte, y los que siendo igualmente complicados se someterán a un estudio previo exhaustivo. Bajo esas premisas, la sociedad municipal ha llevado a cabo la selección de cinco patios interiores para su vuelta a la vida este mismo año: el K, entre Zapatería, Herrería y el Cantón de Carnicerías; el N, entre el Cantón de Anorbín y Soledad; el G, entre Zapatería y Herrería; y el número 11, entre las calles San Francisco Javier, Pintorería y San Vicente de Paúl. Las obras convertirán los patios-retretes en jardines botánicos.